Era momento de creer y jugar sin miedo. ¿Y qué mejor motivación en un Mundial que enfrentarse a la número 1, a EEUU? Habiendo hecho historia al haber pasado de ronda, la presión la tenían ellas, 90 minutos por delante par lograr el milagro.

Frente a una selección que ha participado en todos los mundiales (con este de Francia son 8) y ha quedado campeona en tres de las ediciones, tocaba demostrar que aunque eran las claras favoritas, una vez saltas al campo y juegan 11 contra 11, cualquier cosa puede pasar.

Una primera parte de España para quitarse el sombrero, con una presión agresiva y provocando que ellas cometieran más de un error que les haría ponerse nerviosas. Lástima del gol en contra a los 5 minutos, aunque supimos rehacernos con un gran gol de Jenni Hermoso.

Ellas imprecisas y nosotras bien ordenadas en defensa aguantábamos todos sus ataques. El resultado al descanso era de empate a 1. Estábamos tuteando a un país que nos lleva años de ventaja, la actual campeona y número uno del ranking FIFA.

Consideradas súper estrellas, un país con más de un millón y medio de licencias donde las niñas desde bien pequeñas no lo dudan; sueñan con ser futbolistas como Álex Morgan o Tobin Heath, entre otras. Siempre quieren ir a por más, a pesar de haberlo ganado todo, no se conforman, por lo tanto ir a Francia no iba a ser en vano.

Cuando jugué allí me sorprendió que el contrato exigía que no podías dedicarte a nada más que no fuese jugar al fútbol. Eso implicaba dedicarte 24 horas, algo que seguimos reclamando aquí. Pero paso a paso, todo llega.

No les importa no que tengan delante, no se apiadan, no levantan el pie del acelerador en ningún momento, y como más goles puedan hacer, mejor. Son tremendamente ambiciosas y competitivas, una mentalidad que les inculcan desde pequeñas. Así se veían ellas antes de enfrentarse a España, superiores. Lo que no sabían es que las nuestras tenían mucho que decir.

Son atletas convertidas en futbolistas, lo pude vivir en primera persona cuando fui allí. Los entrenamientos con balón eran soportables pero una vez lo dejábamos a un lado, sabíamos que tocaba sufrir.

Fuimos capaces de mantener el resultado hasta que el VAR, esta vez en nuestra contra, dictaminó penalti cerca del último cuarto de hora de partido. Perdimos. El resultado es lo de menos, porque antes de llegar al partido, lo que parecía ser un «David contra Golliat» terminó con las americanas en los últimos minutos yendo al corter a perder tiempo.

Sí, nos vamos del Mundial, pero con la cabeza bien alta. Después de esto hay un antes y un después y hemos demostrado que somos capaces de competir con cualquier selección. Hemos llegado para quedarnos, y el fútbol femenino español ¡ha ganado!