Aramburu vuelve a la serie de "gentes vascas" con "Hijos de la fábula"
El autor de "Patria" considera "sano satirizar la violencia" con una historia de dos jóvenes guipuzcoanos que pasan la frontera para entrar en ETA cuando la banda terrorista anuncia su disolución
El escritor Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) regresa a la serie de «gentes vascas» con su nueva novela, Hijos de la fábula, que este miércoles presentó en Madrid. Es consciente de que para muchos de sus paisanos es «un tocapelotas» pero, según dice, no puede evitar cuando se pone a escribir meterse «en estanques llenos de caimanes»: «Me da igual. Si sintiera miedo al escribir, me dedicaría a la jardinería o al ajedrez».
Dos enfoques distintos
Hijos de la fábula (Tusquets) es una historia que se le ocurrió al mismo tiempo que la de "Patria", a raíz del anuncio de ETA del fin de la actividad armada. Con dos enfoques muy diferentes y tras el gran éxito de Patria, Aramburu comenzó esta novela tras preguntarse si cuando ETA decidió su cese, realmente todos los militantes estaban de acuerdo con la decisión de sus jefes o bien podría haber alguno que por su cuenta decidiera proseguir con la llamada lucha armada.
La novela está protagonizada por dos jóvenes, Asier y Joseba, que marchan en 2011 al sur de Francia para convertirse en militantes de ETA. Esperan instrucciones en una granja de pollos cuando se enteran de que la banda ha anunciado el cese de la actividad armada. Abandonados a su suerte, sin dinero, sin experiencia ni armas, deciden continuar la lucha por su cuenta, fundando una organización propia, una aventura que les pone a menudo al borde del esperpento. Aramburu cree que satirizar el totalitarismo o la injusticia es un ejercicio muy «sano» aunque sostiene que nunca supeditará su trabajo literario a postular algo ni a defender una tesis: «Sí tengo un filtro moral», explica, que le hace temer no estar a la altura «y causar daño a quien ya sufrió«, algo que, asegura, no se perdonaría a sí mismo.
Sin las víctimas, manos libres para la sátira
El hecho de que este libro dejara a las víctimas de ETA fuera, ya que no se hace ninguna mención a ellas, le dejó «las manos libres para la sátira», indicó el autor, que explicó no obstante que consultó el argumento con una de ellas. «A veces se habla de los límites del humor, que los establece el Código Penal, aparte de los que el autor se impone si tiene criterios éticos», dijo Aramburu. Esta novela forma parte de una serie de novelas o cuentos sobre «gentes vascas», dedicada a «los vecinos normales y corrientes del País Vasco», explicó Aramburu, que expresó su fascinación por el ser humano y el lenguaje.
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