Un año sin Grisolía, el científico que eligió ser optimista

En el verano en el que «Oppenheimer» propone una reflexión pesimista sobre la relación entre el progreso científico y el futuro de la humanidad, conviene recordar la dimensión social e institucional del trabajo y la figura del profesor valenciano

POLITICA/// Santiago Grisolia. Santiago Grisolía

POLITICA/// Santiago Grisolia. Santiago Grisolía / FERNANDO BUSTAMANTE

Voro Contreras

Voro Contreras

En este verano en el que Oppenheimer nos sitúa ante el dilema del progreso científico enfrentado a la humanidad, conviene recordar que hace hoy un año murió el valenciano Santiago Grisolía, un hombre que trabajó hasta sus últimos días para que ciencia y humanidad no se soltaran de la mano. «Lo importante en la vida no son los trabajos, los honores o el dinero, sino lo que uno puede hacer por los demás», dijo una vez el profesor que el pasado enero hubiera cumplido cien años.

En una entrevista publicada por Levante-EMV el mismo fin de semana en el que el Gobierno declaraba el estado de alarma por el coronavirus, Grisolía dejó caer una frase con el mismo tono pesimista que muestra Christopher Nolan en su película sobre el padre de la bomba atómica: «¿Sobre el futuro? Me gustaría que fuese mejor, pero no tengo grandes esperanzas puestas en eso». 

Aunque quizá la reflexión tenía un tono más personal que colectivo ya que, en la misma entrevista, el científico declaraba ser un «optimista» con la humanidad: «Siempre lo he sido. Es una elección serlo».

Los premios Jaume I

Pesimismo u optimismo aparte, la visión humanista de la ciencia que dominó la trayectoria de Grisolía sigue patente un año después de su muerte en el recuerdo de la sociedad y en el más importante de los legados que el profesor dejó a los valencianos: los premios Rei Jaume I.

Creados en 1989 y dirigidos por el propio Grisolía hasta su fallecimiento, con cerca de 180 investigadores reconocidos y más de mil personalidades (entre ellas, más de 60 premios Nobel) en sus distintos jurados, los Jaume I defiende la ciencia como algo que va más allá del laboratorio, como parte de la sociedad, la economía y las aulas, como fruto del esfuerzo compartido entre las instituciones y las empresas e incluso como expresión de la democracia.

El científico valenciano Santiago Grisolía.GALERIA/ Premios Jaume I con la presencia del President de la Generalitat Ximo Puig, del Alcalde de Valencia Joan Ribo y del Rey de Espa–a Felipe IV . Santiago Grisolia

El científico valenciano Santiago Grisolía.GALERIA/ Premios Jaume I con la presencia del President de la Generalitat Ximo Puig, del Alcalde de Valencia Joan Ribo y del Rey de Espa–a Felipe IV . Santiago Grisolia / Germán Caballero

Iba para marinero

Nacido en València el día de Reyes de 1923, Santiago Grisolía pasó su infancia en Madrid, Dénia, Xàtiva y Cuenca, y se licenció en Medicina en la Universitat de València (UV) de la que fue nombrado honoris causa en 1973 (también lo fue después por la Universitat Politècnica de València, en 1991). No obstante, de joven, quiso ser marino, y fue su madre la que le incitó a estudiar Medicina.

El catedrático de Bioquímica José María García-Blanco -al que Grisolía recordaba como «la persona más seria que he conocido» - fue el que le impulsó a dar el salto hacia los Estados Unidos para que «conociese otros mundos». «Iba por unos cuantos días o semanas y me quedé 40 años», señalaba a Levante-EMV en 2020.

En Estados Unidos Grisolía encontró a su gran mentor, el premio Nobel Severo Ochoa, y a su gran amor, Frances Lena Thompson, doctora en Bioquímica, fallecida en 2017, también con 99 años. Publicó más de 400 trabajos científicos y una treintena de artículos. Pasó por la Universitat de Chicago (1946), Wisconsin (1948) y Kansas (1954), donde se convirtió en catedrático. Investigó sobre el ciclo de la urea y el papel de la citrulina e impulsó para la Unesco los estudios del genoma humano.

En 1976 Santiago Grisolía regresó con parte de su equipo a València, donde dirigió el Instituto Valenciano de Investigaciones Citológicas y luego creó la Fundación Valenciana de Estudios Avanzados. Fue vicepresidente de Fisabio, además de asesor de diferentes instituciones, recibió el Premio Príncipe de Asturias en 1990 y acarició en varias ocasiones el Nobel.

El Consell Valencià de Cultura

Su compromiso con la ciencia y la sociedad valenciana quedó expresado en su trabajo, en los premios que impulsó y también en el Consell Valencià de Cultura, el organismo de la Generalitat que el profesor dirigió durante 25 años, también hasta el día de su muerte.

Desde entonces el CVC está presidido por Dolor Pedrós, pero de forma provisional mientras los partidos políticos siguen sin acordar otra persona que le sustituya. Quizá otra instantánea -aunque sea en negativo- de lo complicado es retratar una figura con el bagaje, capacidad de consenso y altura de miras que tuvo Grisolía.

POLITICA/// Santiago Grisolia. Santiago Grisolía

POLITICA/// Santiago Grisolia. Santiago Grisolía / FERNANDO BUSTAMANTE