Huellas de manicomio sobre lienzo de hormigón

Una muestra del Centre del Carme reflexiona sobre la salud mental mediante una instalación con fragmentos de las paredes del psiquiátrico de Bétera

Patricia Gómez y María Jesús González reivindican con "De lo abyecto" la memoria de los enfermos psíquicos, desterrados al olvido social

Paco Teruel, Patricia Gómez, María Jesús González y José Luis Pérez Pont, en la presentación de la muestra,

Paco Teruel, Patricia Gómez, María Jesús González y José Luis Pérez Pont, en la presentación de la muestra, / Miguel Ángel Montesinos

Francesc Arabí

Francesc Arabí

"La gran broma se empezó en el manicomio el día 16 de julio de 1968".Esta denuncia se mantuvo en la clandestinidad de uno de los rincones escondidos de los pabellones del psiquiátrico de Bétera (inaugurado en 1973 como manicomio) porque nadie detectó la proclama. Escapó a la censura. A la "cancelación", como ha definido la artista plástica María Jesús González, en declaraciones a Levante-EMV, la práctica de borrar cualquier garabato, pintura o expresión de los pacientes del manicomio.

Junto con Patricia Gómez es coautora de "De lo abyecto", un proyecto, ahora exposición, en el que reflexionan sobre la salud mental, sus estigmas, las barreras de silencio y el abismo que tradicionalmente se ha construido entre los pacientes psíquicos y la sociedad. 

Los excluídos y desfavorecidos

La obra plástica comprende más de veinte metros de fragmentos de paredes de los pabellones hoy abandonados (hay más obra no expuesta), extraídos mediante la técnica de arranque mural y alojados sobre un nuevo soporte de lienzo. La muestra, ganadora del Premio Alfons Roig de artes visuales 2022, puede visitarse en la sala Zero el Centre del Carme hasta el 10 de diciembre. La exposición ha sido presentada por el diputado provincial de Cultura, Paco Teruel, el director del Consorci de Museus y del Centre del Carme, José Luis Pérez Pont, y el jefe de servicio de Cultura de la Diputación, Josep Vidal.

Paco Teruel ha subrayado el "valor artístico" del proyecto y la apuesta de las autoras por "poner el foco en aquellos sectores sociales que sufren exclusión, los más desfavorecidos", además de la constante obsesión de las artistas por "recuperar la memoria" de espacios abandonados y deshabitados, entre otros la antigua cárcel Modelo de València. "El proyecto ha evolucionado mucho y estamos muy contentos con el resultado", ha observado Pérez Pont. 

Ventanas con paisajes de vida interior

Los grandes lienzos se configuran con sumas de cuadrantes de 120 por 117 centímetros, exactamente la medida de las ventanas de las habitaciones de los pacientes. El espacio expositivo se convierte en un collage de paisajes que testimonian la vida y los gritos apagados de quienes consciente o inconscientemente dejaron sus huellas y dialogaron con las paredes que acotaron sus mentes desbordadas.

En esta radiografía de la vida interior de aquel manicomio, sembrado bien lejos de la civilización, pueden leerse las manchas que durante años han dejado las manos de los pacientes medicados que acariciaban la pintura de brocha gorda, las señales de humo de algún incendio presuntamente intencionado, las marcas desgarradoras de la cabecera de la cama de hierro, algún garabato naïf como arrancado de Altamira... Escasos mensajes de texto, eso sí. El que encabeza este escrito es de los pocos que burlaron la censura porque durmió a oscuras.

Los colores de la locura

La exposición recoge todos los colores de la locura ordenada por pabellones. Los azules de las paredes del cine del psiquiátrico, verdes claros, y muchos pasteles y grises. Un universo cromático que, paradójicamente, convierte "De lo abyecto" en "algo bello", destaca María Jesús González. La experiencia de las artistas ha sido intensa e inmersiva y se remonta a 2017.

¿Qué marcas o secuelas les ha quedado tras levantar acta artística del testimonio de quienes han habitado cárceles y manicomios, lugares de destierro para quienes rompen las normas del cuerpo o el alma social? Los gestos y las palabras denotan que las artistas hablan, pero, sobre todo, escuchan los mensajes de los muros de las lamentaciones.