Salvador Navarro llegaba a Alicante, a la sede de la CEV, a las 10.10 de la mañana, después de pasar antes por su apartamento. Se lo deja Perfecto Palacio, presidente de CEV Alicante. En ese momento Navarro (València, 1963) está solo, pero dentro de unas horas le acompañará su mujer (él le ha traído el vestido), su hija, su yerno y su nieta de dos años, la niña de sus ojos. Navarro está contento. «Había que estar en Alicante hoy, acompañado por el rey Felipe VI. El proyecto de la CEV ya está asentado. Ahora hay que trabajar y reivindicar la figura del empresario», explica.

Los empresarios han llegado a la ciudad en coches particulares, los más, pero también lo han hecho en autobuses color rojo intenso fletados por la CEV y de la empresa Transvía. Entre el punto de recogida (espera incluida) y el Auditorio trascurren tres horas de carretera, que dan para mucho, hasta para jugar a identificar las naves industriales que aparecen por el camino. La nota más común en todas las conversaciones de autobús es cómo trastoca sus agendas un acto en Alicante, un viernes por la tarde, momento más dado a preparar el fin de semana con las familias. Pero reconocen que es un gesto necesario que había que hacer hacia la ciudad y hacia la integración de la CEV.

Vicente Morata, presidente de la Cámara de Valencia, es de los que llega en coche, se queda a cenar en la ciudad (con Navarro) y vuelve a València hoy sábado después de varias reuniones de trabajo. Le han gustado los discursos, «aunque el mejor discurso es el trabajo que se está haciendo para defender los intereses de toda la Comunitat Valenciana».

Integración

Aurelio Martínez, presidente del Puerto de València, coincide con Morata. «Había que apoyar a la CEV y a Navarro, que tiene sensibilidad de integración en un territorio como el nuestro que tiene fuertes dosis de individualismo», señala Martínez, mientras departe con José Vicente González, presidente de Feria València, que ha llegado a Alicante desde su casa de Dénia y se queda el fin de semana. Desde la misma ubicación se ha trasladado a Alicante Adolfo Utor, presidente de Baleària. «El acto ha tenido una gran carga simbólica, significa el fin de un proceso de unificación largo y complicado, que ha permitido tener una organización empresarial que representa por igual a las tres provincias », indica Utor en el cóctel posterior, al que asiste el Rey. Los empresarios más monárquicos hacen cola por un selfie con él.

Jaime Matas, director territorial de Sabadell, es otro de los satisfechos con la caravana de empresarios. Solo con esa unidad prosperará de verdad la Comunitat Valenciana. «La industria de Alicante, Castelló y València son motores de creación de empleo, de generación de confianza y estabilidad», apunta el banquero.

En los corrillos (aderezados en su mayoría con vino tinto Casa Cesilia de Novelda) , además del Rey, se cuelan otros protagonistas, como los políticos. Salvador Arenere, de Intu Mediterráneo, comenta sorprendido el lleno absoluto que la formación ultraderechista VOX ha tenido en Zaragoza. Otros hablan sobre la fractura de la izquierda a raiz de la separación de Podemos en Madrid.

La caravana de empresarios se disgrega, pasadas las nueve de la noche, pero, en general, el sentir es de satisfacción, tanto de los que se quedan a cenar como los que se vuelven. Los que allí están creen que la CEV volverá a cumplir otros cuarenta años.