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Crítica musical

El rodillo australiano del pop

You Am I

el loco club

Circula una leyenda entre los más viejos del lugar que, como todas las leyendas, tiene una pequeña parte de verdad y mucha de fantasía: en el año 2004, en València, You Am I tocaron como teloneros de Cracker y se los merendaron. Les digo yo que no. Lo que pasó fue que los australianos hicieron un bolo soberbio, veloz y directo, que inflamó los corazones de los más adictos al ritmo. Los mismos que se enfriaron cuando los norteamericanos ofrecieron una segunda hora de su concierto repleta de country canónico. Y aquello se le hizo bola a más de uno. Otros, en cambio, vimos la luz. Pero oigan, cada uno con sus recuerdos y sensaciones, y todos tan amigos. Por eso, la actuación de los australianos despertaba cierto morboso interés, por aquello de las comparaciones y de revivir esos tiempos pasados que siempre fueron mejores.

El jueves, You Am I se vaciaron en el escenario hasta pasarse de vueltas. Tanto es así que, en un momento de frustración su cantante Tim Rogers, un trasunto de Rod Stewart en su época Faces, la emprendió contra la cámara de un fotógrafo. Cortísimo de voz, pero largo de tablas, el locuaz y chuleta frontman pidió perdón inmediatamente por la fechoría cometida. No soportó que el concierto no fuera perfecto, aunque estuvo a punto de serlo, la verdad. Comenzaron tirando de guitarras duras, oscuras, embarradas. Feroces y sin tregua, despacharon “Junk” y “Minor Bird” con contundencia setentera y pasaron a las melodías brillantes marca de la casa de “My own hand” y “Mr. Milk”, cuya mezcla de potencia y estribillo la hacen perfecta. La apisonadora continuó imparable con su faena pasando por encima de “How much is enough” y “Jewels and bullets”, magníficas, aunque algo deslucidas por la voz de Tim, que intentaba curarse la afonía hincándose a morro una botella enterita de vino. El repertorio no dio respiro al personal, que saludó con gozo el pop eléctrico y distorsionado de “It ain’t funny”, “Good morning” y “Get up”. Tras confesar que esa misma tarde casi se matan en Honrubia viniendo de Madrid -como todos, vaya- la banda se despidió con un enigmático “recordadnos” después de acometer “Berlin” con el poder y la épica de aquella época gloriosa e inocente de la que hablan las leyendas.

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