Crítica|Música

Performance de color

José Doménech Part

Sociedad Filarmónica de Valencia

Palau de la Música. Sala Joaquín Rodrigo Intérpretes: Cristina Cordero y Joâo Franzoso, violas y Juan Barahona, piano. Obras de Serguéi Prokofiev (arr. de Vadim Borisovsky y David Grunes)

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Excelente debut de la admirable violista Cristina Cordero (Madrid, 1998) junto al magnífico pianista Juan Barahona (París,1989), en un programa centrado en el Romeo y Julieta, de Prokofiev, (magnìfica la transcripción de Borisovsky y Gruñes) que tantas veces se ha escuchado en su versión orquestal como en piano.

La inmortal tragedia de Shakespeare - que tambien inspiró a Gounod, Chaikovski, Berlioz o Bernstein- fue vehículo para una arrebatadora "performance" minuciosamente diseñada -e iluminada- por estos jóvenes artistas quienes, junto a interpretar la partitura con total solvencia, entrega y respeto, explicaron la triste historia de aquellos amantes, con una precisa capacidad de síntesis. Tanto Cordero como Barahona se mostraron como magníficos narradores alternándose en la exposición de los 16 momentos de la suite, lo cual les permite articular su actuación con coherencia.

Si contar de manera "plástica" tan conocida historia refuerza la veracidad desu versión, es la pulcra exposición de la parte musical lo que prende de inmediato en el auditorio. Cordero se vuelca sin reservas confirmando su alto grado no solo como intérprete sino como musico. Afina hasta el límite cada frase con un instrumento, la viola, que ella hace brillar y deslumbrar, convenciendo de su calidad como artista, junto a la segunda viola de Joân Franzoso.

Para todo ello, cuenta con un excelente pianista, tan contundente como sutil, creando una verdadera onda expensiva en cada pieza de la suite. Barahona traduce cada escena con decisión y autoridad siempre al acecho del discurso de su compañera, creando una verdadera atmosfera en todos y cada uno de los 70 minutos de la velada. Fueron los últimos compases de "La muerte de Julieta", el minuto de oro que hizo contener la respiración, deseando que aquel instante no terminara nunca. Por eso, el éxito fue incuestionable y así los premió el público de la SFV, a quienes regalaron otro momento de éxtasis con el "Summertime", de Gerswin. Tienen que volver.

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