Paco Roca: "Es una anormalidad democrática no exhumar las fosas franquistas"

El dibujante valenciano publica ‘El abismo del olvido’ junto con el periodista Rodrigo Terrasa Narra la historia de varios de los ejecutados por el franquismo en el cementerio de Paterna

Paco Roca: «Es una anormalidad democrática no exhumar las fosas franquistas»

Paco Roca: «Es una anormalidad democrática no exhumar las fosas franquistas» / ana abella. barcelona

Ana Abella

14 de septiembre de 1940. En la tapia trasesa del cementerio de Paterna, en Valencia, fue fusilado por el régimen de Franco, junto a otros 11 hombres, Pepe Celda. Su hija Pepica tenía 8 años cuando la llevaron a despedirse de su padre encarcelado. Su tía le dijo que no llorara. Y se tragó las lágrimas. El cadáver de aquel labrador de izquierdas de 45 años fue sepultado en la fosa común número 126 de las de 135 que alberga el camposanto. Su cuerpo, igual que los de otros 2.000 asesinados, tuvo la suerte de pasar por las manos de Leoncio Badía, un joven republicano condenado y relegado a trabajar de sepulturero entre 1939 y 1945, los años que más ejecuciones de represaliados hubo. «Quieres trabajo, rojito?, pues a enterrar a los tuyos», le dijo el alcalde.

Las historias de Celda, de Badía y de Pepica alzan un monumento a la memoria histórica de los vencidos de la Guerra Civil. Las rescatan en ‘El abismo del olvido’ (Astiberri), que llega a las librerías el 5 de diciembre, de dos valencianos, el dibujante Paco Roca (1969) y el periodista Rodrigo Terrasa (1978).

Paco Roca: «Es una anormalidad democrática no exhumar las fosas franquistas»

Paco Roca: «Es una anormalidad democrática no exhumar las fosas franquistas» / ana abella. barcelona

«80 años después y ves que los familiares directos de las víctimas van desapareciendo, madres, mujeres, hijos... que vieron cómo llegaba la democracia y seguían olvidados o, como le pasó a Pepica, les ponían mil trabas para recuperar los restos. Todo demuestra que las exhumaciones de los crímenes del franquismo siguen siendo un tema político, igual que todo lo que rodea la Guerra Civil. Es una anormalidad democrática que no se exhumen las fosas localizadas. Es absurdo que alguien se oponga a que una mujer recupere los restos de su padre. Se dan y se quitan ayudas dependiendo de qué partido gobierna. Una victoria de la dictadura fue silenciar y hacer que olvidáramos una parte de nuestra historia. Borró y demonizó todo lo que supuso la República y sepultaron la memoria de los republicanos con ellos en las fosas», subraya Roca.

En ‘El abismo del olvido’ utiliza pinceladas de ficción para coser la realidad y la investigación periodística. «Me ayuda a comprender un tema. Aquí me pregunté por qué hay gente que dedica su vida a algo tan ‘absurdo’ como sacar los huesos de un sitio para llevarlos a otro. Yo no le encontraba sentido porque no soy creyente y mis familiares fallecidos han sido incinerados —admite el historietista—. Pero lo entendí tras hablar con Pepica, que sin ningún ánimo de revancha juró a su madre que un día lograría que los huesos de su padre descansaran junto a los de ella. O a Batiste, que decía que el hecho de que los huesos de su tío Bautista no estuvieran donde sus asesinos quisieron ya era motivo suficiente para sacarlos de allí. Es el deseo humano de dar un entierro digno a un familiar y despedirse de él».

Pero hasta 2007, con el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, no se aprobó la ley de memoria histórica. Y Pepica puso su empeño en el proceso, lidió con las trabas burocráticas y tuvo a vecinos y el tiempo en contra (venían elecciones y «Rajoy se enorgullecía de no dar un euro para exhumaciones», dice Roca).

Sabía dónde mataron a su padre y en qué fosa le enterraron por su tía, que fue testigo lo vio y le pidió al enterrador, Badía, que lo pusiera encima de todos y consiguiera incluso un ataúd. El republicano fue más allá, explican Roca y Terrasa: junto a su cadáver y a los de los otros 11 fusilados aquel día, ocultó una botellita con el nombre de cada uno dentro, «un mensaje de socorro esperando que en el futuro alguien les exhumara e identificara».

«Aunque las familias hablaban de él, poco se sabía de Badía más allá de un reportaje que le dedicó ‘Interviú’. Ayudó en secreto a las viudas de los represaliados, los sepultó de la forma más digna que pudo, guardó retazos de sus ropas, mechones de pelo, fechas y nombres, ocultó mensajes entre los restos…», explica el periodista.