DIMARTS MERCAT

La maldita plaga de cucarachas

Una cucaracha.

Una cucaracha.

Vicent Soriano

Las han pillado intentando llevar a cabo un golpe de estado sin testigos y sin avisar a sus más incondicionales, que los hay y los habrá. Han pretendido hacerlo por la noche y en aquellos lugares donde resurgen los terribles lamentos de la derrota. No tienen otro sitio donde esconderse porque son cobardicas y se vuelven repugnantes cuando están en grupos, grandes o pequeños. Son capaces de asquear al más pintado y hacer del silencio su refugio más deseado. Deben follar con el lema siempre presente de crecer y multiplicarse, y así van creando colonias negras y rojas. Van invadiendo el casco histórico de una Xàtiva que las acoge con desgana, pero las cucarachas que invaden estos días los desagües de la ciudad, en ocasiones dejan salir a la líder, o a la que pretende serlo.

Esas cucarachas han pretendido marcar un estado de opinión que no siempre les favorece, pero que se aprovechan de momentos puntuales para engañar a sus contertulios aleccionando a la diosa, de cómo ponerse la chaqueta del revés y cobrar una pasta gansa para llevarla al refugio más recóndito que se pueda conocer. Todo vale para el poder y para la miseria. Algunos labramos la tierra y ellas se la comen. Es ley de vida que las traiciones sean recompensadas como buenos puestos y mejor cara dura.

Lo cierto es que la plaga de cucarachas que nos invade ya es como mínimo preocupante. Las hay a centenares intentando huir de las calles más desfavorecidas de Xàtiva que las combaten como pueden. Evidentemente no pertenecen a la colonia de la reina, que esas viven en un mundo aparte, mucho más favorecido, donde se compran y se venden favores por doquier a cambio de votos y generosas prebendas. Es cuestión de suerte o si me apuran haber elegido la calle de la victoria.

Y en esas estaba intentando averiguar cual sería el veneno más adecuado para estos bichos que solo de nombrarlos ya dan grima, cuando leo que Raimon acaba de editar un libro que no lo ha hecho antes porque entre concierto y concierto no le daba tiempo. Atareado que es uno. Fue en la década de los ochenta cuando el cantautor de Xàtiva llevó un dietario donde tomaba nota para fijar vivencias intensas, reflexiones, viajes, lecturas, conciertos o relaciones de amistad con personajes como Vázquez Montalbán, Pasqual Maragall, Maria del Mar Bonet, Rafael Ribé, Espriu, Fuster o Manuel Vicent, que formaron parte de su vida intelectual. Curiosamente no se habla de nuestro poeta más universal, Vicent Andrés Estellés. Ni un solo poema d’Estellés fue musicado por Raimon. Simpático que es el Pelejero. Recomiendo el libro de mi admirado Antoni Martínez, «Vicent Andrés Estellés de prop» para entenderlo, y mientras se lee intentar aniquilar las malditas cucarachas, si es posible. Que no es tarea fácil ni mucho menos.

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