El mensaje de tranquilidad que Manuel Llorente lanzó el pasado viernes, una vez se supo que Bankia abandonaba el protocolo de intenciones para acabar el nuevo estadio, no ha calado entre algunos exdirigentes, accionistas y aficionados. El pesimismo impregna las opiniones, respecto a la voluntad del consejo de refinanciar el préstamo de 200 millones que vence en diciembre, y que la Fundación logre pagar antes del 27 de noviembre los intereses del préstamo de la ampliación de capital.

Para Jaume Ortí, presidente entre 2001 y 2004, la situación ha llegado a «un punto sin salida» porque entiende que el problema trasciende a la propia capacidad del Valencia y de las instituciones financieras y políticas: «No es solo un problema del club, afecta también a la ciudad. Antes, en tesituras parecidas, el Valencia tenía el auxilio de políticos y bancos, y ahora con las intervenciones hay una ausencia de decisión propia y no se puede asistir financieramente al club como antaño». Ortí teme que la solución pueda derivar «en la ley concursal» y afirma que le recordó a Llorente que fue «una temeridad» que anunciase el reinicio de las obras para septiembre.

En opinión de Ortí, el problema se agrava porque sobre Mestalla «pende la aplicación de la sentencia del Supremo, que ordenó el derribo de la ampliación del estadio, y que los vecinos no ejecutaron ante la cercanía del traslado al nuevo estadio». Para el máximo mandatario se unen otros aspectos, «que hacen entrar al club en decadencia», como el órdago de la Fundación, y teme que se contamine la parcela deportiva: «El arranque no ha sido nada bueno y el club necesita asegurar la participación en la Liga de Campeones. En este momento no nos podemos permitir que el equipo no vaya bien deportivamente».

Ortí cree que la situación del club proviene de una mala planificación de anteriores gestores: «Se tuvo la posibilidad en 2004 de firmar la titularidad compartida del futuro estadio, pero Juan Soler la rechazó, prefiriendo que el club asumiese toda la obra».

«Un negro panorama»

Para el accionista Joaquín Ríos-Capapé, la única solución que ayude al Valencia y a la Fundación «a salir de esta» y a dotarlos de estabilidad a largo plazo consistirá en «la capacidad de ambos estamentos de generar nuevos recursos propios. Y fórmulas existen». Una circunstancia que entiende que es imposible de ejecutar con el actual consejo. Tales fórmulas, «son conocidas por los que tienen en su mano la opción de instar a que ese cambio en la esfera de poder del Valencia se produzca». Por otro lado, para Ríos-Capapé, fue un error que no se incluyera al club «como otro socio más» de Newcoval y expone sus dudas sobre la viabilidad de renegociar y ampliar a largo plazo el préstamo con Bankia: «¿Con qué aval van a dar al club 186 millones de euros para acabar el estadio?» —se preguntaba— «si Bankia está intervenido por el Estado y le es imposible acumular más activos inmobiliarios?». Ríos-Capapé, una de las voces críticas con la actual directiva, afirma que el único «aspecto positivo» de la gestión de Llorente «es haber equilibrado la cuenta de resultados, aunque el método para conseguirlo está al alcance de un recién licenciado en Empresariales».

Con todo, augura un «panorama negro», con el vencimiento del préstamo de Bankia «y la obligatoriedad de la Fundación de hacer frente a los intereses y a los pagos principales en 2014 y 2015» del préstamo con la misma entidad financiera. «A no ser que quién tiene que tomar decisiones, y no me refiero a este consejo, se decida a hacerlo, de una vez por todas», lanzó.

Por último, Jaume Part, expresidente de la Agrupación de Peñas, cree que la situación «es muy complicada», porque «no hay síntomas de mejoría», más allá que el consejo «haya equilibrado gastos e ingresos», un buen factor, a su juicio, a la hora de refinanciar el préstamo. «Hace falta mucha imaginación y trabajo, porque el mes de diciembre está encima. Comenzar las obras es fundamental para el club y para la imagen entera de la sociedad valenciana».