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Crítica de música

De Primera División

Sociedad Filarmónica de Valencia. Obras de Gaspar Sanz, Santiago de Murcia, Falla, Albéniz y Gallardo del Rey. Int.: José Mª Gallardo del Rey, guitarra y Roberto Vozmediano, percusión

Igual que sucediera con el piano en el Romanticismo, la guitarra fue el último gran instrumento en imponerse al público de concierto en el siglo XX. No se entendería esta incorporación sin las figuras de Francisco Tárrega, Andrés Segovia, el paraguayo Barrios, el uruguayo Carlevaro o el venezolano Alirio Díaz.

Muy acertada, pues, la elección de un guitarrista para iniciar el nuevo curso de la SFV ya que no es un instrumento que se programe con la frecuencia debida en nuestros auditorios. José Mª Gallardo del Rey (Sevilla, 1961) figura desde hace lustros en la primera división de los defensores de las seis cuerdas, no solo como intérprete sino también como compositor. Buena muestra de su talento fue la «Suite Lorca» así como sus tres piezas de «The trees speak» y «Rosales». Gallardo del Rey trabaja con cuidadoso oficio las canciones rescatadas por Gª Lorca y las reelabora pero siempre pero sin perder de vista (y de oído) su esencia original que él acerca sin timidez hasta la frontera del flamenco. Su guitarra tiene canto y quejío, pero tambien rima y aliento. Los acertados apoyos con la percusión de Roberto Vozmediano, bien con el cajón peruano o desde el udu africano, pusieron un singular contrapunto en tan personal trabajo. Pero donde se pudo apreciar la calidad del maestro sevillano fue en la «Tocatta a la manera de Corelli», de Santiago de Murcia, defendida con hermosísimo sonido en sus cuatro movimientos. Con el fraseo bien dicho del Grave, la justa precisión rítmica en el Allegro y la Giga, y la precisa pulcritud del sonido en el Despacio, Gallardo del Rey certificó su nivel ante el público valenciano. Abrió el recital con una colección de danzas y canciones españolas de Gaspar Sanz, de transcripción propia, un material del que se han nutrido tanto Rodrigo como Sainz de la Maza y hasta Manuel de Falla. Su interpretación se escuchó aquí menos equilibrada y necesitada de un punto de sosiego, aunque siempre atendiendo al carácter propio del barroco español. Y así, en el «Homenaje a Debussy», de Falla, tradujo a la perfección el misticismo de la obra. Ágiles y venteadas resultaron tambien sus versiones de «Cádiz» y «Sevilla», de Albéniz. Después de las ovaciones, ambos artistas cerraron la sesión con «Sons de Carrilhôes», una cadenciosa pieza del brasileño Joao de Pernambuco. Buen inicio de temporada.

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