Una restauración paso a paso

La restauradora Bellver destaca la dificultad del proceso debido a la inestabilidad y el tamaño del diario

La restauradora de "El Pueblo".

La restauradora de "El Pueblo". / Daniel Tortajada

Saray Fajardo

Saray Fajardo

El diario republicano El Pueblo, fundado por el valenciano Vicente Blasco Ibáñez, se editó entre los años 1894 y 1939. Hasta terminar la Guerra Civil, se consolidó como una de las publicaciones más leídas en la capital. Aunque han pasado cerca de 130 años desde que se publicó su primer ejemplar, todavía se conservan algunos periódicos de Blasco Ibáñez. 

La Biblioteca Valenciana es una de las instituciones que custodia una gran cantidad de ejemplares de diferentes años de este periódico tan emblemático. Algunos de ellos se encuentran en buen estado, pero otros deben ser restaurados para mantenerse en mejores condiciones y, así, sumarse a la colección para, por ejemplo, poder ser exhibidos o estudiados posteriormente. Actualmente, el Instituto Valenciano de Conservación, Restauración e Investigación (IVCR+I) de la Generalitat Valenciana se encuentra restaurando una de las colecciones más completas de este periódico. En concreto, la muestra recoge un total de cien ejemplares del año 1900. «La particularidad es que se trata de una de las colecciones más completas que se ha encontrado hasta el momento, ya que sólo faltan dos ejemplares de todo ese año», señala la restauradora Sabina Bellver, quien trabaja con esta institución desde el pasado 2016, la cual, a su vez, es considerada una de las pioneras en intervención de prensa.

Una de las peculiaridades de estos ejemplares es que se trata de bifolios, es decir, las noticias estaban recogidas en cuatro páginas.

Digitalizar los archivos

El proceso de restauración tiene un objetivo final. Así, como señalan desde el IVCR+I, este trabajo se ha llevado a cabo para, posteriormente, digitalizar los archivos, que todavía no se encontraban en el archivo de la Biblioteca Nacional. «La mayoría de consultas se realizan a través de Internet, ya que los ejemplares sólo se extraen de los depósitos para algunos estudios en concreto, que tienen que ver con las medidas o el material, por lo que era necesario que estuvieran digitalizados en buen estado», señalan desde el instituto.

Restauración de "El Pueblo".

Restauración de "El Pueblo". / Daniel Tortajada

Sin embargo, no todos los periódicos que llegan a este tipo de instituciones pueden ser restaurados ni se sigue el mismo proceso en todos ellos. «Antes de llevar a cabo la restauración, hay que decidir la idoneidad de la intervención. Es decir, hacemos una propuesta, en la que se valora el tiempo y la necesidad, ya que todo lo que nos llega no se puede restaurar», indica. 

En el caso de El Pueblo, los documentos se caracterizan por una severa acidificación del material sustentante y tienen desgarros producidos por el doblado de los folios. Por eso, durante la intervención, la restauradora ha realizado un proceso de control de la acidez y se ha consolidado con material de refuerzo. Posteriormente, se han elaborado camisas de conservación para su correcto mantenimiento en los depósitos. 

Bellver, que se encuentra trabajando en una de las salas del monasterio de San Miguel de los Reyes, explica que es complicado trabajar con este tipo de diarios. «Es un material inestable y de baja calidad, ya que, como dice su nombre, tienen una duración de un día y después caducan, puesto que al día siguiente sale otro», recalca.

Además, algunos de estos periódicos de principios del siglo XX, han permanecido doblados en cuatro posiciones durante varios años, lo cual dificulta todavía más el trabajo. «Estos pliegues pueden comportar que se termine partiendo la hoja, por lo que hay que tener mucho cuidado porque sino el proceso puede ser todavía más largo», lamenta la experta, quien señala que se trata de un proceso muy mecánico. 

No sólo la baja calidad del periódico dificulta el proceso de restauración, sino también el tamaño de los ejemplares de El Pueblo. Las medidas superan a las de un diario común, por lo que el proceso es más laborioso. «Se trata de un trabajo muy mecánico porque se hace lo mismo con los cien ejemplares, pero hay que ir con mucho cuidado», recalca Bellver, quien ya ha restaurado cerca de 50 ejemplares durante las últimas semanas. «Al final, para los que sabemos hacerlo, siempre se llevan a cabo los mismos pasos», destaca la restauradora.

Proceso de intervención

Durante el proceso, los ejemplares se han aspirado, alisado y consolidado. No obstante, algunos de ellos han necesitado un relleno de lagunas debido a las pérdidas del elemento sustentante.

Posteriormente, todos los soportes se consolidan con un laminado a una cara. En palabras de la experta, se pone una especie de «papel de sustitución de tres gramos, que actúa como una telaraña para sujetar los trozos rotos y, así, volver a unirlos». Según Bellver, el papel de laminación utilizado suele ser bastante caro, dependiendo del tamaño y, además, es difícil de manejar, por lo que es un proceso laborioso y se «tiene que tener mucho cuidado». 

Sabina Bellver.

Sabina Bellver. / Daniel Tortajada

Así, la restauradora sitúa en una mesa limpia y despejada cada uno de los ejemplares para empezar a aplicar celulosa con un pincel, que actúa como una especie de adhesivo que moja el papel y permite trabajar con él. Este se mezcla con el propio material, lo que permite trabajar con mayor facilidad. Acto seguido, se colocan las tiras en cada uno de los cuatro pliegues, tanto por delante como por detrás del ejemplar, para que el periódico vuelva a mantenerse unido. No obstante, en ocasiones, el proceso se tiene que volver a repetir, ya que no se adhiere de manera correcta y, por lo tanto, no llega a cumplir su función. 

Tras colocar las tiras, se lleva a cabo el proceso de secado por tensión, que suele tener una duración bastante larga. «El ambiente y la tensión hacen que se seque, por lo que necesitamos que pasen 24 horas para que esto ocurra. Esto hace que el proceso de restauración sea más lento, por lo que sólo se pueden restaurar unos cinco al día, ya que tampoco tenemos suficiente espacio». Finalmente, se añade una especie de tejido que se utiliza a modo de bandeja para que no se rompa el periódico. 

Secado de manos

La restauradora debe secarse las manos constantemente para poder trabajar con el papel de tres gramos. Además, recalca la importancia de la hidratación, ya que «me gusta tocar el material».

Tras el proceso, los ejemplares se guardan en una carpeta de cartón de conservación y cuadernillo de papel barrera para facilitar la consulta de estos ejemplares sin tocar los originales. Posteriormente, se meten en los depósitos, que deben mantener unas características adecuadas. Estos se caracterizan por ser unas estanterías cerradas completamente, sin luz, con una temperatura de 20 º y una humedad del 50 %. Estos no son los únicos ejemplares de El Pueblo que conserva la biblioteca valenciana, pero, en este caso, consideran que «es muy interesante guardarlos». «Cuando más completa es la colección, más valor tienen», concluye. 

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