La última crónica negra de Canal 9

Hoy se cumplen 10 años del apagón de RTVV por el Consell de Fabra, una sucesión de despropósitos retransmitidos durante 12 horas en directo

Concentración ante el Palau para recordar el cierre de Canal 9 y reivindicar apoyo a À Punt

Concentración ante el Palau para recordar el cierre de Canal 9 y reivindicar apoyo a À Punt / Fernando Bustamante

Francesc Arabí

Francesc Arabí

Las «Monleonetes», el «baló fent un ciri» del mítico periodista deportivo Miquel Àngel Picornell, las excentricidades de Pocholo y la troupe del Tómbola, los silencios de Bárbara Rey sellados por Eduardo Zaplana con dinero público para evitar una erótica crisis de Estado, el agujero de 1200 millones de euros o las aventuras del incombustible Son Goku de Bola de Drac. Todo el universo Canal 9, sus 24 años de vida, con la huella en el imaginario colectivo valenciano y en la industria audiovisual (cine, series, o doblaje), fue arrojado al sumidero de la historia.

Sucedió hace diez años. Un 29 de noviembre de 2013. A las 12,19 horas. Justo en ese instante, se ejecutó la orden de cierre dictada por el presidente Alberto Fabra, y avalada por el pleno del Consell reunido de urgencia la tarde del jueves, 28. Una decisión política elevada a oficial en un DOCV de urgencia, con la firma del vicepresidente José Císcar, de quien dependía RTVV. Fabra llegó al Palau por accidente en julio de 2011, tras la dimisión de Francisco Camps, asfixiado por los trajes Gürtel. En la mayor crisis que ha azotado al capitalismo desde el crack de 1929, Fabra se dedicó a desguazar las pirámides y eventos y la inflación de empresas públicas operada por sus antecesores Camps, José Luis Olivas y Zaplana.

La emoción inunda el plató en el minuto después del cierre

La emoción inunda el plató en el minuto después del cierre / Levante-EMV

El TSJ tumbó el ERE

Canal 9 había asumido el papel de altavoz de propaganda, pesebre para colocaciones y una mina para el cobro de comisiones, hasta a costa de la visita del papa Benedicto XVI a València en julio de 2006. El Consell aplicó un ERE para reducir una plantilla que alcanzó los 1.700 empleados, pero el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) anuló el despido de un millar de trabajadores. El auto, de 5 de noviembre, le sirvió en bandeja al Consell la coartada para el cierre. A Ciscar le faltó tiempo para sentenciar que la continuidad de RTVV era «inviable».

El 28, Ciscar explicó la decisión del cierre en La Noche en 24 horas, de TVE. La sentencia de muerte de Canal 9 y sus hermanas pobres radiofónicas (Nou Ràdio y Sí Ràdio) estaba dictada y escrita. Pero su ejecución se retrasaba, en especial el apagón televisivo. Hubo improvisación, desconocimiento del Consell sobre la operativa técnica, error al elegir al verdugo (Paco «Telefunken»), resistencia organizada en el Centre de Produccions de Burjassot (trabajadores, representantes de la oposició, de entidades cívicas y sindicatos)... La sonora agonía de Canal 9 se fue alargando. Aquel antenicidio fue una chapuza televisada. Un homenaje a El Verdugo, cuando se cumplía el 50 cumpleaños de la película de Berlanga. Para desconectar RTVV no era necesario ni acudier a Burjassot.

Beatriz Garrote, en el centro de la mesa, la mañana del 29.

Beatriz Garrote, en el centro de la mesa, la mañana del 29. / Levante-EMV

Cae la radio a medianoche

La radio cayó a las 23,55 horas. La desconexión se produjo en plena emisión de Taula esportiva, el espacio que conducía Manolo Montalt. El corte se ejecutó a través de los repetidores de Calicanto (Torrent) y del Desert de les Palmes (Benicàssim). Aunque la previsión era desconectar al mismo tiempo la tele y la radio, el objetivo no se cumplió. Los técnicos de Abertis, gestora de los repetidores, se personaron primero en la Avda Blasco Ibáñez, sede de la radio. El error de cálculo disparó las alarmas en Burjassot.

Desde última hora de la tarde, los exteriores de RTVV en Burjassot se convirtieron en una concentración de protesta. Los gritos y pancartas de «¡Fabra dimissió!», «RTVV no es tanca» o «Esto es como el 23F» pusieron banda sonora a una noche gélida en la que no se superaron los 3 grados. En antena, el periodista Frederic Ferri presentaba el último informativo. Y se convertía en el primer conductor de un reality en el que durante 12 horas se ofreció en directo la agonía de Canal 9. Sin escaleta. Fueron desfilando las voces de la discrepancia con el Consell del PP. Nunca, en 18 años, se habían visto tantos políticos de izquierda en el plató: los socialistas Miguel Soler o Josep Moreno; Marga Sanz e Ignacio Blanco, de EUPV; Mónica Oltra, Enric Morera o Fran Ferri, de Compromís...

La mañana del 29, la emotividad se desbordó con la entrada en el plató de Beatriz Garrote, presidenta de la Asociación de las Víctimas del Metro, que había sido introducida en el edificio por una puerta lateral porque la principal estaba bloqueada por la policía. Dos horas antes del cierre, Garrote tuvo su primera y última aparición en la televisión pública para denunciar «las trabas y mentiras» del Consell y FGV a la investigación del accidente del metro.

Llega Paco «Telefunken»

A las 3 de la madrugada, los periodistas Amalia Garrigós y Joan Espinosa habían tomado el relevo de Ferri. Una hora más tarde apareció en escena un personaje hasta entonces anónimo, fuera del ecosistema de Gata (Marina Alta), pero que adquirió papel protagonista: Paco Signes, conocido en su pueblo como Paco «Telefunken».

Paco "Telefunken", seguido desde la sala de control de RTVV Burjassot.

Paco "Telefunken", seguido desde la sala de control de RTVV Burjassot. / Levante-EMV

«Què fa mon pare en la tele?». Su hijo Paco, ingeniero teleco, no daba crédito cuando de madrugada vio al padre en las instalaciones de RTVV. La empresa familiar de Paco «Tefunken», en la que trabajan sus hijos, lleva más de 30 años colaborando con Abertis, antes Retevisión, en el mantenimiento e instalación de repetidores. Y resulta que el 28, entrada la tarde, llamaron a Paco «Telefunken» para una misión secreta. «Una especie de informe sobre qué se podía hacer para cortar la señal», explicó. Cuando se dio cuenta, se había metido, con su sobrino Pepe, en la guarida del lobo. Nada más llegar, los encerraron en una sala, custodiada por la policía, para aislarlos del gentío.

«Volvería a actuar igual»

Paco tuvo tiempo de repasar su trayectoria. La de un autodidacta que acabó convirtiéndose en un profesional de referencia en la instalación y mantenimiento de repetidores, sonorización (fue subdirector técnico de la del Camp Nou), montaje de televisiones locales... De ideas valencianistas y progresistas, decidió dar media vuelta y sentenciar aquel histórico: «Açò no es tanca per mi. Jo me’n vaig a casa».

Paco tiene hoy 73 años y sigue abonado al silencio discreto sobre algunos detalles para no perjudicar a terceros. Tiene claro, asegura, que hoy «volvería a actuar igual». No le daría al off.

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