Ismael Serrano: "Sigo siendo intensito, sí. Hay cosas que no cambian"

El cantautor saca nuevo trabajo el próximo día 22 de septiembre

Ismael Serrano.

Ismael Serrano. / JOSÉ LUIS ROCA

Karmentxu Marín

El próximo día 22 sale el nuevo disco de Ismael SerranoLa canción de nuestra vida. Cantautor comprometido, aborda con sensatez e ironía su trayectoria, como si el resumen de su carrera le hubiera llevado de creerse casi Superman Serrano en la veintena a convertirse en Ismael a los cincuenta. Piensa que sin la música no puede percibirse la dimensión poética de la vida.

La canción de nuestra vida. Pero usted no tiene edad aún para recapitular.

Bueno, no te creas. Cincuenta años dan para vivir muchas cosas, y sobre todo cuando has empezado en la música con veintitrés. La canción pretende ser un homenaje para toda la gente que me ha acompañado desde que empecé a tocar en los cafés. Cuando tenía veintitrés años era un joven arrogante que creía conocer todas las respuestas y que lo tenía todo clarísimo.

¿Y ya no es tan chulito?

Yo creo que no. Con la edad te vuelves más permeable, más flexible, escuchas de otra manera y te das cuenta de que no tienes siempre la razón. La paternidad también te muestra que ya no estás en el centro del relato.

¿Ha dejado de dar la murga a su padre con aquello de Papá, cuéntame otra vez…?

No dejo de dar la murga, porque soy un chaval educado en la cultura de la memoria y hago memoria muy a menudo con respecto a lo que fue y a lo que representa la canción. Lo que me pregunto ahora es si mi generación está siendo capaz de escribir un relato y qué vamos a contarles a nuestros hijos.

Ya no ardes por las noches como antes”. ¿Tira la toalla o es mi vista?

Jajaja. No, no. No es que uno tire la toalla, es que no me da el cuerpo. Es que la resaca ahora dura varios días e ir con resaca a llevar a los niños al cole a veces se hace un poco cuesta arriba.

En Los amantes invisibles reflexiona sobre la seducción y concluye: “Yo ya no soy el cantautor más guapo y prometedor”. ¿Lo ha sido?

Yo creo que en algún momento me lo creí, que es casi lo más importante. Como todos los cantautores de mi época. Si no te lo crees no te subes a un escenario y emprendes una carrera musical.

¿Pero sigue siendo intensito?

Sigo siendo intensito, sí. Hay cosas que no cambian. Quizá no sea tan arrogante, pero una de las cosas que trae la edad es que uno se fragiliza y necesita expresarse con intensidad.

Defiende en sus canciones un espacio para la tristeza. ¿Además de intenso, pesimista?

No, no. Quiere decir que yo abrazo la tristeza como un elemento inevitable en la vida. No eludo la necesidad de transitar el duelo con la calma que merece. Vivimos en un contexto social en el que no nos permitimos estar tristes.

Hay una tendencia natural a mirarse el ombligo cuando uno canta y escribe canciones"

Dice que la paternidad le ha quitado importancia. ¿Ha dejado de mirarse el ombligo?

No. Hay una tendencia natural a mirarse el ombligo cuando uno canta y escribe canciones. Lo que sí trato es de levantar la mirada de vez en cuando. Porque si no escribes canciones en las que se reconozca la vida, estás hablando de pajas mentales tuyas que no interesan a nadie.

¿Es usted fácil para tenerlo en casa? ¿Entre el muermo y la alegría de la huerta hacia dónde va la aguja?

Yo creo que soy un tipo majo, ¿eh? Yo soy un tipo simpático, más divertido de lo que se cree, y que sabe reírse de sí mismo. No, no creo ser un muermo. Todo lo contrario. Pero ojo: que a los de la alegría de la huerta tampoco les soporto. Que nos den la brasa en el chiste continuo, tampoco. O sea, no estoy encantado de haberme conocido, pero no me maltrato demasiado.

Piensa que contratar a un artista por afinidades ideológicas sucede a derecha e izquierda. ¿Usted no se come una rosca en Madrid, por ejemplo?

En Madrid no me he comido una rosca nunca, gobierne la izquierda o la derecha. Siempre he ido un poco a la aventura. Pero sí, es algo que ocurre habitualmente y supongo que perjudica más a unos que a otros.

Igual si le dedicara una canción a Díaz Ayuso…

Es que no sabría. Así me va. No me viene. Ya escribí una canción que se llama Si se callase el ruido, que habla de la política, de que bajo el barniz de tolerantes y de la palabra libertad se esconde gente muy intolerante y que quiere poco la libertad.

Cuando cayó en que Martirio tiene un himno a su endocrino dijo que usted podría dedicarle uno a su psiquiatra. Cánteme un trozo.

Mira, hay una canción en este disco que yo creo que es un ejercicio terapéutico que probablemente me sugeriría algún psiquiatra. Se llama Me amo. Dice: “Soy bello porque soy real, tratando de acomodarme con mi cuerpo, con mi situación…”

Hay que decirse más eso de me amo, porque nos queremos poco

Veo que no se le han bajado los humos.

No, nada. Hay que decirse más eso de me amo, porque nos queremos poco.

¿Al opinar: “Tengo muchas canciones buenas”, se acuerda de su fallecida abuela?

[Ríe] Es que yo a veces siento que soy un alma incomprendida, y entonces me reivindico. Pero me acuerdo mucho de mi abuela, siempre cantando a Manolo Escobar y con una sonrisa en la cara. Una mujer estupenda. Y me decía que era maravilloso, por supuesto.

¿Se encuentra rebelde?

Bueno, si es por comparación, mucho. Pero si me miro a mí solo, no tanto. Por comparación, porque me da la impresión de que muchos de mis compañeros de profesión y de oficio no se mojan como deberían, con la que está cayendo. Pero me miro a mí mismo y, a mis cincuenta, soy apenas un socialdemócrata que levanta un poquito la voz.