«El presupuesto de ‘Robot Dreams’ es de 5 millones y las otras películas nominadas cuentan con 100»

El director artístico reconoce que la nominación a los Oscar «pone en valor el sector de la animación en España» y reivindica su peculiaridad, ya que se trata de una industria «muy ecléctiva y variada»

José Luis Ágreda.

José Luis Ágreda. / Levante-EMV

Saray Fajardo

Saray Fajardo

El Salón del Cómic de València recibe mañana al director artístico de Robot Dreams, José Luis Ágreda, quien hablará sobre la cinta nominada al Oscar a la mejor película de animación y que adapta el cómic homónimo de Sara Varon.

En una semana se celebran los Oscar, ¿cómo recibieron la nominación?

Era una posibilidad que existía porque estábamos en la lista larga de 35 películas, pero no teníamos casi esperanza porque este año había películas muy comerciales y películas especiales como Nimona, que podían cubrir la parte peculiar. Nos costó asimilarlo, no te lo acabas de creer porque hemos estado trabajando cuatro años y medio en la película. No piensas que esa cosa tan íntima hecha en un estudio pequeñito en Madrid va a tener esa proyección.

¿Cómo intentaría ganarse al jurado de los Oscar?

Por los valores de la película. Es muy distinta a todo lo que se hace en animación en largometraje. A nivel técnico no podemos competir con los presupuestos, ya que el nuestro era de 5 millones y la siguiente que está nominada es de 100 millones. Hay un salto tecnológico que es imposible de cubrir. A nivel artístico y de guion hay una libertad en la creación. En el resto, hay tantos ejecutivos y tantas cosas de por medio que yo creo que la libertad con la que se ha creado y el cariño de todo el equipo que está totalmente involucrado en la película es diferente. Pablo Berger te traslada las virtudes narrativas y de genio artístico, tiene la capacidad de seducir al equipo para que esté motivado y haga suya la película. Esta historia merecía ser contada. Cuando se habla de películas de animación, se suele decir que son para todos los públicos, pero, en realidad, suelen ser películas infantiles. Pixar suele escaparse a veces de eso o el director Miyazaki, que también hace películas adultas. Queríamos mirarnos en películas del estilo de Miyazaki con mucho humanismo y con complejidad en los personajes.

¿Y cómo llegó a sus manos el proyecto hace cuatro años?

Yo había trabajado como director de arte en Buñuel en el laberinto de las tortugas. En el momento en el que estábamos estrenando y que teníamos un pase en la academia de cine, estaba Pablo haciendo casting de directores de arte y un amigo en común le dijo que se entrevistase conmigo. Me contó el proyecto y yo ya iba muy entregado porque soy fan del trabajo de Pablo desde su primer corto. Siempre me había interesado, fue una sorpresa la llamada. Me explicó el proyecto y qué era lo que necesitaba para que eso fuera una película y no un cómic. Hay una parte de lo que él necesita como narrador visual de cine, que no da el estilo del libro de Sara, que funciona muy bien para novela gráfica. Le preparé unas cuantas imágenes de como veía yo cómo se podía hacer. Parece que le convenció. También vimos que había afinidad de gustos, estética y referentes. En ese momento, me iba a Irlanda a trabajar en un estudio irlandés. Mientras estaban buscando financiación, iba haciendo pequeñas cositas para la película de Pablo. Al encontrar la parte financiera, me volví para Madrid y coincidió con la pandemia. Trabajaba para el estudio irlandés y para Robot Dreams. Al final decidí implicarme completamente empezando desde la fase de “storyboard”.

¿La nominación le da al sector de la animación el valor que merece?

Esta nominación es buena para toda la industria de animación en España. Es poner en valor que con presupuestos pequeños se puede llegar a competir con las películas más grandes. Cada pasito pone en valor la animación que se está haciendo en España, que además tiene una peculiaridad, ya que es muy ecléctica y hay mucha variedad que hace interesante la producción audiovisual de animación.

Lleva más de 25 años en el sector, ¿siempre había tenido claro que quería dedicarse a la animación?

Yo empecé a estudiar arquitectura, pero mi hobby había sido hacer cómic. Mientras estaba estudiando arquitectura, empecé a trabajar en la revista El Jueves, como ilustrador en El País... Llegó un momento en el que la arquitectura se convirtió en el hobby y lo otro fue la profesión. Estaba de “freelance”, pero como no hay una industria fuerte en España en ninguno de estos ámbitos, es bastante más “amateur”. Te vas dedicando a todas las cosas posibles. Y, algunas veces, salen trabajos de animación de diseño de personajes o de fondos. Y, de repente, me llamó Salvador Simó, el director de Buñuel en el laberinto de las tortugas, porque había visto mi trabajo en mi web y le parecía que podía encajar. Entré con un poquito de miedo y pensando que iba a ser una flor de un día. Me gustó todo el proceso, el cambio de trabajar en solitario en casa en proyectos cortitos a trabajar en un proyecto más a largo plazo con un desarrollo más profundo de las cosas y, sobre todo, trabajar con un equipo, que me parece tan enriquecedor que no quiero volver a a trabajar en mi habitación.

Con Buñuel en el laberinto de las tortugas ganaron el Goya.

Ganó el Goya a mejor película de animación y estuvo nominada en otras tres categorías. También se llevó el premio del cine europeo y algún otro, por lo que hemos ido bastante a la par con Robot Dreams. En esta hemos tenido también la nominación al Oscar. Así que como talismán que me contraten.

Buñuel era su primer trabajo y se estrenó por la puerta grande.

Es sorprendente, sobre todo por como es la película. Es un premio colectivo de todo ese equipo que se esfuerza en conjunto para sacar la obra.

Robot Dreams también ha ganado el mejor film independiente en los Annie. ¿Es un paso más hacia los Oscar?

Tuvimos cinco nominaciones. Yo creo que fue esencial porque la película todavía no se ha estrenado. Se estrena después de los Oscar, aunque ya se ha visto en festivales y en algunas salas. Es complicado que la gente la vea, el hecho de que tuviera cinco nominaciones la pone en el punto de mira.

¿Si estuviese estrenada, podría tener más nominaciones?

Es posible, pero lo interesante es que los premios de los Annie o los Goya los dan los profesionales. La han visto, se han fijado y les ha parecido relevante. Es una película que merece la pena y marca una diferencia con el resto, en cuanto a a proposición, ritmo, nivel de complejidad, narración... Es una película que sin palabras tiene una narración especial, que ayuda a crear esa empatía con los personajes y ese vínculo.

Aunque es muda, aborda temas complejos como el miedo, la soledad o el tiempo.

Los trata con mirada adulta. Los niños la van a entender, pero los adultos lo van a entender más porque han tenido más experiencias y van a a tener más vinculación con lo que han pasado los personajes. Al no verbalizar nada, es el propio espectador el que recuerda sus vivencias. Crea ese vínculo y meterte mucho más en la película, vivirla y hablar directamente a a los sentimientos.