Nunca es demasiado pronto

"Cada vez que se niega la existencia de la violencia de género considerando que no es más que violencia doméstica, se oculta el hecho de que 36.161 hombres fueron condenados siendo todas sus víctimas mujeres"

Manifestación 25 N contra la violencia machista en Xàtiva.

Manifestación 25 N contra la violencia machista en Xàtiva. / Perales Iborra

Mar Vicent

Quizás algunos piensen que es pronto para empezar a dar la chapa con llamamientos y convocatorias relacionadas con la próxima celebración, el próximo día 25, del Día internacional contra la violencia de género. Parece un tema ya amortizado, rutinario, en el que ya se han probado demasiadas soluciones sin obtener suficientes resultados. Y peor aún, aparecen discursos tramposos que generan dudas y recelos capaces de romper el muro social de solidaridad y empatía con las mujeres maltratadas que tanto ha costado levantar 

Cada vez que hablan desde la ignorancia total y soberbia del «negocio de la violencia de género», una mujer a la que acaban de partirle la cara en la cocina de su casa porque se pasó con la sal, se reafirma en que, dado que nadie la va a creer ni la va a apoyar, es mejor aguantar y esperar que haya más días buenos que malos. Solo le queda el miedo como compañía y desde el miedo toma la errónea decisión de callar y aguantar, sin darse cuenta del enorme riesgo que corre su vida y la de sus criaturas. 

Cada vez que se oye esa afirmación aparentemente comprometida, pero tóxica y letal a más no poder, que dice que todas las violencias son igualmente condenables, una mujer que puede ser adolescente o pensionista, asalariada o millonaria, jueza o limpiadora, argentina, guineana o valenciana piensa que ella tiene la culpa, ella y solo ella, de la mierda de vida que tiene, sometida a un verdugo con el que está obligada a convivir.  Cree que ha sido su destino, su mala suerte, sus malas elecciones, sus circunstancias las que la han colocado en esa situación.

Cada vez que se niega la existencia de la violencia de género considerando que no es más que violencia doméstica, se oculta el hecho de que la violencia doméstica causó en 2022 el encarcelamiento de 8.151 hombres y mujeres, culpables de terribles crímenes en el ámbito familiar protagonizados por hermanos, cuñados, hijas o madres que agredieron a cualquier otro familiar o conviviente. Pero la violencia machista fue la causa de que 36.161 hombres en el mismo periodo fueran sentenciados, todos ellos, hombres. Siendo todas sus víctimas, mujeres.

Es la violencia machista la que ha asesinado a más de 1.200 mujeres desde 2003 que hay registros, la que ha encarcelado desde esa fecha a más de 800.000 agresores con condenas firmes, la que ha provocado más de dos millones de denuncias a pesar de que sólo se denuncia el 30% de los casos. 

Analizada desde los fríos datos estadísticos que no se prestan a la manipulación, la violencia sobre las mujeres tiene una causa única y común: les pasa porque son mujeres. Porque el serlo, para algunos hombres, las convierte en objetos que pueden ser poseídos como las mascotas o el coche, en seres no humanos que carecen de los derechos que a éstos se les reconocen. Las matan porque son mujeres, las maltratan porque pueden.

Negar la violencia sobre las mujeres por el hecho de serlo o igualarla a otras manifestaciones violentas que afectan a hombres, mujeres y niños igualmente condenables pero que tienen una incidencia mucho menor, es destrozar a patadas el muro protector de las mujeres que sufren maltrato y dejarlas expuestas a la intemperie. Implica la desaparición de los recursos específicos, de los servicios especializados. Es fruto de la total incomprensión de las causas profundas de su tragedia, que no es otra que la desigualdad entre mujeres y hombres.

Por eso hay que llamar a las cosas por su nombre porque no se trata de un juego inofensivo de palabras sino de jugar al ocultamiento y la confusión para dejarlas todavía más solas y vulnerables.

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