Quizás no sea la imagen que mejor refleja el espíritu contradictorio del ser humano ni tampoco la que vaya a detonar una reflexión sobre el rumbo autodestructivo de lo que consideramos civilización. Pero en el World Press Photo también hay lugar para las hormigas, incluso para seres más pequeños. Una secuencia muestra a parásitos que se introducen en algunos organismos y modifican su comportamiento, dando lugar, por ejemplo, a las conocidas como Hormigas Zombi, las cuales escalan árboles por órdenes de un pequeño hongo instalado en su interior, que controla sus movimientos al tiempo que les va devorando. Y ahí está, en la pared, cuelga la fotografía del pequeño insecto con la cabeza florecida.

Imágenes como esa dan cuenta de la diversidad de un premio que abarca, al menos, todo lo que queda de la estratosfera hacia dentro. Pero las hormigas, no crean, son solo una anécdota perdidas en un premio en lo que interesa es el relato «humano», como apuntaba el director de exposiciones del premio, Paul Ruseler. Desde ayer, todas las caras de nuestra especie están expuestas en el Palau de Valeriola, sede de la Fundación Chirivella Soriano, en el compendio de instantáneas que optaron a ser la mejor de 2014. La exposición, en la que este año se ha implicado por primera vez el gobierno municipal con la realización de carteles publicitarios, tendrá continuidad al menos durante tres próximas ediciones, según el convenio que anunciaron ayer las entidades organizadoras, entre ellas Doctornopo.

«Nuestras imágenes suelen reflejar conflictos, pero esta es diferente», explicaba Ruseler sobre la ganadora de la última edición, obra del danés Mads Nissen, en la que aparecen Jon y Alex, una pareja gay durante un momento íntimo en su casa de San Petersburgo y que tiene una réplica en relieve. «Contrasta con la violencia que sufre el colectivo LGTB durante estos días», abundaba Ruseler.

En la muestra de este año, por cierto, no aparece ninguna con premio a un español, de entre las casi 100.000 que concurrieron en las nueve categorías que ofrece el certamen más prestigioso de fotografía. Están también el conflicto en Ucrania y los refugiados sirios y un barco de almas sonrientes esperando un futuro mejor en Europa. Acérquense, verán que bajo el suelo del barco hay hacinadas otro centenar más de esperanzas. Los premios han incorporado un código ético para que el jurado se asegure de que las imágenes ganadoras no han sido manipuladas y tampoco recogen una escena preparada. Queda prohibido adulterar el relato.