El pasado 21 de mayo, dos semanas después de la nacionalización de BFA/Bankia, el presidente de Bancaja, José Luis Olivas, presentó su dimisión del cargo. Fue una reunión tormentosa, en la que el abogado José María Mas Millet, vicepresidente segundo de la caja desde 2010 a propuesta del PP, acusó sin piedad al también expresidente de la Generalitat de su mala praxis como gestor financiero y de ser el máximo responsable de que la tercera caja del país acabara en mera fundación tras su integración en BFA. Según las actas de aquel día, a las que ha tenido acceso Levante-EMV, Mas, quien ese mismo mes de mayo ocupó la vacante en la presidencia de la caja dejada por Olivas y que ya había formado parte del consejo en una etapa anterior que se cerró en 1997, inició su intervención recordando los cargos como consejero „y los ingresos„ que había perdido por acceder a volver por «cariño» a la entidad, entre ellos un puesto en el Popular. «Lo que no sabía es que el consejo había cambiado tanto» desde 1997, cuando las «grandes decisiones de gestión» se fraguaban en ese órgano de gobierno «de forma consensuada».

«Hoy no es así. Quien rige y gobierna esta entidad de forma exclusiva y excluyente o, dicho de otro modo, de forma absolutista [desde 2004] es el presidente, con una total falta de transparencia para con el consejo, cuyo único cometido se ha reducido a aprobar las propuestas que tenía a bien presentarle y nada más. Es decir que hoy el único cometido que tiene, o ha tenido, este consejo es servir de manto protector al presidente en las decisiones que este ha ido tomando». Tras asegurar que fue a través de la prensa como se enteró de muchas de las decisiones que afectaban a Bancaja, en especial tras su integración en BFA, un indignado Mas Millet, quien en su día fue secretario general de Telefónica y presidente de Antena 3, afirmó: «Os puedo asegurar que jamás en toda mi vida profesional me he encontrado con un supuesto tan grosero como este de falta de respeto y consideración de un presidente hacia su consejo de administración». El ahora presidente de Bancaja „hasta que la entidad sea disuelta este mes para ser dirigida por una gestora que la convierta en fundación„ añadió a continuación: «Pero esa falta de respeto para con el consejo, con ser grave, no lo es más que la, insisto, total y absoluta falta de transparencia con la que el presidente ha gestionado Bancaja, ocultando de forma descarada información relevante a este consejo al socaire de la, según siempre nos decía, acreditada falta de discreción de todos o algunos de nosotros».

Mas Millet acusó a Olivas de maniobrar para que otros consejeros no secundaran su propuesta de reforzar las provisiones y reducir los beneficios de la caja de 2009 dado el deterioro evidente de la economía. Asimismo, le echó en cara que asegurara en el consejo que Bancaja era solvente y podía esperar «a la segunda sesión del baile para elegir tranquilamente la novia» en el proceso de fusiones entonces en marcha pero que dos meses después de aquel «idílico escenario», en junio de 2010, convocara «urgentemente» al consejo para «decirnos que o aceptamos integrarnos con Caja Madrid o poco menos que el Banco de España nos interviene». Además, le reprochó que el consejo se enterara por la prensa de su salida de Bankia en noviembre de 2011 tras la intervención del Banco de Valencia: «Sabemos que presentó la dimisión „cosa extraña en él„ de forma sumisa y tan pronto le fue solicitada por el Sr. Rato [presidente de Bankia en aquel momento], pero no las razones que le indujeron a hacerlo». Mas, molesto por no lograr ser uno de los consejeros de Bancaja en BFA o Bankia, criticó que el sustituto de Olivas en el grupo fuera Francisco Pons y no un vocal del consejo de la caja. Por último, además de proponer que el consejo «se reserve acciones de toda índole», Mas concluyó diciendo a su antecesor: «Yo creo que el único responsable de todo esto eres tu y hasta hoy no has tenido la vergüenza torera de presentar tu dimisión, abusando de la alta improbabilidad de que el consejo solicitara tu cese», unos «por no poner en peligro las prebendas que las organizaciones que los han designado [Asociación de Impositores, UCE y Real Sociedad Económica de Amigos del País] reciben a través de la fundación» y otros, «porque no son plenamente libres para actuar».

En su respuesta, Olivas se defendió de sus bandazos sobre la caja diciendo que lo de ir a una segunda oleada de fusiones «nos lo dijeron las autoridades competentes», las mismas que luego «nos dijeron» por «razones de tipo económico y político» que se uniera con Caja Madrid. Además de defender su actuación en los consejos, donde «nunca limité los debates», y desvelar que los presidentes de algunas cajas acordaron en 2010 disminuir un 25 % los resultados de 2009, Olivas concluyó afirmando que «lamento lo ocurrido, pero tengo la conciencia tranquila y, puestos a buscar responsabilidades, las tenemos todos».

«Los clientes de Bancaja son sistemáticamente maltratados» en Madrid

José María Mas Millet trazó un panorama ciertamente negativo de cuáles fueron las consecuencias para Bancaja de su «absorción» por parte de Caja Madrid, la constitución del Banco Financiero y de Ahorros y la posterior salida a Bolsa de su filial, Bankia, en julio de 2011: «Los acuerdos de integración son incumplidos sistemáticamente, sin que nadie dijera nada; los directivos del grupo procedentes de Bancaja son invitados a dejar sus cargos respectivos, sin que nadie dijera nada; se identifica públicamente a Bancaja como único responsable de todos los males de BFA y Bankia, sin que nadie dijera, y, por último, los clientes de la antigua Bancaja son sistemáticamente maltratados y cualquier propuesta de operación de crédito proveniente de esta Comunidad es rechazada en Madrid o simplemente ?no aprobada?, sin que nadie dijera nada». A continuación, Mas precisa que «cuando digo ?nadie? me estoy refiriendo, obviamente, a los que pudiéndolo hacer no lo hicieron, esto es, a nuestros representantes en BFA/Bankia y muy especialmente al vicepresidente [Olivas], mientras estuvo». Olivas no respondió a esta diatriba del entonces vicepresidente segundo, quien puntualizó que esas críticas fueron denunciadas en el consejo reiteradamente, pero que el presidente de la caja siempre negó «que fuera cierto». j. c. valencia