Pedro Almodóvar esperaba el León de Oro del Festival de Venecia desde hacía más de tres décadas. Finalmente ayer se quitó la espina al recibir como un «hecho de justicia poética» ese premio, otorgado ahora a toda su trayectoria. La Mostra dedicó esta distinción a Almodóvar al considerarle el director español más importante desde Luis Buñuel y también al verle como todo un hijo pródigo, pues fue en Venecia donde tuvo su debut internacional en 1983 con Entre tinieblas. «Creo que el tiempo me está dando la razón (...) Yo me siento un poco como que 31 años después me están dando el León de Oro por una película que traje en 1988. Y me gusta creer que es un hecho de justicia poética», defendió tras presumir que sus películas demuestran que ya desde el principio la democracia española era real: «Yo era una demostración de ello», sostuvo, después de reconocer que el gran nutriente de su genio era la calle, la «interminable y divertida» noche madrileña. Este recuerdo le sirvió para reivindicar la España actual como un país «moderno» pese al reciente auge de partidos de ultraderecha, a los que animó a restar importancia.

Ahora, a sus 69 años, no ve un futuro sin cine.