Jarocho mereció más

El joven novillero de Huerta de Rey pasea la única oreja de la tarde en València y Zulueta apunta maneras

Roberto Martín, 'Jarocho', pasea la única oreja del festejo

Roberto Martín, 'Jarocho', pasea la única oreja del festejo / Litugo

Jaime Roch

Jaime Roch

Roberto Martín, 'Jarocho' en los carteles por la fuerza de la sangre, mereció más en su debut como novillero en la Feria de Fallas. El joven nacido en Huerta de Rey (Burgos) se mostró muy torero en toda la tarde. En sus andares, en sus formas de estar, en sus maneras de andar, en la expresión de entrar y salir de la cara del novillo. Y en esa forma de presentarse en una plaza de primera categoría como la plaza de València, ataviado con un extraordinario terno nazareno y oro que parecía de estreno. Un vestido de campanillas, vamos.

Influencia familiar

Y es que este joven novillero que todavía no ha cumplido los 20 años es el continuador de una dinastía de toreros que nació en la salmantina Boadilla con su abuelo y continuó con su padre Roberto Martín 'Jarocho', el que fuera matador de toros y subalterno de toreros de la talla de Víctor Barrio e Iván Fandiño, espadas a los que acompañó en la última tarde.

Decía que Jarocho mereció más porque en el quinto le pidieron -de manera algo tibia por el público- la oreja que le abría la puerta grande de par en par y no fue concedida, sorprendentemente, por la presidencia. En ese novillo, el que hizo quinto, descaradamente manso que acabó rajado en la puerta de chiqueros, no se dejó nada dentro. De entrada, en banderillas, dejó tres pares al sesgo de los que casi ya no se ven porque, entre otras cosas, tuvieron el sabor de los antiguos. Intentó fijar al ejemplar en la muleta y dejó pinceladas de su buen concepto. Sobre todo, en chiqueros enjaretó un derechazo extraordinario por relajo y ritmo, pero el animal fue el peor de un encierro de Fuente Ymbro sin raza y poco celo pero noblote y manejable en líneas generales para hacer el toreo. Dejó una buena estocada, sonó un aviso y dio una vuelta al ruedo tras petición.

En su primero, el joven burgalés criado en la Escuela Taurina de Madrid cortó un apéndice tras entenderse con un Fuente Ymbro nada fácil que embistió de manera incansable, por abajo y con largura por ambos pitones que fue aplaudido en el arrastre. Una estocada rinconera -el rincón de Ordóñez que dirían los antiguos- dio paso al trofeo.  

Precioso muletazo de Javier Zulueta

Precioso muletazo de Javier Zulueta / Litugo

La pureza de Zulueta

La otra noticia de la novillada fue ver las maneras de Javier Zulueta, novillero sevillano que afrontó su segunda novillada con picadores en la plaza de toros de València tras debutar en Olivenza hace unos días. En su primero, que brindó al maestro Vicente Ruiz 'El Soro' y le correspondió con una diana floreada de trompeta, derrochó clase y quilates al natural, pitón por el que se mostró extraordinariamente templado y puro. Pinchó en reiteradas ocasiones y fue silenciado tras escuchar un aviso. En el sexto se mostró igualmente pulcro y decidido con muletazos bellísimos, pero emborronó de nuevo la labor con la espada.

El valenciano Jordi Pérez, 'El Niño de las Monjas', recogió la inclusión en las Fallas como una oportunidad única para reconducir su carrera. El primer novillo fue de lo mejor de una tarde que registró algo más de un cuarto de entrada en los tendidos de la plaza de toros de València.

Ese primero, algo altote, humilló y tuvo cierto recorrido, la principal virtud del animal en toda la faena. Pero pinchó. Lo mismo ocurrió en el cuarto, un animal con un buen pitón izquierdo que aprovechó con sitio y mando.

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