Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Turismo

La palmera del turismo echa raíces

La Generalitat presenta hoy la cuarta de versión del diseño de Pepe Gimeno, símbolo de la política turística desde finales de los 80

La palmera del turismo echa raíces

«Está muy consolidado. No llega a la altura del Miró de Turespaña, que es un Miró, pero se aproxima». Nuria Montes, secretaria general de la patronal hotelera Hosbec, pone voz a la satisfacción del sector turístico valenciano con la palmera. El logo de la política turística autonómica ha sobrevivido como referente simbólico, un emblema paraguas para todo el territorio dentro de un maremágnum de marcas provinciales y locales que, en ocasiones, han causado más ruido que melodía a la hora de vender los encantos de la terreta.

Esta noche, en un acto convocado en l´Hemisfèric por el departamento turístico de la Generalitat, Pepe Gimeno presentará la nueva versión de la palmera que diseñó hace 30 años. El que fuera concebido como emblema del primitivo Institut Turístic Valencià (ITVA) en tiempos del conseller García Reche recibe un lavado de cara: «El concepto es el mismo, pero el tiempo siempre te permite mejorar la tipografía, proporciones, inclinación de la palmera, pulirlo más. Es como llevar el traje a la tintorería. Es lo habitual en las grandes marcas: la gente no se da cuenta pero a lo largo del tiempo ves cómo se va optimizando», explica el diseñador.

El trabajo tiene el reconocimiento de los profesionales. «La simbología me parece todavía muy adecuada, pese al picudo que nos ha dejado sin palmeras. Antes, cuando ibas por la A7, lo que veías eran casas diseminadas con una huerta preciosa y todas tenían una palmera, una imagen brutal», recuerda Daniel Nebot, premio nacional de Diseño y uno de los referentes valencianos desde hace décadas.

Nebot no ve necesidad de modificar la palmera, que ya ha echado raíces. «Cuando un símbolo se impregna en la sociedad es difícil hacer un análisis de si es más o menos adecuado. Cuando ves la palmera ves turismo, como cuando ves una cruz ves un hospital», asegura.

El camino no siempre fue fácil para el símbolo turístico valenciano. Pese a haber sido más o menos respetado por todos los gobiernos autonómicos, a principios de los 90 se vivió un momento controvertido. Se cruzó en su camino «Mediterrània», la fallida apuesta socialista para crear un contenedor para todos los relatos integrados desde Morella a Guardamar, de la Costa del Azahar a la playa de Benidorm.

«Mediterrània» había sido la respuesta a una reflexión esbozada en el Libro Blanco del Turismo de 1990, que pedía una marca genérica para todo el territorio.

Pero la expresión gráfica de aquella marca, que la administración encarga al entonces omnipresente Javier Mariscal, convive muy mal con la palmera: «Me causó problemas. Todo el mundo creía que la palmera era de Mariscal, cuando además no me gustaba nada», decía Gimeno en una reciente entrevista.

Para más inri, «Mediterrània» fue involucrada en la batalla territorial y política, acusada de obviar al interior, de beneficiar a competidores mediterráneos, de no representar los destinos específicos. Con la batalla de València aún muy viva, los socialistas recularon. Con la llegada del PP de Zaplana en 1995, fue directamente arrasada mientras se reprovincializaban las marcas turísticas.

Pero la palmera sobrevivió: como emblema de la conselleria o de la AgenciaValenciana de Turisme. Y hoy es sólida como un pilar. Todos la quieren. Es el paraguas que engloba toda la política de promoción turística. «Estéticamente, a pesar de que tenga tiempo, me gusta. La veo fresca, juega con los colores de la senyera, aunque eso en un ámbito internacional no lo identifiquen, pero mantiene su vigencia. Es limpia, con colorido, fondo blanco, personalmente me guste», asegura la valenciana Eva Blasco, vicepresidenta de la patronal europea de agencias de viaje.

En cuanto a su impacto profesional en la touroperación, el símbolo parece consolidado: «Al igual que el Sol de Costa Blanca, son iconos reconocidos en los mercados... Otras marcas no tienen tan integrado un icono concreto o un símbolo específico», señalan los hoteleros de Benidorm.

Estos cuatro trazos que emulan un castillo de fuegos artificiales con los colores de la bandera, están hoy en cada esquina de la política turística del departamento de Francesc Colomer, «devoto» de la palmera, que la define como un «hecho identitario, un punto de encuentro incuestionado».

Compartir el artículo

stats