Entrevista | Mariano González Baldoví Historiador

"Hay que recordar a los propios setabenses y al resto de valencianos cuál ha sido el papel de la ciudad en la historia de nuestro país"

El alcalde de Xàtiva y la vicerrectora de Cultura presentan hoy en la Casa de la Cultura los cuatro volúmenes del «Diplomatari Inèdit» obra del historiador y acadèmico

Mariano González Baldoví.

Mariano González Baldoví.

Lluis Cebriá

 La Casa de la Cultura de Xàtiva acoge hoy martes (19.30 horas) la presentación del ambicioso trabajo de investigación Civitas populusque Saetabis. Diplomatari inèdit de Xàtiva, 1306-1944, una colección de cuatro volúmenes que reúne un total de 2.061 documentos fruto de más de 30 años de investigación en numerosos archivos, desde 1978, y del posterior trabajo de ordenación, clasificación y sistematización, que ha durado ocho más. Su autor, Mariano González Baldoví (Xàtiva, 1946), historiador del Arte y acadèmico, además de exregidor de Cultura de referencia, brinda este trabajo —de libre consulta en el Arxiu Municipal de Xàtiva—, a los investigadores e historiadores que deseen desarrollar algún estudio a partir de cualquiera de los documentos recopliados. El alcalde de Xàtiva, Roger Cerdà, y la vicerrectora de Cultura de la Universitat de València, Ester Alba, presentarán la obra junto a González.

¿Cuál fue el primer documento histórico sobre Xàtiva al que tuvo acceso? ¿Y cuál el último, aquel con el que ha dado por cerrado el Diplomatari?

En 1978, leyendo el pasaje referente a las obras de reparación de los daños producidos por los terremotos de 1748 en la iglesia de Santa Tecla, di con una frase que carecía de sentido, y decidí consultar el texto original, que sí tenía sentido. A partir de aquel momento me convencí que era imprescindible ir a la fuente documental, además de las citas bibliográficas de terceros. El documento que cierra el Diplomatario es una reducida cita de la famosa Causa General de España, confeccionada a poco de acabar la guerra civil.

¿Qué documento le ha parecido más peculiar, curioso, extraño…? No por su importancia sino, tal vez, por la información que nos aporta.

Me sería difícil escoger un solo documento de entre los más de dos mil que seleccioné para el Diplomatario. Si no parece un abuso, citaría cuatro: 1. Las disposiciones ordenadas por Jaume II para el funcionamiento de la Fira: Construcción de un local a propósito, su uso a lo largo del año, tasas a satisfacer, traslado forzoso als Porxins de la Fira, durante su celebración, de la actividad mercantil y legal de la ciudad, así como la construcción del Portal el Puig, para facilitar el trasiego; 2. El inventario post mortem de los bienes del mercader y banquero francés Domingo Guàrdia; 3. el proceso del Tossalet por estupro; 4. y finalmente, el memorial del jurista Menor, dirigido a Carlos III, sobre el despojo continuado a la ciudad.

¿En qué momento consideró que era necesario o conveniente reunir los documentos que ha ido encontrando a lo largo de estos años y sistematizarlos?

Me pareció un deber cívico, a partir de mi jubilación en 2011, porque ya no tenía mi tiempo ocupado en la gestión y dirección del museo, y además por ser consciente de que la vida humana es breve.

«Con la crema de Xàtiva los setabenses perdimos todo pasado, toda memoria, toda hazaña o hecho glorioso al que aferrarnos»

En este trabajo se refiere a Xàtiva y su ámbito, con lo que el Diplomatari en cierto modo reivindica un pasado para Xàtiva en el que la ciudad tuvo una enorme importancia, un gran liderazgo territorial, político…

No usaría tanto el término reivindicar, como el de traer al presente, el recordar a los propios setabenses y al resto de valencianos cuál ha sido nuestro papel en la historia de nuestro país y la del resto de posesiones de los reyes. De ese modo estaremos en posición de ir con la cara bien alta, y reclamar el puesto que nos corresponde, no sólo por nosotros, sino por orgullo de todos los valencianos. Xàtiva era un municipio cabeza de un extenso territorio, que, a grandes trazos, incluía pequeños nucleos poblados, calles de la ciudad, ahora independientes, en zonas hoy conocidas como La Canal, la Ribera y la Vall d’Albaida, además de nuestro hinterland estricto.

¿Qué lamenta no haber encontrado? ¿Hay indicios de alguna documentación posible que, sin embargo, no ha podido localizar finalmente o que tal vez ya no exista?

Hay referencias a muchísimos documentos que se perdieron, citas de su contenido y en algunos casos quién los tenía en su poder a fines del XIX. Me hubiera gustado hallar alguna crónica o un dietario, de los acontecimientos de la Guerra de Sucesión, narrado por alguien del bando perdedor.

Xàtiva ha sufrido saqueos y destrucción, como el incendio de 1707. ¿Cómo definiría la magnitud de lo perdido; el gran vacío documental que dejó aquel hecho?

El desastre para la ciudad, sus gentes y su futuro fue definitivo. Las comunidades humanas se sienten cohesionadas e identificadas a través de sus mitos, leyendas y de la historia que los distingue del resto. Tienen un héroe: Teseo, Eneas, Carlomagno, don Pelayo, Jaume I, sus gestas reales o fantásticas, y sus tradiciones, leyes, costumbres, hitos, en especial de todo aquello que emana de los escritos y regula su calendario y sus vidas. Los setabenses perdimos todo pasado, toda memoria, toda hazaña o hecho glorioso al que aferrarnos. Jamás se recuperó la ciudad, que no pudo generar nuevos referentes, porque ya había pasado el momento de aquellos. La pérdida de conciencia propia, la rendición ante lo invencible, así como la huida de sus elites generaron una idiosincrasia negativa, de desconcierto, que la ha llevado a la insignificancia.

En estos 45 años de obtención de documentos, ¿Ha habido otros hallazgos que han aflorado sin tener que esperar a la edición del Diplomatari?

A lo largo de estos años, algunos documentos de interés, que formaban parte de, llamémosle, mi banco de datos, fueron hallados y publicados por otros investigadores, por lo que tuve que suprimirlos de la selección del Diplomatario. En algunos casos, no en todos, claro, se trataba de textos poco relevantes, que investigadores bisoños se apresuraron a publicar. Otros son tan extensos y extraordinarios que era imposible incluirlos, y reclamaban una edición específica. Si tuviera que elegir dos asuntos surgidos en los últimos años, me resultaron de especial interés el manuscrito de Goterris sobre el convento del Carmen, que da también algunas noticias acerca de la Guerra de Sucesión, y por último los referentes al turbio asunto de la tabla de los Principados del convento de la Consolación.

Se puede hablar de más de 30 años, desde 1978, buscando en los archivos y localizando documentos de interés y, posteriormente, los ocho últimos: los de la ordenación de todo ello desde 2015 aproximadamente. ¿Qué proceso ha sido más complicado?

Desde mi punto de vista, hubo dos momentos fundamentales en la génesis del proyecto: el peregrinaje por diferentes despachos en búsqueda de padrinos o patrocinadores, de una edición que se adivinaba costosa tanto por la extensión y como por el segmento de destinarios, forzosamente reducido. El segundo proceso, de difícil solución, fue valorar, estudiar, elegir el orden más conveniente para exponer un contenido tan enormemente variado y de cronología tan dilatada. Usualmente, los historiadores escogemos el orden cronológico, que permite a lector seguir la progresión de los hechos. No obstante, en este caso era de imposible aplicación por la naturaleza de los contenidos. Después de consultarlo con otros colegas, ya que siempre hay alguien que sabe más que uno, se decidió por la exposición mixta: cronológica y temática, sustentada por las notas de pie de página necesarias para guiar al investigador.

¿De cada documento incluido en el Diplomatari, qué información ha implementado?

Cada documento está identificado mediante un código de ocho cifras: año, mes y día. Luego, siguiendo la norma habitual usada por los profesionales, figura la fecha y el lugar en el que se emitió el documento. Después, el archivo donde se conserva, la signatura que tiene en ese archivo y, en el caso que lo requiera, las páginas, si es que el original es extenso y sólo se ha transcrito el fragmento que interesaba. Le sigue una regesta, que es un resumen, redactado por el autor, en el que se condensa lo más destacable y fundamental del documento, a fin que el investigador sepa, sin necesidad de leerlo entero, de qué trata, qué contiene. Finalmente, la transcripción del documento original.

El Diplomatari lo plantea, según ha destacado, como un punto de partida para futuras investigaciones. ¿De qué manera pueden utilizarlo como herramienta de trabajo los historiadores?

Un libro o artículo sobre Historia elabora su contenido a partir de la bibliografía preexistente, si la hubiera, más los documentos, que aportan la novedad, o el conocimiento mejor y mayor acerca del tema que trata: bandolerismo, contrabando, etc. Piénsese que, aunque la Historia es una ciencia, porque usa métodos científicos para su estudio, no es exacta, sino susceptible de diversos enfoques, e incluso de modificaciones y ajustes, si documentos inéditos arrojan nueva luz o facilitan instrumentos para conclusiones más atinadas. Un Diplomatario, en cambio, no elabora, no teje historias a partir de los documentos que incluye, sino que los expone para que los investigadores de distintas materias los usen. Un Diplomatario tan extenso como este sirve a especialistas en lingüística, toponimia, prosopografía, migraciones, agricultura, comercio, urbanistas, historiadores de arte, etc.,

¿Todavía le quedan ganas para meterse a bucear en archivos y localizar algo de sumo interés o el diplomatari cierra toda aventura investigadora?

Diría que a un investigador nato nunca se le sacia el hambre de aprender más, de abrir la caja siguiente, y devorar su contenido, unas veces sorprendente, inesperado, y otras que complementa o varía lo que ya sabíamos sobre tal o cual asunto o persona. Por suerte, en nuestra ciudad, pero sobre todo fuera de ella, se conservan miles de documentos que esperan ser estudiados. No obstante, investigar es caro, porque los archivos están distantes, y una investigación puede llevarte varios días, o semanas. No hay líneas de ayudas para pagos de desplazamientos y dietas.