Crítica

Con el corazón en un puño

El pianista valenciano Óscar Oliver.

El pianista valenciano Óscar Oliver. / ALESSANDRO CARVALHO LOURENÇO

Justo Romero

Justo Romero

MISTICISMO Y MELANCOLÍA”. Óscar Oliver (piano). Obras de Dowland, Cabanilles, Schubert, Chopin, Poulenc, Janáček y Scriabin. Lugar: València, Aula Magna Conservatori Professional de Música. Entra­da: Alrededor de 200 perso­nas. Fe­cha: 4 mayo 2023.

Óscar Oliver (1976), pianista y catedrático del Conservatorio Superior de Música, se ha distinguido siempre por la fineza y lucidez de sus criterios musicales. El recital que ha ofrecido el jueves en el bien coordinado ciclo de conciertos del Conservatori Professional de Música no ha sido una excepción. Frente a tantos programas elaborados sin ton ni son, pensados más en la conveniencia del intérprete que en el sentido artístico, el pianista de Massalavés propone desde su plenitud expresiva un reflexivo recorrido centrado en dos elementos tan medulares a la música como el “misticismo” y la “melancolía”.

Programa de envergadura. Por exigencias pianísticas y el calado de sus contenidos. Desde la incursión en las músicas lejanas en el tiempo pero cercanas en el ánimo del londinense John Dowland y del algemesinense Joan Cabanilles, al misticismo teosófico que impregna Alexander Scriabin en su Fantasía de 1900, Oliver surcó un programa intimista y reflexivo, no exento de momentos extravertidos y punto de inflexión como la Fantasía impromptu de Chopin o la serenidad teñida de referencias populares de la poco tocada Sonata en mi menor, D 566, de Schubert. Recaladas en un universo de nostalgias, heridas y melancolías de sonidos, como la Mélancolie de Poulenc o el Nocturno opus 62 número 1 de Chopin, páginas que encontraron lecturas imbuidas de intención cantable y decidido lirismo.

Como contraste, la genialidad sin corazas, áspera y enrabietada, abrasadora hasta la muerte, de la Sonata 1.X.1905, pieza maestra compuesta por Janáček en 1905, a la que hay que considerar sin vacilación como obra clave y única en el piano de su tiempo. Óscar Oliver se volcó en una lectura valiente y sin paños calientes. Virtuosa pianísticamente y demoledora anímicamente. La expresión desesperada, cabreada ante el asesinato del joven carpintero František Pavlík (1885-1905) durante unas protestas ante la Universidad de Brno, que inspira y vierte el compositor moravo en esta sonata cuyos dos movimientos se titulan significativamente “presentimiento” y “muerte”, fue compartida con un público mayoritariamente estudiantil que siguió el concierto con un silencio solo roto por la charlatanería de algunos pocos adultos. Velada y recital concluyeron fuera de programa con la coherencia en modo menor del Estudio patético de Scriabin. Jóvenes y menos jóvenes salimos con el corazón en un puño. Aún lucía el sol del crepúsculo.

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