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Final de campaña «ruinosa» para la naranja por los bajos precios

Las expectativas de remontada en el último tramo de la cosecha se desvanecen y las variedades tardías se quedan también sin recoger - La saturación de las peladoras deja sin alternativas a los productores

Naranjas en el suelo en un campo de Xàtiva. | PERALES IBORRA

La campaña citrícola encara sus últimos días con un sentimiento de desánimo que no ha abandonado a los productores de naranjas de la Costera, la Canal y la Vall d’Albaida desde que comenzaron a cosechar las variedades más adelantadas, en el último trimestre de 2021. Las esperanzas que se albergaban respecto a una remontada del mercado en el segundo tramo de la temporada se han desvanecido por completo y las naranjas de recolección más tardía (como la Valencia o la Navel Powell) tampoco están dando ninguna alegría a los agricultores.

Los bajos precios (que en el mejor de los casos se han reducido a la mitad respecto al año pasado) y el encarecimiento de los costes de producción están frustrando acuerdos de compraventa y contribuyendo a que mucha fruta se quede sin recoger y acabe en el suelo o fuera de los canales de distribución oficial por las dificultades de sus propietarios para encontrar una salida digna.

«Tan pronto como nos pusimos a coger bajaron los precios, la demanda no ha respondido y ha costado muchísimo sacar la producción: muchas partidas han ido a la peladora y los precios están por los suelos», resume el secretario general de La Unió de Llauradors en la Costera-la Canal, Ricard Fillol, que no duda en calificar esta campaña que acaba como una de las peores que recuerda. Algunas cooperativas han estado liquidando a 10 o 12 céntimos el kilo de naranjas. «Es la ruina total», señala.

A esta circunstancia se añade otro condicionante: la industria del zumo ha dejado de ser una alternativa viable para muchos agricultores, puesto que las peladoras experimentan una sobreproducción que no permite compensar las pérdidas. «Hace unos años eran una alternativa para las naranjas con calibres más pequeños y un modo de obtener algún rendimiento económico, pero ha dejado de ser así porque el propietario no saca nada», observa Fillol, que pone como ejemplo una partida de un familiar que tiene unos 500 cajones de pomelos sin recoger y que da por perdidos. En la peladora le ofrecían 1 euro por cajón.

Nubarrones generalizados

La tendencia negativa se extiende a otros ámbitos en fase de recolección como la fruta de verano, que sufre grandes mermas y un importante deterioro de los precios en gran medida por culpa de las copiosas lluvias de la primavera y de las posteriores altas temperaturas. Las condiciones del tiempo hacen temer ya a los agricultores por la cosecha de cítricos, caquis y frutas del año que viene, en la que auguran una producción más reducida y de menos calidad por culpa de los cambios en el clima. Incluso se están viendo afectadas variedades muy bien adaptadas al territorio como la ciruela, cuya cosecha se encuentra este año al 30 o 40 % de lo normal. «Hasta ahora no solía fallar nunca, es algo inédito», subraya el delegado de La Unió en la Costera.

«Estamos desesperados. Esta vez no tenemos ánimos», sintetiza Fillol, haciendo hincapié en que los costes de los abonos y fertilizantes han subido tanto que ir a comprarlos es «como ir al banco» en un contexto de incremento generalizado de los precios de las materias primas. «Lo peor es que el año que viene será seguramente igual: los costes seguirán disparados y los precios subirán, pero no lo suficiente como para compensar el gasto, porque habrá menos kilos y calidad de la producción», advierte el citricultor de Montesa, que considera «una vergüenza» el incumplimiento de la Ley de la Cadena Alimentaria, orientada a impedir la venta de cosechas por debajo de los costes de producción. «O no está aplicándose o no funciona», censura Fillol, que espera que las limitaciones de la UE a las importaciones ayuden a paliar la situación.

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