El Ayuntamiento de Valencia ha finalizado 2011 con la redacción del Plan Estratégico del Deporte municipal. En su elaboración, como ha puesto de manifiesto el concejal de Deportes, Cristóbal Grau, ha participado todo el tejido asociativo valenciano, deportivo o no, más el académico y el profesional. Para ello hubo unos coordinadores de área, que bajo la dirección u orientación organizativa de personal de la Fundación Deportiva Municipal, montaron lo que en nuestra lengua se conoce como sesiones de "tormenta de ideas", pomposamente conocido en inglés (y de uso ya habitual en el castellano) como brainstorming.

A un servidor le convocaron a una de esas sesiones junto a un montón de "profesionales de reconocido prestigio" que se movían en el entorno de la organización de eventos deportivos. Hubo una primera charla del Gerente de la FDM, Luis Cervera, excelente gestor que explicó los objetivos del Plan y lo que se pretendía con nuestra colaboración. A partir de ahí, con las directrices del moderador, el profesor de la Universidad de Valencia Ramón LLopis, iniciamos la sesión. Como está mandado en estos casos lo primero fue ponerse en corro, para vernos mejor, presentarnos y hacer una primera intervención. Después ya vinieron cuantas fuera menester, abiertamente, sin guardar turno ni control de tiempo. El que tenía algo que decir, intervenía sin más y ya está. Después nos distribuimos en grupos más pequeños, con un secretario nombrado por cada grupo que al final de la sesión exponía las conclusiones a las que se había llegado en una puesta en común general. Además se entregaron por escrito y, quien quisiera, podía luego mandar otras consideraciones.

Aquello duró un día, mañana y tarde, y a la FDM sólo le costó invitar a comer a los participantes, unos 30, en la cafetería de su propia sede en la Petxina, con el menú habitual recogido en bandejas tipo self service. Allí había grandes profesionales que no sólo participaron gustosamente, sino que a nadie se le cayeron los anillos por comer de ese modo (entre otras cosas porque en esa cafetería se come muy bien y cuenta con buenos restauradores).

Llegados a este punto, algún lector pensará a donde quiero llegar con un relato tan pormenorizado. Pues a tratar de explicarles en qué consiste una parte del escándalo Urdangarín. A esa jornada tipo, le añaden ustedes, uno o dos días más y ya tenermos montado el congresos o seminario, más conocido como Summit, por el cual le pagaron un alrededor de millón de euros al Instituto Noos.

El tema ha trascendido ahora por su investigación judicial, pero en su día ese gasto ya resultó sorprendente. Algunas personas ligadas a las instituciones públicas valencianas lo contaron por lo bajini, escandalizados ellos mismos, al no tener más remedio que apechugar. Pero, en aquel momento nadie se atrevía a decir que no, tal y como han manifestado en sus declaraciones judiciales los presidentes del Valencia, Juan Soler y el del Villareal, Fernando Roig. Y si gente tan poderosa no se atrevía a discutir lo que a todas luces era un bluff, pues a ver quién era el valiente que lo hacía.

Por cierto, a un servidor lo invitaron al primer Summit. Todavía estaba en Almería, en la organización de los Juegos Mediterráneos, y me tenía que pagar yo el viaje (?), para participar en un formato brainstormiano; así que no vine, al igual que hicieron otros. Me atrevería a decir que en España hay, como mucho, una docena de personas que puedan hablar con autoridad de la organización de eventos. Casi ninguno de ellas estuvo, pero ante la opinión pública, aquel seminario se presentó como el no va más.

Hoy, en cambio, tengo que felicitar a la FDM por el sistema de elaboración del Plan Estratégico y lo participativo que ha sido, lo que contrasta y mucho con aquellos famosos Summit. Ver para creer. Planes estratégicos los hay en unas cuantas ciudades españolas, y en alguna comunidad autónoma, como por ejemplo en Andalucía, donde hicieron un concurso público que fue adjudicado a una consultora multinacional muy conocida. Costó dinero, pero algo menos de 500.000 euros , una cantidad razonable teniendo en cuenta que el trabajo se prolongó más de un año y que esa comunidad tiene 8 provincias, casi 8,5 millones de habitantes, 771 municipios, y más de 12.000 instalaciones deportivas. Aún así, costó la mitad que uno de los Summit.

Aquí y ahora, en los nuevos tiempos que corren, el Ayuntamiento de Valencia ni siquiera se ha gastado ese dinero. Sólo cuatro euros de ir por casa. ¡Ay, si hubieran hecho lo mismo antes!. No estaríamos con estas angustias económicas y no nos tendrían que quitar parte del sueldo a unos, o enviar al paro a otros. Por lo menos esperemos que la Generalitat copie al Ayuntamiento y manden de una vez por todas a paseo a la Fórmula 1, porque de lo contrario, el personal se va a encrespar muy mucho. Serían, euro arriba, euro abajo, unos 35 millones de ahorro al año, la mitad de la rebaja del sueldo de los funcionarios. Amén.