De rechazar al Sevilla a reflotar al Villarreal

Marcelino pudo ser el sustituto de Mendilibar en Nervión, pero prefirió esperar y fichar por el Submarino

ismael mateu. vila-real

Sevilla y Villarreal, hasta cierto punto, se han asemejado en los últimos tiempos, compartiendo objetivos deportivo y una trayectoria pujante en la competición doméstica y en la europea. Dos entidades inmersas, esta temporada, en un proceso de cambio, que, eso sí, están afrontando desde prismas diferentes, aunque unidos por un nexo: Marcelino García Toral.

Rebobinemos al 17 de octubre. El asturiano estaba asumiendo su traumática salida del Olympique de Marsella, pero ya tenía ganas de volver a dirigir. Así lo reconocía en una entrevista a la Cope, en la que descartaba al propio Sevilla, que había elegido a Diego Alonso (mañana se juega el cargo) en lugar de José Luis Mendilibar. «Hubo una conversación con el Sevilla, que es un gran club, pero no se dieron las condiciones necesarias para ese nuevo proyecto», explicó. «Era para una temporada; y la otra vez, cuando estuve allí, vi que los proyectos duraderos son los que tienen una realidad», añadió.

Se refería a su breve estancia en el banquillo del Ramón Sánchez-Pizjuán de la 2011/2012, temporada que empezó dirigiendo a los nervionenses. Pero una racha de más de dos meses sin conocer la victoria, logrando solo cinco de 21 puntos, abocaron a su destitución (6 de febrero del 2012), tras haber caído en los octavos de final de la Copa del Rey y en la eliminatoria previa de la Europa League. Un mes después, donde sí regresaba era al Submarino, de lo que se desprende que el proyecto del Villarreal, a pesar de convertirse en el tercer técnico de este ejercicio, sí le seducía.

Así que mañana, Marcelino puede terminar de agravar la grave crisis, deportiva e institucional, de un Sevilla ya fuera de la Champions y casi de su competición fetiche Europa League, con apenas cuatro puntos de renta sobre el descenso (eso sí, con un partido pendiente), fruto de unas estadísticas indignas de un equipo como este: esta temporada, solo tres victorias y nueve empates (ocho derrotas), con la afición acosando a los dirigentes, un conflicto arraigado en el vestuario.