Fuera de compás

La madurez triunfal del Atlàntic

LA MADUREZ TRIUNFAL DE ATLÀNTIC

LA MADUREZ TRIUNFAL DE ATLÀNTIC / Fernando Soriano

Fernando Soriano

Fernando Soriano

Me lo cuenta Josep Bartual, guitarrista, cantante y compositor principal de Atlàntic al final de nuestra conversación sobre el último trabajo de la banda, Desnivell positiu. Que las canciones parecen, a veces, tener vida propia. ·«Cuando empezamos a grabar el disco estábamos cansados, de vuelta de todo, no sabíamos a dónde ir con ellas, lo íbamos a hacer para salir del paso y, conforme lo trabajábamos, nos dimos cuenta de que apuntaba mucho más alto de lo que nosotros nos habíamos autoimpuesto. Veíamos crecer las canciones durante la grabación y nos pedían mucho más de lo que en un principio estábamos dispuestos a darles». Menos mal que los estados anímicos derivados de la pandemia no acabaron con su olfato para reconocer una buena melodía, ni con su capacidad para alimentarla y vestirla como se merece. Compruébenlo este mismo jueves 15 de febrero en Loco Club durante el concierto de presentación.

«Tocaremos el disco entero más alguna canción del anterior. Estamos probando el repertorio para que todo funcione perfectamente, pero queremos salir al escenario sin versiones ni otros accesorios. Se trata de un acto romántico: hemos publicado un elepé de vinilo, queremos enseñarle a la gente qué contiene y celebrarlo con ellos». Si no lo han escuchado, yo se lo adelanto. En Desnivell positiu encontrarán melodías bellas, frescas, radiantes y luminosas como un atardecer despejado, y con el mismo sabor agridulce que deja el ocaso en una playa portuguesa. Acordes menores para temas mayores, que decían los Gigolo Aunts. Guitarras potentes, como las de los Posies, junto a unos magníficos coros que propulsan unos estribillos limpios y brillantes. Un disco denso, maduro y vibrante, con los ojos puestos en aquellos años noventa que nos vieron crecer al son de Lemonheads, Veruca Salt o Breeders.

Las texturas de las guitarras y las voces están muy trabajadas y da como resultado un conjunto más fluido que su anterior largo, el estupendo «Volem els Ponts», que se llevó el Premi Ovidi al Millor Disc de Pop en 2020. «Se trata de un disco grabado básicamente en directo, en dos tomas para cada canción. Por nuestras situaciones familiares teníamos que optimizar el tiempo y yo llevaba al local el esqueleto de una canción. En cuanto la tocábamos juntos nos dábamos cuenta de si funcionaba o no. O sale de un tirón o la desechamos, no hay que darle más vueltas. Luego, en la producción, hemos tratado las voces como un instrumento más, pero como un colchón que suma, sin darle mucho protagonismo».

Josep explica que se ha notado mucho la mano de la bajista María López en el resultado final. «Es una fan absoluta de los Beatles y de aquella manera de hacer pop en plan vieja escuela. Su toque está presente en todo el disco, en los arreglos, en las armonías, en su manera de cantar o hacer los coros. Ella ha compuesto íntegramente «El teu propi cel», además de asumir más responsabilidades vocales que en nuestros discos anteriores».

Después de 10 años grabando juntos, Josep, María y Thomas Mantovani están muy compenetrados, algo que ha ayudado a dotar al nuevo disco de un sonido cálido, orgánico, directo e inmediato. «Se trataba de mantener la esencia de la banda tocando en vivo, que sonara a lo que nos gusta escuchar encima de un escenario. La experiencia fue maravillosa, ha sido la primera vez que lo hemos grabado así, mirándonos mientras tocamos, sin peceras de por medio, en directo los tres. El resultado ha sido algo muy emocional», revela Bartual.

Todo eso se percibe en «Baina!» y «Anna Krushchenko», singles adictivos que vinieron acompañados de sendos videoclips, pero también en «Mig ple», en la que el trío demuestra su capacidad para hacer pop de guitarras sin perder la potencia, el músculo o la tensión en la onda de los mejores Teenage Fanclub o Matthew Sweet. Lo mismo ocurre en «Esclat en la cara» y «Un nou pla», con una acústica que no tarda en electrificarse a los pocos compases. Las tonadas se escurren veloces, sonando divertidamente familiares y, después de la oscuridad de «Podemos bailar», el trío se vuelve a poner al sol en «El mestre del amor» para terminar con «Sibèria», un crujiente y palpitante final que promete un gran momento en el concierto del jueves. No falten.

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