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Camilo Sesto, desde lo más alto

Tras medio siglo de carrera y millones de discos vendidos, el músico valenciano falleció ayer en un hospital de Madrid - Hoy se abre la capilla ardiente en la SGAE pero sus cenizas serán trasladadas a Alcoi, la ciudad en la que nació hace 72 años

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Camilo Sesto, su vida en imágenes

Camilo Sesto era un gigante de la música popular. Olvídense de sus últimas apariciones en televisión, de las burlas, de las operaciones estéticas, de sus imitadores, de sus intentos por engancharse a una modernidad que ya no le hacía falta, de la larga decadencia. Pero acuérdense de «Jamás», de «Perdóname», de «Melina», de «Algo de mí», de «Vivir así es morir de amor», de «Getsemaní»... Acuérdense de que a diferencia de Raphael, Julio Iglesias y la mayor parte de los artistas melódicos de la España de los 60 y 70, el artista valenciano fue, además de un cantante excelso, un compositor inspirado y un productor valiente. Acuérdense de que, con Franco aún en la cama, se atrevió a estrenar en España una obra tan «sacrílega» como Jesuscristo Superstar. Acuérdense de que actuó en medio mundo y que llenó el Madison Square Garden de Nueva York. Y, sobre todo, recuerden que gustaba a millones de personas y que vendió millones de discos (entre 120 y 170 millones, para no ser exactos) y que su música forma parte de millones de vidas. Ayer, a los 72 años, murió uno de los artistas pop españoles más importantes de todos los tiempos.

Su cuenta oficial en la red social Twitter comunicó a primera hora de la mañana la muerte del artista, que fue provocada por un fallo renal por el que había ingresado en el Hospital Universitario Quirónsalud Madrid (Pozuelo de Alarcón, Madrid), según apuntó el representante del cantante, Eduardo Guervós. «Lamentamos mucho comunicaros que nuestro gran y querido artista Camilo Sesto nos acaba de dejar», publicaban desde el círculo del artista. Su estado de salud, señaló ayer Guervós, se encontraba «muy deteriorado» a causa de estas complicaciones renales, por las que ya había sido ingresado el pasado año.

La capilla ardiente para velar los restos mortales del cantante valenciano será instalada hoy en la sede central de la SGAE en Madrid, y posteriormente sus restos serán incinerados. Las cenizas serán trasladas posteriormente a Alcoi, por deseo expreso del cantante.

Ambición temprana

Allí, en la capital de l'Alcoià, fue donde un 16 de septiembre de 1946 nació Camilo Blanes Cortés. El «Sesto» de su nombre artístico parece ser que vino por ser el «sexto» Camilo de su familia, según él mismo le explicó a Juan Pardo, productor de sus dos primeros discos. Desde bien pequeño, demostró en el coro de la iglesia, en las representaciones de fin de curso y en las fiestas familiares, maneras de buen cantante. Siendo ya un adolescente atravesado por la beatlemania formó su primer grupo, Los Dayson, con los que actuaba en bodas, bautizos y comuniones y con el se fue a Madrid para participar en el programa de televisión «Salto a la fama» interpretando la popular «Flamenco» de Los Brincos.

Los Dayson volvieron a Alcoi pero para Camilo aquel momento efímero de gloria televisiva le marcó la senda a seguir. Volvió a Madrid, lo pasó mal, sobrevivió pintando bodegones y paisajes que vendía en el rastro y en 1966 entró a formar parte como cantante de Los Botines, una banda bastante popular en Madrid con la que grabó varias canciones. Participó, además, en el rodaje de una película protagonizada por Miguel Ríos (El flautista de Hamelín) y también en Los chicos del PREU, con Karina de protagonista y con López Vázquez llamándole a Camilo «chupagomas, melenudo, alto, ye-ye».

En la mili conoció a Junior (de Juan y Junior) pero fue Juan Pardo su apoyo fundamental para dar el salto como cantante en solitario. Así, debutó en 1970 con la canción «Fresa salvaje» y después llegaría «Ay, ay Rossetta», dedicada a su novia de entonces (y hermana del batería de Los Brincos), Rosetta Arbex. Pero el espaldarazo definitivo llegó en 1971 primero con «Amor amar», con letra de Lucía Bose (con quien se le relacionó sentimentalmente), que estuvo once semanas en lo más alto de Los 40 principales, y después con «Algo de mí», la canción que definió para los restos el estilo Camilo Sesto.

El fenómeno mundial

Se desencadenó entonces el fenómeno popular que a día de hoy aún se constata cuando uno entra en Spotify y comprueba que, cada mes, 1,3 millones de personas de todo el mundo se conectan en esta plataforma musical para escuchar sus canciones; o cuando uno lee que su fallecimiento ha sido «trending topic» mundial. En 1972 Camilo viajó por primera vez a Latinoamérica, donde el éxito en España se amplificó exponencialmente. Se sucedieron los grandes discos -Solo un hombre, Camilo Sesto, Camilo, Amor Libre-, y los singles millonarios: «Todo por nada», «Sin remedio», «Ayudadme», «Quieres ser mi amante», «Jamás», «Melina».

En 1975 llegó un momento clave en su carrera, un hecho que sirvió para demostrar que allí había algo más que un excelso cantautor melódico. Camilo decidió adaptar al español una ópera rock escrita por Tim Rice y Andrew Lloyd Webber que en ese momento estaba triunfando en Londres. Era Jesucristo Superstar, estaba acompañado por Ángela Carrasco y Teddy Bautista (en el papel de Judas) y la estrenó un 6 de noviembre en el Teatro Alcalá-Palace de Madrid. Grupos ultracatólicos se manifestaron a las puertas contra esta obra impía, hubo incluso una amenaza de bomba, pero Camilo no se achantó. El éxito -más de crítica y público que económico-, fue clamoroso.

Y ese éxito siguió durante unos cuantos años más. Llegaron discos como Memorias, Entre Amigos, Rasgos, Sentimientos y Horas de Amor. Y canciones como «Solo tú», «Memorias», «Y... No», «Mi buen amor», «La culpa ha sido mía» o ese «Vivir así es morir de amor» que, ya en la década de los 90, imponiéndose a la imagen esperpéntica que ofrecía de él la televisión, se convirtió de nuevo en un inusitado éxito capaz de hacer bailar al personal a cualquier hora del día. Camilo coleccionaba números , discos de oro y de platino, carteles de no hay billetes en España, Italia, Inglaterra, Holanda, Latinoamérica, Japón e incluso Estados Unidos.

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Fallece el cantante Camilo Sesto

Los años difíciles

La década de los 70 fue de Camilo Sesto. Ningún artista español logró en aquella época un éxito tan avasallador. Y los primeros 80 tampoco fueron malos. Siguió vendiendo lo que no está escrito y discos como Horas de amor y Amaneciendo, y canciones como «Perdóname», «No sabes cuánto te quiero» o «Mi mundo tú» , seguían ofreciendo melodías suculentas y hallazgos musicales notables.

Pero los tiempos habían cambiado, el reinado de la canción melódica se tambaleaba ante los nuevos y más jóvenes modos rockeros. A mediados de los 80 Camilo se retiró temporalmente y nació su único hijo, Camilo Michel. Camilín, como se conocía popularmente al niño, centró la vida del artista, que no volvió a grabar hasta 1991, cuando publicó A voluntad del cielo, un álbum que en España pasó bastante desapercibido pero que en América vendió una barbaridad.

Por cierto, en ese álbum está «El meu cor es d'Alcoi», así, cantada en valenciano, su lengua materna. Un idioma con el que ya había cantado cuando estaba en los Dayson y con el que, al parecer, intentó grabar un disco entero que no contó con el beneplácito de la discográfica.

A finales de esa década Camilo intentó repetir la jugada de Jesucristo Superstar recurriendo de nuevo a Lloyd Weber para llevar a los escenarios españoles El fantasma de la ópera. Llegó a grabar una versión de estudio del musical, producida por él mismo, pero unos problemas legales impidieron su publicación. Mientras, arreciaban los rumores sobre la mala salud del cantante y, en más de una ocasión, algunos medios llegaron a darle por muerto, circunstancia que Camilo solía tomarse a veces en broma y otras con mucha amargura

También a finales de los 90 Ariola publicó un recopilatorio -Camilo Superstar-, que llegó a vender en pocos días más de 100.000 copias. Había una nueva generación de oyentes que entre la admiración, la coña y la sorpresa empezaba a darle valor a sus grandes canciones de pop sofisticado y sin complejos.

Los últimos tiempos

Ya en el siglo XXI, tras un transplante por una hepatitis que venía arrastrando desde los 80, Camilo volvió a escenarios y estudios con un disco, Alma, que en España pasó casi como producto independiente pero que en América vuelve a vender de manera considerable. Era un álbum «frankenstein» confeccionado con descartes, viejos temas «actualizados» y alguna nueva composición como «Mola mazo» que, chuflas aparte, acabó siendo su última declaración de principios: «No quiero ser sombra ni reflejo del ayer o huérfano de personalidad, no le temo al mañana de hoy si me dejan ser quién soy».

Poco a poco Camilo fue desapareciendo de la vida pública. De vez en cuando actuaba, seguía pintando, seguía componiendo canciones, recibía homenajes (como el de su ciudad, Alcoi, en 2016) y alumbrando proyectos como el Camilo Sinfónico publicado a finales de 2018 con colaboradoras como Marta Sánchez, Pastora Soler, Ruth Lorenzo y Mónica Naranjo.

Camilo Sesto fue un músico sobrado de recursos, un fenómeno de masas, un cantautor que elevó el melodrama a la cumbre del pop y el penúltimo representante de esa canción melódica en castellano que dominó medio mundo. Es un tópico, sí, pero es así: su muerte representa el fin de una época.

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