Tras estar más muerta que viva y en serias posibilidades de acabar en el cementerio de los quebrados, la Sociedad de Garantía Recíproca (SGR) de la Comunitat Valenciana está cogiendo aire tras la reestructuración a la que ha sido sometida durante esta legislatura. El año pasado formalizó 184 operaciones de aval, con lo que ha duplicado las del ejercicio precedente, cuando se quedó en 90. El importe de las mismas, por su parte, se ha duplicado, al pasar de 5,1 a 14,2 millones de euros. Nada que ver, desde luego, con los 500.000 euros de 2015.
En lo que llevamos de 2019 está cumpliendo sus objetivos: ha suscrito 53 avales por un total de 3,3 millones de euros. Esta última cifra es la que contemplan sus presupuestos, que prevén cerrar el año con 35 millones. El presidente de la sociedad, Manuel Illueca, explicó a este diario que la entidad alcanzará la «normalidad» cuando los avales superen los 40 millones.
La reforma del Instituto Valenciano de Finanzas y los cambios en la SGR han propiciado un reparto de papeles entre las dos entidades, de tal forma que la sociedad avalista se ha especializado en el segmento de menos de 200.000 euros de préstamos y cuando el tamaño de los activos de la empresa es inferior a los 500.000 euros.
Illueca aseguró que el punto de inflexión en la SGR se produjo cuando la entidad pudo empezar en 2017 a devolver sus deudas con la banca. A resultas de la misma, el año pasado las entidades financieras, socias indispensables en la concesión de los avales, empezaron a abrir el grifo del dinero. La SGR, lastrada por una gestión en los años de bonanza muy arriesgada y demasiado vinculada al sector inmobiliario y de la contrucción, llegó a rozar los 400 millones de endeudamiento. Además del proceso de normalización de la actividad, la sociedad avalista, ahora denominada Afin SGR, vendió el año pasado por 2,85 millones de euros su sede de València y se ha ubicado en Porta de la Mar. También ha vendido la de Alicante.
