Fuera de compás

Platz, realidad insoslayable

Platz en concierto.

Platz en concierto. / L-EMV

Fernando Soriano

Fernando Soriano

Massad, cantante, guitarrista y compositor principal de Platz suena cansado por teléfono. Ha pasado una noche toledana en urgencias, con una ambulancia de por medio. Sufre de colitis ulcerosa crónica, una enfermedad provocada, casi con toda seguridad, por una terrible combinación de estrés, ansiedad y secuelas de un Covid bastante agresivo. El segundo elepé de esta jovencísima banda valenciana de rock alternativo, en la que sus cuatro miembros rozan la veintena, se titula Calprotectina, un biomarcador que revela el grado de inflamación en la mucosa intestinal. En la portada aparece la representación artística de un intestino en forma de corazón sobre una tabla de madera. En las letras de las canciones se advierte más dolor y más angustia que en el resto de bandas que transitan por el páramo identitario y afectivo que supone el paso de la adolescencia a la adultez. 

Massad canta como si apuñalara al mundo por venganza, por ira, por desesperación, por incomprensión, por soledad y por dolor. Una voz desgarrada expresando descontento y confusión en mensajes tan explícitos como los que se dan en una conversación entre amigos. Aquí no hay dobleces ni suposiciones, solo verdad. Preguntarle en qué medida su trastorno ha marcado la composición del disco me parece, al escribir esto, una estupidez. «La música me ha servido como terapia para mitigar el dolor padecido durante dos años muy complicados, llenos de cambios en todos los ámbitos de mi vida. Muchas veces no podía hablar de ellos con nadie y esa soledad me empujaba a escribir canciones. En ocasiones, la ansiedad y el malestar físico me quitaban las ganas de hacerlo pero yo seguía trabajando porque, al final, lograba sentirme mucho mejor al ver el resultado. Lo que perdía en salud lo acababa ganando en felicidad», explica.

Platz

Platz / L-EMV

Después de la estupenda aceptación cosechada con Prochaska y Diclemente, su primer largo publicado hace justo un año, los chicos de Platz se volcaron en la grabación de su continuación, que presentarán en directo el próximo viernes 1 de marzo en Loco Club. Se realizó en los estudios Casafont de Lleida, con una ayuda económica del Institut Valencià de Cultura. El dinero, obtenido después de «una odisea de papeleo que supuso un mareo impresionante», llegó con la condición de ser gastado en un plazo de dos meses, así que la banda se puso a trabajar contra reloj. «Ha sido un disco muy precipitado, no teníamos las canciones y las tuvimos que componer y ensayar sobre la marcha. Tuvimos que marcharnos lejos de casa para aislarnos y concentrarnos en la música durante los días que duró la grabación. En Lleida pasamos ratos muy malos, pero también otros muy chulos y muy intensos. Sólo por ver aquel cielo tan despejado y lleno de estrellas valió la pena el sacrificio».

El resultado es fabuloso. Trece canciones potentes, tensionadas, rebozadas en capas de guitarras distorsionadas, con melodías expresivas y poderosas. Un trueno abrasador de orgullo tardo adolescente, que combina desérticos silencios desasosegantes con escarpados muros sónicos heredados de bandas clásicas como Sonic Youth, Smashing Pumpkins, Pixies o Nirvana. Pasajes densos y crujientes, ejecutados con esa mezcla de aplomo y descaro que convierten sus conciertos en una colección de bocas abiertas por la incredulidad. Una espectacular combinación de profundidad rítmica, procurada por la contundencia y la elasticidad de Daniel Biot e Izan Navarro, y de pirotecnia guitarril a cargo de Lucas Calpe, crecidísimo en técnica, confianza e intencionalidad.

“Este disco nos representa mucho más que el anterior, en lo personal y en lo profesional. En cómo somos y en cómo sonamos en directo. El trabajo de nuestro productor, Uve Martínez, ha superado con creces cualquier expectativa. Hemos empezado a saber qué queremos decir y cómo contarlo, indagando en un sonido propio a través de nuevos patrones rítmicos y afinaciones distintas. Es un disco inmediato, realizado desde cero bajo condiciones extremas, y estamos muy contentos con el resultado”, revela Massad.

Su actitud, su poderío instrumental, su energía, su coraje y dos discos largos en la calle certifican que Platz son más una realidad que una promesa de la escena valenciana. Su calidad en directo los hace más que solventes para salas y festivales. Ignorarlos sería un error garrafal, cuando no una injusticia maliciosa. Son el grupo de rock más real de su generación y saben hacer algo que, lamentablemente, no está al alcance de cualquiera: buenas canciones. 

Platz

Platz / L-EMV