La cinta de Pedro Almodóvar, Dolor y gloria, fue la gran protagonista ayer en la alfombra roja del Festival de Cannes. La película, rodada en las cuevas y la torre moruna de Paterna, es una de las favoritas de la 72.ª edición del certamen junto a Sorry we missed you, de Ken Loach o The dead don't die, de Jim Jarmusch. El director manchego acudió ayer a la alfombra roja acompañado de Antonio Banderas y Penélope Cruz, dos de los nombres más llamativos del reparto junto a los de Asier Etxeandía o Leonardo Sbaraglia.

«La impresión que hay es que Cannes y yo siempre hemos vivido una historia de amor, pero en absoluto ha sido así», aseguró el director a los medios.

Almodóvar ha sido el único español en inaugurar el certamen (con La mala educación en 2005) y el único en presidir su jurado (premiando a The Square de Ruben Östlund en 2017). Precisamente esta última experiencia cambió su forma de enfrentarse al festival: «Te da más información de cómo funcionan realmente las cosas. Hay poco tiempo para ver las películas. Yo habría agradecido poder ver la mitad de las aspirantes una segunda vez. A veces me sentía como Malcolm McDowell en La naranja mecánica», bromeó durante su encuentro con la prensa española desplazada al festival.

En su sexta participación a concurso en Cannes, Almodóvar prefirió no adelantarse a los resultados. «La prensa francesa cree que estoy loco por la Palma de Oro, pero no es el caso. La aceptaré encantado de la vida, pero ni mi cine ni mi vida van a cambiar por eso», aseguró.

Su presencia en Cannes ha imposibilitado su participación en la campaña electoral de las municipales, pero el cineasta ya anunció públicamente su apoyo a la candidatura de Manuela Carmena.

El ministro de Cultura, José Guirao, asistió a la proyección de Dolor y gloria para «apoyar al cine español». También estará presente hoy en el estreno de Liberté, de Albert Serra, en la sección Una cierta mirada, la segunda en importancia del festival.