Reinventor del folk

Rodrigo Cuevas: "Tengo muchos ‘haters’, pero me siento entendido y querido"

El músico asturiano publica su segundo álbum, ‘Manual de romería’, un trabajo “más alegre, diurno y celebrativo” que el anterior, ‘Manual de cortejo’, y en el que funde la tradición y el ‘beat’ electrónico de la mano del puertorriqueño Eduardo Cabra, Visitante, exmiembro de Calle 13

Rodrigo Cuevas, retratado la semana pasada en Barcelona.

Rodrigo Cuevas, retratado la semana pasada en Barcelona. / MANU MITRU

Jordi Bianciotto

En la portada de ‘Manual de romería’ aparece él, Rodrigo Cuevas, con su fina estampa, al desnudo, centrando una escena pictórica al óleo (de Javier Ruiz Pérez) con reminiscencias goyescas. Composición decididamente “erótico-festiva”, se le sugiere. “¡Esa es la definición exacta!”, ríe este cantante, compositor, ‘showman’ asturiano, ¿el gran provocador? “Bueno, es una provocación naíf, pequeña, juguetona… Este es un desnudo como el de un cuadro clásico”, justifica con sonrisa burlona.

La conversación con Cuevas suele dejar una estela de puntos suspensivos guasones, quitando hierro a las materias más serias y al drama. Se presta a ello, esta vez, el tono de su nuevo disco, ‘Manual de romería’, que releva al piropeado (pero “introspectivo y oscurillo”) ‘Manual de cortejo’ (2019) con un repertorio, como aquel, de piezas propias y tradicionales, que resulta ser “más alegre, diurno y celebrativo”. Si en aquel álbum se asoció con Raül Refree, aquí comparte la producción con el puertorriqueño Eduardo Cabra, Visitante, el que fue miembro de Calle 13. “Quería llevar la música tradicional asturiana a un punto más electrónico y bailable”.

Una aldea de 15 habitantes

“En el mundo hay dos razones para cantar / puedes cantarle al amor o a la libertad / Por suerte a mí el amor siempre me acompaña / así que canto a los ríos y a la montaña”, canta grácilmente acompañado de arpegios de guitarra y sobre un ‘beat’ electrónico en el tema ‘Allá arribita’. Montes y bosques “de aire limpio” son “un símbolo de libertad” para él, que nació en una ciudad, Oviedo, pero que, cuando ha podido, se ha desplazado a “pueblines” como la aldea de 15 habitantes en la que vive actualmente, en el Conceyu de Piloña.

En ‘Manual de romería’ se respira el canto diáfano a la naturaleza y a la amistad, pero también la observación punzante: contra el acoso al diferente, por raza, sexo o religión (en ‘Dime, ramo verde’) o la denuncia de la destrucción del medio ambiente (en ‘Valse’). “Ahora en Asturias hay mucha plantación de eucalipto, para hacer pasta de celulosa, que deteriora mucho el suelo y lo desertiza”, explica Rodrigo Cuevas, inclinado por pensar que “la canción popular no puede ser plana, siempre busca pinchar un poco y expresar un punto de acidez o de retranca”.

Un caribeño en Sanabria

Le acompañan voces venerables, cazadas en los valles, como la de Nieves Rodríguez Cañón, a quien se oye deslizar una frase que da que pensar: “yo, como canto mal…”, dice como disculpándose. “Eso es lo que piensan todas esas señoras, que cantan mal. Porque hasta ahora a quien cantaba y tocaba ese instrumento no se le consideraba para nada. La señora de la pandereta era como quien cuenta chistes. Eso lo tienen metido en la cabeza”, observa. Adentrarse en ese terreno debió de ser un ‘shock’ para el caribeño Visitante. “¡Lo fue! Fuimos a grabar a Zamora, a Sanabria, en diciembre, y hacía un frío…”

Cuevas es uno de los más de 4.200 firmantes del manifiesto por la oficialidad del asturiano, junto con otros muchos artistas paisanos y de otras procedencias, como Rozalén Rigoberta Bandini“Se lleva reclamando eso desde el principio de la democracia, y cada año se sale a la calle a pelear por ello”, hace notar. Víctor Manuel, que Cuevas sitúa entre sus primeras influencias, señalaba meses atrás a este diario que no veía “auténtica demanda social” de la oficialidad. “Qué pena que piense eso. Yo le diría que no es tanto una cuestión de demanda, como de derechos”.

Rodrigo Cuevas se ha convertido en una figura popular, generadora de pasiones encendidas. “Tengo muchos ‘haters’, madre mía, pero a la vez me siento muy entendido y querido. Sí que me enfada un poco que los diarios no moderen los comentarios”, apunta. En Cataluña, en particular, se siente “estrella”, bromea. “Es de los sitios donde más. Quizá porque ‘parlo català’ en los conciertos”. Volverá en unos meses, entrado 2024, recordándonos que, además de cantar y crear músicas, le chifla exhibirse en escena y seducir al público. “Soy muy cabaretera, no lo puedo evitar”.

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