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Entrevista

Álex de la Iglesia: "Ni oficio ni genialidad, dirigir es más cuestión de paciencia"

Ajeno a fallas y tracas, el director rueda doce horas al día durante esta semana en unos estudios de Paterna «El bar», su nueva película, protagonizada por Mario Casas, Blanca Suárez y Carmen Machi

Álex de la Iglesia: "Ni oficio ni genialidad, dirigir es más cuestión de paciencia"

Pasan unos minutos de las 8.30 de la mañana. Es la segunda semana con El bar, su nueva película, en Valencia y le esperan doce horas de rodaje „una será para la comida„ en los estudios Galaxia de Paterna. «Estamos aquí desde el día 8 y nos iremos el martes o miércoles de la semana que viene», explica Álex de la Iglesia con la voz a punto para empezar a dar instrucciones. La primera unidad, con las estrellas, llegó hace unos días y el trabajo se ha intensificado: «Estamos cumpliendo el plan de trabajo, aunque nos está costando sangre. Es de los rodajes más complicados en los que he estado, con mucho esfuerzo físico y presión constante».

Decía François Truffaut que sus películas cambiaban una enormidad durante el rodaje, pero el cineasta vasco no es de esa cuerda. «Me parece un error. No es bueno cambiar nada. El director debe mantenerse fiel a lo escrito. Esa es la lucha», afirma.

Contagia tranquilidad. Todo lo contrario que uno pensaría de alguien poco antes de entrar a gobernar en un plató de rodaje. Con el añadido de que además es coproductor del filme. «Es muchísimo más complicado, el nivel de responsabilidad es infinitamente mayor „responde„. No solo estás pensando en dirigir la película, sino en cómo acabarla en fechas y que las cosas sean como se habían planeado. Se triplican los problemas, pero por lo menos los controlas tú, no recibes sorpresas de otros».

El bar es el tercer producto „y el de mayor dimensión, con cerca de cuatro millones de presupuesto„ de la alianza de la productora de De la Iglesia y su mujer, Carolina Bang, con la valenciana Nadie es Perfecto (Kiko Martínez). En cartera tienen dos proyectos más, el nuevo filme de Zoe Berriatúa (En las estrellas) y, antes, Pieles, un largo dirigido por Eduardo Casanova en el que participa la plataforma de cine por internet Netflix.

¿El futuro está fuera de la pantalla grande?

Desde luego no está solo en la pantalla grande. Es un hecho que la oferta legal en internet es el nuevo camino para el cine.

Lo moderno es sostener que la vanguardia en el audiovisual está hoy en las series de televisión. ¿Lo firmas?

Sin duda alguna la vanguardia, al menos narrativamente, está en las series.

¿Es porque la presión de la taquilla ha llevado al cine al conservadurismo?

El cine es un negocio desgraciadamente destinado solo a un entorno muy minoritario o a un público adolescente. Eso circunscribe mucho la producción y obliga a realizar películas sin grandes sorpresas, porque estas generan una pérdida de audiencia. Pero no nos podemos cerrar en eso.

¿Pero el sistema del cine financiado por las televisiones privadas no está dejando el cine de autor en una rareza?

Me he puesto a producir para luchar contra eso. Porque me gusta mucho el cine y me gustaría ver películas que no se hacen. Por eso hemos producido las películas de Zoe y Pieles, que es un cine difícil y arriesgado, y es fantástico.

¿Podemos lanzar las campanas al vuelo y dar como un hecho consolidado el éxito del cine español, al menos en taquilla?

Creo que lo tenemos que celebrar es que se está trabajando mucho y se están haciendo buenas películas de gran repercusión internacional, pero pasaría de campanas. No hay que quejarse y no hay que celebrar, hay que trabajar.

Pero el cine español hace tiempo que no toca bola en los grandes festivales...

Los festivales dependen mucho de saber con quién tienes que hablar y, ahora que cuesta hacer una película, ese segundo paso se olvida. Deberíamos tener una infraestructura bien montada para no solo rodar, sino lanzar bien las películas.

En El bar un grupo heterogéneo de gente queda atrapado una mañana cualquiera en un bar corriente de Madrid después de una muerte violenta. El encierro no es solo ficticio. Álex de la Iglesia casi no se ha enterado de que a su alrededor, en Valencia, han ido creciendo fallas. «Y me fastidia, porque no lo he visto nunca y por cuestiones de decorado me encantaría ver cómo están esculpidas y pintadas».

El encierro puede ser un punto de contacto con La comunidad, pero él considera que los vínculos son pocos: «Todos estamos encerrados. Quizá es el gusto por lo cotidiano lo que más las une».

Mario Casas y Blanca Suárez son los protagonistas, junto a dominadoras de la escena como Carmen Machi y Terele Pávez. Los valencianos Mamen García y Diego Braguinsky también forman parte del reparto. De la Iglesia está feliz con sus estrellas. «Saben hacer fácil el rodaje», dice.

«Una persona que trabaja en el cine no solo ha de dar bien en pantalla, sino saber relacionarse y aceptar las condiciones de un rodaje „explica„. Al final, el cine es bastante técnico. No creas que es producto de la inspiración».

Álex de la Iglesia no es muy de citas „«constriñen la realidad y no terminan de decir nada», defiende„, pero qué le vamos a hacer? Nadie es perfecto, como dice la productora de su socio Kiko. Orson Welles presumía de que lo primero que oyó en la cuna fue la palabra genio. ¿Dirigir es cosa más de oficio o de genialidad? «De paciencia, fundamentalmente», sentencia el vasco.

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