Ureña: "Pensé en retirarme el año pasado, pero no sé vivir sin torear"

El diestro de Lorca, que vuelve esta tarde a una plaza talismán para él como València, relata el proceso que vivió el año pasado después de la tarde los victorinos en Madrid

Ureña, en la placita que tiene en su casa para entrenar

Ureña, en la placita que tiene en su casa para entrenar / J.R.

Jaime Roch

Jaime Roch

Paco Ureña nos abre las puertas de su casa de Los Padros, en Albacete. Allí, donde todavía late la inmensa aura de Dámaso González, pasa junto a su hija Cataleya y su mujer Elena las horas previas a su compromiso de esta tarde en la Feria de Fallasdía de san José: lidiará toros de la divisa salmantina de Montalvo junto a David Fandila, "El Fandi", y Emilio de Justo en la plaza de toros València

Nos recibe con la madurez de sus convicciones. Una honestidad tan sin fisuras acompaña la evolución de su toreo después de un 2023 clave en el terreno profesional como personal. Habla bajo el influjo de la única causa impulsora del soberano decoro de ser libre. Instalado en los incómodos extrarradios del toreo años atrás, este 2024 se presenta como justo a su categoría como torero y a lo logrado en el ruedo en su trayectoria -aunque detesta la palabra justicia- después de pensar en la retirada y llevar su cuerpo al límite de la condición humana el 4 de junio de 2023 en Las Ventas. Una fecha que ha marcado un antes y un después en su vida.

"Malospelos", el toro de Luis Algarra con el que triunfó en la Feria de Julio de 2017; "Empanado", el Victoriano del Río con el que abrió la puerta grande de Madrid en el 2019 o "Galapagueño", el ejemplar de Victorino Martín de las dos orejas en la Maestranza de Sevilla en 2016 coronan el salón de los trofeos. Memoria todos ellos de un camino ejemplar en el mundo del toro que no ha estado exento de tragedia tras perder la visión de su ojo izquierdo con una gravísima cornada en Albacete en 2019.

¿Hay un nuevo Paco Ureña?

Sí, indudablemente. La tarde de Victorino en Madrid el año pasado me ha cambiado la vida, tanto como torero como persona.

¿Por qué?

Porque son de las tardes que uno sabe que ha hecho un esfuerzo que es muy difícil de hacer conscientemente. En tu cuerpo, dentro de tu mente, hay unos límites que son muy difíciles de pasar para cualquier persona delante de un toro. No te hablo de pasar la raya, que lo hacen muchos toreros, sino de cruzar el límite.

¿Y cuál es su límite?

Ese límite no es el límite, es un punto y seguido de lo que yo busco como torero y que se reforzó también cuando volví en la Feria de Otoño.

Ureña, en el salón de sus trofeos

Ureña, en el salón de sus trofeos junto a 'Malospelos' y 'Galapagueño' / J.R.

¿Cuál es el objetivo?

Ser consciente de que soy yo quien de verdad manda en ese momento delante del toro y no mi cabeza ni mi instinto, sino una voz más allá, una fuerza interior que me convence para dar otro paso más allá.

¿Y cómo se llega a ese punto?

Es un proceso de muchos años de convencimiento mental para llegar ahí y hacerlo con la mayor naturalidad.

¿Dónde arranca el proceso?

Con muchas visualizaciones de todos los escenarios posibles que podían pasar en esa tarde, tanto situaciones positivas como negativas. De entrada, sabía que era un día que iba a influir mucho en mi carrera por el ‘No hay billetes’ y la corrida de Victorino en Las Ventas.

¿Cómo es ese proceso de visualización?

Desde el año 2014 estoy trabajando con una psicóloga que se llama Toñi Martos que me ha ayudado a superar situaciones duras como, por ejemplo, mi pérdida de visión del ojo izquierdo. Además, en mi día a día, en mis momentos de soledad en la cama o dando un paseo, tengo ratos de meditación para interiorizar.

¿Qué interioriza?

Todas mis vivencias. Por ejemplo, el año que salí en hombros de Madrid fui feliz y todos me decían lo bien que había estado, pero me faltaba un algo, no era donde yo quería llegar como artista. Sin embargo, la tarde de Victorino el año pasado, sí.

Entiendo.

Te digo que cambió mi vida porque salí de la plaza de Las Ventas, la que considero mi plaza, y me dije que esa sí que era la versión de Ureña. En la puerta grande de Madrid en 2019 sentía que me faltaba algo como artista.

¿Cómo definiría esa renovada versión?

Una total entrega absoluta al animal, pese la circunstancia que tenga él.

¿Y qué le dice su familia?

Mi mujer no me frena, lo acepta, porque sabe a lo que verdaderamente he venido a hacer a mi profesión.

El torero tiene a un san Martín de Porres que le regaló Juan José Padilla

El torero tiene a un san Martín de Porres que le regaló Juan José Padilla / J.R.

¿Es menos fácil jugarse la vida con una hija?

Prefiero que mi hija me recuerde siendo feliz a que vaya a torear a un sitio y no dé el máximo de mí como torero y esté amargado. Creo que jugarme la vida, aunque ahora no lo sepa, es una manera más de hacerla más feliz.

Entonces, ¿llega a asumir la muerte?

Lógicamente, no me quiero morir, pero trabajo todos los días con ella y no le tengo miedo. Sé que me puedo morir ahora mismo y, por desgracia, también sé que puede pasarle a todas las personas que están a mi lado.

¿Cómo se trabaja eso?

Aceptándola como un proceso natural de la vida. Me cuesta más trabajo pensar en el dolor que dejaría a los que me quieren que pensar en mi propia muerte.

Qué claro lo tiene.

Siempre lo he tenido muy claro, pero dentro de esa claridad ha habido días nublados y días soleados. Ahora, después de la tarde del 4 de junio de 2023 en Las Ventas, soy plenamente feliz.

¿Pensó en la retirada?

Pensé en quitarme, pero no sé vivir sin torear. Sobre todo, cuando no salían contratos después de esa tarde y mi próximo festejo era a un mes vista. Agradezco las palabras que el maestro Paco Ojeda dijo sobre mi persona y su valentía.

¿Por qué se quería marchar?

No comprendía, de nuevo, mi situación después de tanto esfuerzo. Mi cuerpo estaba muy débil después de la paliza de Las Ventas y lo veía otra vez todo cuesta arriba. Estaba convencido que esa tarde era el punto de despegue de mi carrera otra vez.

¿Recondujo la situación?

Me afecta muchísimo no torear por mi problema de la visión y pasé un verano duro porque pensaba que mi situación debía ser otra, así que limpié mi mente.

¿Cómo?

Con la paz interior de volver a Madrid en la Feria de Otoño para sanarme porque me sentí otra vez yo mismo.

¿Qué importancia tiene la psicología en el toreo?

Creo que lo psicológico es un 99,9%. Para poder llevar el cuerpo hasta ese límite, la mente juega un papel grandísimo.