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La pintura desaparecida que regresa al Museo de Bellas Artes

Las investigaciones y las donaciones anónimas han permitido a la pinacoteca valenciana recuperar varias obras sustraídas de su colección o que estaban a punto de pasar a manos privadas

La pintura desaparecida que regresa al Museo de Bellas Artes

La recuperación del patrimonio artístico, advierte Pablo González Tornel, director del Museo de Bellas Artes de València, no solo consiste en salvar del olvido un edificio histórico, una iglesia o un palacio, ni tampoco es únicamente restaurar una pintura que ha sufrido los avatares de tiempo. «Hay una acepción más directa -indica- que nos habla de ese patrimonio que retorna al museo fruto de una labor de investigación, de unas pesquisas policiales o de la generosidad de algunos particulares que consiguen que piezas que legítimamente debieran formar parte de la colección se pongan a disposición de todos y todas».

Este ha sido el caso del ‘San Martín partiendo su capa’ de Andrés Marzo cuya inesperada recuperación ha anunciado el Bellas Artes esta semana. La pieza aparecía consignada en el catálogo-guía del Museo de 1955, aunque se dio por desaparecida en los años 70 del siglo pasado. «Un anónimo coleccionista, al descubrir que, tras pasar por muchas manos, la pieza que obraba en su poder era propiedad nuestro museo, contactó a través de una galería de arte con nosotros para hacernos llegar la obra», explica González Tornel.

La tabla que llegó a la pinacoteca valenciana el 7 de mayo representa a san Martín de Tours, a caballo y vestido con armadura, en la conocida escena de partir su capa por la mitad con un mendigo aterido que encontró cerca de Amiens. En un segundo plano, aparece el santo durmiendo, mientras se le aparece Cristo rodeado de ángeles, vestido con la media capa. «Debe de ser un boceto de presentación para una obra mayor, desaparecida o todavía no localizada, tanto por el pequeño formato como por esa factura más deshecha», explica González Tornel.

La pintura desaparecida que regresa al Museo de Bellas Artes

Curiosamente, y tal como indica el responsable artístico del Bellas Artes, esta última figura la había utilizado Joan Ribalta para el lienzo homónimo del altar mayor de la iglesia de San Martín de Segorbe. Andrés Marzo la copió literalmente para realizar su composición. No es de extrañar porque Marzo era hijastro de Ribalta y se formó con él hasta el fallecimiento del maestro en 1628. Después, a través de su madre, heredó todo el material artístico del taller fundado por Francisco Ribalta.

La pintura desaparecida que regresa al Museo de Bellas Artes

La «Adoración» de Vergara

El pasado marzo el Bellas Artes recuperó la Adoración de los Reyes Magos de José Vergara, un dibujo que fue dado a conocer por Adela Espinós en la catalogación de dibujos del museo publicado en 1984 al saber de él por una fotografía antigua ya que había sido robado de la colección en una fecha indeterminada.

La pintura desaparecida que regresa al Museo de Bellas Artes

«Es una escena significativa porque este tema solo es tratado por Vergara en dos ocasiones: una es esta y la otra es un medallón ovalado que se ha localizado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando», indica el director. «El hecho de que la escena estuviera en ese formato triangular, a modo de pechina, hace pensar que formaba parte de un proyecto pictórico para una capilla que finalmente no se realizó, pero al que era tan asiduo este pintor que decoró casi todas las iglesias valencianas de la segunda mitad del siglo XVIII», añade.

Años después de ser sustraído del Bellas Artes, este dibujo llegó a manos de un galerista madrileño que, al enterarse de su procedencia, se puso en contacto con el museo para su devolución. Para David Gimilio, técnico de arte valenciano del museo y experto en Vergara, este es «quizás uno de los dibujos más excepcionales del artista, tanto por su equilibrada composición como por la técnica, a lápiz y con esos toques de albayalde que iluminan la escena».

Los Pinazo del Círculo

Más compleja legalmente ha sido la recuperación de los dibujos y pinturas de Ignacio Pinazo Camarlench que pertenecían al Círculo de Bellas Artes de València. «Esta institución, básica en el ámbito artístico de las primeras décadas del siglo XX, ha desaparecido por problemas económicos y financieros -recuerda el director-. Su colección se ha vendido en pública subasta y muchas de estas obras, con solera y de relevantes artistas valencianos, han sido adquirida por otros particulares amantes del arte. Pero no todas».

A partir de un documento del archivo de la Casa-Museo Pinazo de Godella, que fue puesto en conocimiento de Pablo González Tornel y que por deseo de los herederos del pintor obligaba a que estas obras no pasaran nunca a manos privadas, el Bellas Artes pudo recuperar 21 trabajos, algunos de ellos tan interesantes como el ‘Jardín de la Casa de Godella’, una variante de ‘La cruz del Molino de Godella’, que pertenece al museo. «No deja de ser un recurso pictórico marcadamente impresionista -subraya el historiador-. El pintar un mismo espacio a diferentes horas del día, con diferencia climatológica, desde ángulos diferentes por ver o investigar, cómo el espacio, los objetos, el cielo varían con la luz».

De esta colección salvada de la subasta destaca también una pequeña tabla que recrea una de las torres del Palau de la Generalitat. Un pequeño formato que Pinazo dominaba con maestría absoluta y que eleva el apunte o el esbozo a categoría de obra maestra. «Con delicadeza y gran técnica reproduce el edificio histórico, pero es capaz de superar el virtuosismo pictórico con una serie de pinceladas de gran libertad que permiten intuir otros elementos», concluye.

Del ya extinto Círculo se han recuperado también 16 dibujos de Pinazo de temática muy variada, «como todo aquello que verdaderamente le interesaba a Pinazo», apunta el director: La gente del pueblo realizando su día a día, en misa, en el mercado, asistiendo al trinquete de Marxalenes, tocando música en la banda… incluso un ‘Autorretrato’, fechado en 1913, tres años antes de su fallecimiento.

En aquel documento se hablaba también de tres magníficos retratos pintados por Pinazo de Constantino Llombart (ca. 1884), de Fernando Richart (1884) y Carmelo Lacal (1892) que fueron entregados «de forma anónima» por un particular que los tenía en posesión.

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