Manuel Carrasco le canta a la vida en València

El artista se entrega en cuerpo y alma en un concierto en el que ha abarrotado la plaza de toros

El público coreó las más de 30 canciones en dos horas y media con varias sorpresas para los fans

Con un gran corazón rojo iluminando en el escenario y el "València es la tierra, de las flores, de la luz y del amor" al saxofon, dio inicio el concierto de Manuel Carrasco en la plaza de toros de València: el último para despedir el verano o el primero de la temporada de conciertos de otoño, según se quiera ver.

Vestido con una chaqueta 'torerita' y con flecos festivaleros en unos pantalones de campana, Manuel Carrasco demostró una vez más que nunca defrauda, en esta ocasión con una parada en la capital del Túria dentro de su gira "Corazón y Flecha", nombre de su último disco, y en la cual ya había conseguido varios 'sold out' por toda España.

El andaluz derrrochó energía, desparpajo y complicidad con el público, con un potente y perfecto show que asombraba desde el minuto uno, en una concatenación de canciones de dos horas y media en total.

En la plaza de toros, el público coreó más de una treintena de temas, entre los que destacaron "Vivir", con el que inició el 'show'; "Brilla", "Libre", "No dejes de soñar"; "Qué bonito es querer"; o "Fue", este última de su trabajo más reciente, publicado en 2022.

Emociones a flor de piel

Aunque predominó el tono vitalista y alegre -que transmite el artista-, el concierto fue una montaña rusa de emociones. Después del potente inicio y de un 'carrusel' de varios temas encadenados, Manuel Carrasco bajaba revoluciones y solo, con la guitarra, ofrecía una de sus primeras sorpresas de la noche: varias versiones entre las que estaban "Agua", de Jarabe de Palo; o "Dentro de ti", de Carlos Goyi, entre otras.

Poco después, el público volvía a venirse arriba con el mítico "Volando voy" que levantó los ánimos y las palmas, de nuevo.

Pero estas fueron solo las primeras sorpresas. El cantante dejó sin palabras al público cuando, en un instante de aparente descanso de los músicos, apareció interpretando uno de sus temas en medio de una de las gradas, entre parte de los asistentes.

También fue muy aplaudido el momento 'NBA', en el que una cámara enfocaba a parejas de entre el público, dándoles la oportunidad de besarse. Pequeños detalles que hicieron saltar más de una lágrima y convirtieron el concierto en toda una experiencia especial.

Otro de los puntos emotivos fue cuando interpretó emocionado, al piano y ya en la recta final, "Mujer de mil batallas" (dedicaco a Elena Huelva, la joven con cáncer fallecida); y otra de las estampas más bonitas fue cómo el público coreaba "Amor planetario" o, antes, iluminó la plaza de toros cantando "Luz".

El vínculo de Manuel Carrasco con València

Arropado en todo momento por una banda que 'elevaba' el show y le daba un plus al espectáculo, Manuel Carrasco se confesó ante el público y explicó su importante vínculo con la ciudad de València, y lo que, según dijo, siempre le recuerda que "los retos se consiguen" y por eso "hay que pelear".

"Cerquita de esta plaza hay una pensión, donde hace 21 años un chavalito que nunca había venido a València -que era yo-, llegó, tras estar 11 horas en un tren que se había estropeado varias veces, y me presenté al primer casting de un programa que me cambió la vida", dijo en referencia a Operación Triunfo, donde se dio a conocer.

"Nunca lo olvidaré. Quién me iba a decir, cuando vi la plaza de toros, que un día iba a estar llenándola. Los sueños de esa pensión están aquí esta noche", reconoció.

Como homenaje a València y a un público entregadísimo que después de dos horas y media no mostraba signos de fatiga, el cantante despidió el concierto con una canción especial sobre la ciudad.

Tras varios bises de "Hasta por la mañana", como acaba en el resto de conciertos y que reza "que no me da la gana, que no me voy de aquí", Manuel Carrasco cogió la guitarra en la plaza de toros e interpretó un tema entre palmas, 'olés' y rimas, que hablaba de l'Albufera, la Patacona, Mestalla, la paella e, incluso, la Geperudeta. Un gesto que ya había tenido en conciertos anteriores en la ciudad y que fue muy aplaudido de nuevo

Ovacionado, exhausto y entregadísimo, Manuel Carrasco se despedía, tras dejarse la piel, y el corazón sobre el escenario, y demostrando en primera persona cómo la alegría y la esperanza también se pueden transmitir con las canciones. El público disfrutó porque el artista era el primero que lo hacía al tomar el micrófono. ¡Amunt València, como dijo, y... visca la música!