Muere Elena Enguix Samper, nieta y heredera de la memoria del único jefe de Gobierno valenciano de la Historia

Enguix dedicó gran parte de su vida a reivindicar la figura de su abuelo Ricardo Samper, quien también fue alcalde de València y ministro durante la II República

Voro Contreras

Voro Contreras

Elena Enguix Samper, nieta de Ricardo Samper, el único valenciano que ha sido jefe de un gobierno español (en concreto, el de la II República), ha fallecido a los 86 años, meses después de haber sufrido el pasado enero una grave caída de la que no se recuperó.

Por expreso deseo de la propia Enguix, no ha habido velatorio y el entierro se limita a la estricta intimidad de la familia. La misa en recuerdo de su alma tendrá lugar el próximo mes, según han señalado sus familiares.

Enguix fue la única nieta de quien, además de presidente del Gobierno de la II República en 1934 también fue responsable de varios ministerios en la misma época y alcalde de València entre 1920 y 1922. Por ello, también fue la heredera de la memoria histórica de Samper, un legado que la ahora fallecida defendió durante años en numerosos actos y entrevistas y al que incluso dedicó un libro publicado en 2008. "Ha servido para que la gente lo conozca -señalaba Samper sobre este libro en una entrevista para Levante-EMV-. Mi abuelo forma parte de esas personalidades valencianas que están en el olvido. Los valencianos no hacen como los catalanes que sí valoran a sus personajes importantes".

Una emotiva carta

Elena guardaba entre sus tesoros familiares una carta que su abuelo le dedicó cuando ella nació, un 8 de julio de 1937, en plena Guerra Civil: "Tu nacimiento en Suiza, da idea de la accidentalidad de nuestras circunstancias familiares, porque tú has debido nacer en España, pero tu verdadera patria se encuentra en estos tiempos empeñada en una lucha espantosa entre los que quieren cohibir la delincuencia bajo el imperio de las leyes y los que desean convertir la delincuencia en ley", escribía Samper.

Elena Enguix Samper con su abuelo Ricardo Samper

Elena Enguix Samper con su abuelo Ricardo Samper / L-EMV

"Tú -continuaba la tierna misiva- eres la única persona de toda la familia que acierta a reír alegremente. Tú te ríes de todo: de Negrín, de Franco, de las aparatosas formaciones fascistas, de la brutalidad del comunismo, del comité de no intervención, de la política del Mediterráneo, sin pensar que mejor sería llegar a convertir España en un inmenso hogar, apacible y cristiano, donde los hombres de buena voluntad puedan ganarse la vida tranquilamente, sin tener que soportar las actitudes arbitrarias de un tirano engreído ni las mordeduras de la gente envidiosa».

"La política le empobreció"

Sobre el legado a la ciudad dejado por su abuelo, Enguix defendía en aquella entrevista que "cambió la pavimentación de la ciudad, logró que devolvieran la Devesa del Saler, amplió y mejoró el ferrocarril entre Valencia y Madrid e impulsó la línea de marítima que enlazaba Valencia con Palma de Mallorca. También recordaba que Samper fue presidente del Ateneo Mercantil y con otros socios se promovió una especie de Unión Europea que quedó paralizada con la Primera Guerra Mundial. También fue l impulsor de la Confederación Hidrográfica del Júcar y de la creación de la Zona Franca del puerto.

De origen humilde, este abogado, a quien Blasco Ibáñez metió en política, llegó a ser alcalde de Valencia (1920-22), presidente de la diputación, ministro de varias carteras con Lerroux y finalmente presidente del Gobierno de abril a octubre del 34. Fue leal a la República y, aquejado de tuberculosis -su nieta solía recordar que, cuando él la cogía en brazos, se aguantaba la respiración- se exilió primero a Francia y luego a Suiza durante la Guerra Civil. «La política le empobreció — contaba Elena Enguix—, vendió casas y acciones durante la República y la estancia en Suiza la tuvo que pagar mi padre» (un conocido exportador de cítricos). «Cada vez que vuelvo allí, entiendo su añoranza», afirma.

Elena Enguix, nieta de Ricardo Samper.

Elena Enguix, nieta de Ricardo Samper. / Germán Caballero