Peñaranda y Navalón, dos toreros con futuro, calientan las Fallas

El joven de Iniesta y el de Ayora destacan en la novillada que inició el ciclo josefino en València

Alejandro Peñaranda sale por la puerta grande de Valencia

Alejandro Peñaranda sale por la puerta grande de Valencia / Nautalia

Jaime Roch

Jaime Roch

No hacia un día para torear. Sobre todo, para poder torear bien, que es bastante diferente a la simpleza de pegar pases. El viento, que por momentos soplaba con fuerza en el medio del redondel, molestó durante toda la tarde. No hubo novillo al que no fastidiase el aire, que es la terminología que utilizaban los taurinos de antaño para definir al viento. 

Los niños temblaban en los asientos de piedra y las mantas y los gorros de lana poblaban los tendidos en la primera de Feria de Fallas, una tarde que se llenó en algo más de un cuarto de aforo y fue muy para aficionados. Hacia frío de verdad. Frío polar, ártico o fallero. Pero frío.

Los novillos de Chamaco también notaron el frío, muy desiguales en su presencia, con aspecto de becerrotes como el cuarto y el quinto, y con buen fondo en su conjunto. 

Pero mereció la pena pasar frío, claro que sí: sobre todo porque Alejandro Peñaranda y Samuel Navalón mostraron su buen fondo de torero y dejaron claro que son novilleros con la esperanza del futuro. El primero cortó una oreja de cada lote y salió por la puerta grande y el segundo cortó una oreja en el quinto con gran petición de la segunda y dio dos vueltas al ruedo entre el clamor.

A decir verdad, el premio de Peñaranda debió quedar en una y la oreja de Navalón fue de ley, de las que pesan en una plaza con la categoría (y el rigor que se le debe intuir) de València. 

Y también hay que señalar la disposición de Alberto Donaire, el novillero de La Rioja criado taurinamente en València. Era la segunda novillada con picadores de su vida tras su debut en Algemesí y resolvió pese a las dificultades del lote y el temporal. Sobre todo en el tercero, al que enjaretó una tanda de naturales en la que mostró su concepto y su valor también porque era difícil aguantar ahí delante con tanto aire y la complicada condición del animal.

Dicho esto, Peñaranda realizó una labor solvente, con oficio y cogiendo el aire y la distancia al ejemplar de Chamaco. Por el pitón izquierdo tuvo menos profundidad el animal y por el derecho se quedaba más corto, pero el joven de Iniesta cimentó su labor a derechas, con muletazos largos y templados. Final con bernardinas sin espada. Dejó una estocada desprendida y cortó una oreja. 

En el cuarto, que brindó a Rubén Pinar, fue un novillo que era más un becerrote por su poca cara. Y aquí también mostró su fondo de torero, con una tanda buena por la derecha. Pero no se acabó de redondear la labor. Tardó en caer el animal y escuchó un aviso. Pero cortó una oreja. 

Navalón, que debutaba en Valencia como novillero con caballos, se mostró decidido en todo momento. De rodillas en los medios, clavado sin inmutarse, empezó con la muleta. Como un tren de mercancías se le venía el novillo y pese al desarme, hubo conexión en el tendido. Y se le vio con conocimiento y buena voluntad, a pesar de que el viento le molestó. El animal acabó rajado y no llegó esa tanda redonda. Un pinchazo previo a una estocada trasera dejó su faena en palmas.

Pero su buena faena llegó en el quinto, un novillo que cuajó sobre todo, por el buen pitón derecho, donde embistió con franqueza y obediencia. Un final ajustado con bernadinas incluidas puso la oreja en sus manos. Le pidieron con fuerza la segunda pero el presidente aguantó correctamente. 

En las cuadrillas también destacó Sergio Pérez, banderillero valenciano que se desmonteró en el tercero de la tarde. Donaire dio una vuelta al ruedo en el sexto tras resolver con buena voluntad. Pese al ambiente gélido, la ilusión de los jóvenes toreros calentaron la Feria de Fallas.

Suscríbete para seguir leyendo