Vivos, pero con todo en contra (0-0)

El conjunto de Felipe Miñambres, que sumó un punto insatisfactorio en Santander pese a ser mejor que su rival, fue castigado con un gol anulado a Pablo Martínez extremadamente dudoso

Cabello y Álex Muñoz ante el Racing de Santander.

Cabello y Álex Muñoz ante el Racing de Santander. / ED

Rafa Esteve

El futuro del Levante en Segunda División, a falta de seis jornadas para que finalice la competición, es incierto pese a que el destino dibuje escenarios tan indeseados como de pura fantasía. Jugar en la élite del fútbol español es el ideal de un equipo que nunca dejará de suspirar por competir contra los mejores. Razones no le faltan, al igual que herramientas para escalar hasta la cima del balompié. Sin embargo, a los de Felipe Miñambres se les acaba el tiempo para batallar por su sueño. Por la ilusión de mirar de frente a un playoff de ascenso a Primera División que, a día de hoy, está a tres puntos de distancia, pero con muchos contrincantes todavía por jugar.

El empate ante el Racing de Santander le demuestra a los levantinistas que están plenamente capacitados para competir contra cualquiera. No solo dieron la cara, sino que dieron argumentos para llevarse el triunfo hasta el último segundo. Sin embargo, el tiempo se acaba. Y de la misma manera que se acaba, el margen es cada vez menor. No obstante, el Levante está obligado a no darse por vencido ni a tirar la toalla. Jugando así estará cerca de su sueño de pelear por el ascenso, aunque el desafío se complique con el paso del tiempo.

La importancia de los puntos estuvo vigente en los dos conjuntos, hambrientos desde el principio y con ganas de escapar de la incertidumbre. Ambos necesitan sentirse vivos hasta el final de curso, y aunque el Levante aterrizó a los Campos de Sport de El Sardinero magullado después de la dolorosa derrota contra el Amorebieta, transmitió ímpetu. Estuvo despierto desde el primer minuto del duelo. Un cabezazo de Pablo Martínez, a centro de Carlos Álvarez y a las primeras de cambio, impulsó a un equipo que, en todo momento, supo que obtener una victoria en Santander no iba a ser una tarea sencilla.

Los de José Alberto López, veloces, prácticos y astutos al contragolpe, provocaron peligro siempre que encontró a su tridente ofensivo. Lago Junior, minutos después del primer aviso de los levantinistas, probó los guantes de un Andrés Fernández que volvió a estar inspirado bajo palos. Superada la media hora de encuentro, y minutos después de errar un mano a mano, controló el esférico casi en área pequeña y el guardameta repelió el disparo con prácticamente todo el campo dispuesto a celebrar el primero de su equipo.

Sin embargo, fueron fogonazos de un Racing que vio cómo el Levante desafió a sus posibilidades de entrar entre los seis primeros clasificados jugando sin tensión y con determinación. Los de Felipe Miñambres, sobre todo desde media distancia, atacaron la portería de un Jon Ezkieta que aguantó el asedio procedente de Orriols. De hecho, Dani Gómez, con un latigazo desde fuera y dándole validez a un pase filtrado de Sergio Lozano, fue quien más cerca estuvo de un gol que el Levante mereció a lo largo de la primera mitad. El empate al descanso, es más, no justificó lo presenciado en el verde. No obstante, los de Felipe Miñambres estaban metidos en la pelea, sintiéndose fuertes.

Ezkieta y Andrés, vitales

El paso por vestuarios no bajó las pulsaciones de un equipo que siguió insistiendo. El empate servía para sumar, pero no para pisarle los talones a una promoción de ascenso que no se debe escapar. De hecho, a las primeras de cambio, un zurdazo de Andrés García, cada vez más asentado en el lateral, fue un aviso de intenciones que prolongó Dani Gómez con un fuerte lanzamiento despejado por Jon Ezkieta. Dio la sensación de que el Racing de Santander se sintió bloqueado, pero la inspiración de los hombres que flotaron en tres cuartos de campo embotelló a un Levante que le tocó sufrir mucho.

Sin que el ritmo menguase, los de José Alberto López no se adelantaron en el marcador por poco y en tres oportunidades claras. Cada una, más peligrosa que la anterior. Lo intentó Íñigo Vicente, pero su disparo lejano se fue por pocos centímetros. En medio del hostigamiento local, fue necesario que apareciesen figuras que resaltasen por encima del resto, y Andrés Fernández, volvió a intervenir en el momento en el que un balón muerto cayó en las botas de Arana. El arquero visitante lo despejó, y por fortuna, antes del ecuador del segundo tiempo fue testigo de cómo un sutil golpeo de exterior de Mboula se marchó desviado.

Los últimos veinte minutos se tradujeron en un duelo de ida y vuelta, de resistencia en las defensas y donde fue imposible acertar un vencedor. Pese a ello, el Levante se negó a perder más puntos por el camino.