Martínez Pisón: "Los primeros años de la posguerra fueron atroces"

"Una vez se hayan reparado los excesos del pasado, tendremos que pasar página y no volveremos a hablar de memoria histórica"

El escritor Ignacio Martínez de Pisón.

El escritor Ignacio Martínez de Pisón. / JM López

Joan Carles Martí

Joan Carles Martí

Martínez Pisón (Zaragoza, 1960) es uno de los mejores narradores. En su última novela, Castillos de fuego (Seix Barral), relata, en cinco episodios, el Madrid entre 1939 y 1945, con una cartografía reconocible y con diálogos que ayudan a representar la miseria del momento.

¿La memoria es traicionera?

Sí, porque nos devuelve el pasado que nos apetece recordar y no el que tendríamos que recordar. Entre unos y otros manipulamos el pasado y lo deformamos. No es extraño que esos los primeros años de la posguerra no hayan quedado grabados a plomo en la memoria de la sociedad porque fueron atroces.

¿La historia es traicionera?

Confío mucho en los historiadores, que tratan de buscar una versión que podamos compartir todos los demás. Solo hace falta un poco de curiosidad para saber lo que están investigando para que lleguemos a consensuar un relato común sobre nuestro pasado.

¿Y la memoria histórica?

Una vez se haya hecho reparación de los excesos y desmanes del pasado, tendremos que pasar a otra página y no volver a hablar de memoria histórica.

¿Ese es su leitmotiv, cuando los ganadores se dedican a asesinar y los perdedores a buscarse la vida?

El tema de la novela es la gestión de la victoria convertida en represalia y en reparto del botín de guerra. Al mismo tiempo, la supervivencia del Régimen, con las guerras intestinas en el propio gobierno franquista. 

¿Para superar una guerra hace falta tres o cuatro generaciones?

Queda poquísima gente que vivió la guerra. Solo queda la que recordó la guerra de cuando eran niños. La guerra se ha convertido en un recuerdo heredado, no real.

¿’Castillos de fuego’ son cinco episodios nacionales?

Galdós es uno de mis escritores de cabecera y sin hacer como Almudena [Grandes], me gusta pensar que podrían leerse dentro de un tiempo como unas novelas que dan una idea de aquellos años.

¿Es su novela más documentada?

Hay mucha documentación detrás, pero confío que no se note.

Lo preguntaba por si le ha costado mucho.

Llevo muchos años leyendo sobre esa época y es un Madrid tan fotografiado que no me ha resultado complicado.

¿Está escrita después de ‘Fin de temporada’?

Tenía en mente escribir sobre esta época desde hacía años, pero no tenía claro si lo quería hacer como crónica con personajes reales o una novela, que es lo que finalmente he hecho, mezclando biografías de personas reales.

¿Cuál es su personaje favorito?

Me gustan mucho las chicas, que tienen la mirada más limpia y las mejores intenciones. Los demás están todos bastante envilecidos.

Personajes que intentan sobrevivir.

La supervivencia es uno de los grandes temas. Volvemos al espacio de la tragedia, donde las leyes son arbitrarias y su aplicación casi siempre injusta, donde nadie te protege y salir adelante como puedas.

Hay pasajes que retratan una condición humana detestable.

Si no hubiera guerras y maldad, no sé como sería la literatura. Cuando escarbamos en la complicidad del alma humana, descubrimos lo que somos capaces de hacer cuando las circunstancias nos lo permiten. Nos devuelve la imagen del ser humano como animal de rapiña.

¿Novelar el pasado hace tener más equilibrios presentes?

Permite ver que vivimos en un tiempo privilegiado y valorar lo que tenemos.

¿Por qué somos incapaces de hacer un museo sobre la Guerra Civil?

Ha seguido presente y seguirá muchos años en la memoria de los españoles.

¿La realidad supera la ficción?

No somos capaces de imaginar como nos habríamos comportado en aquellos años. Pero si te colocas en un ambiente como estos personajes, no puedes estar seguro de que no acabes haciendo cosas siniestras.

¿El final está abierto?

Intento copiar la estructura desmadejada de la propia vida. Personajes que entran y salen, pero no tengo ninguna intención de hacer una continuación.

«El siguiente puñetazo fue tan fuerte que tumbó al detenido con silla y todo...». ¿La novela es un puñetazo?

Un puñetazo detrás de otro. Es mi novela más dura, donde la violencia no solo forma parte del clima sino de la propia esencia de los personajes. Una violencia que la percibes en cada momento.

¿Estamos jugando con fuego?

Por suerte, no existen rencores tan acendrados como en el 39, pero si hiciéramos casa a las redes sociales...

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