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La ola de fusiones en la banca no llega, por ahora, a las cajas rurales

Excepto en el caso de alguna entidad que tenga problemas, no se prevén movimientos entre las cooperativas en el corto plazo

Exterior de una oficina de la rural San Isidro de la Vall d’Uixó. | LEVANTE-EMV

El sistema financiero español está viviendo una segunda ola de fusiones una década después de la gran reconversión provocada por la crisis de 2008 y los excesos en el sector inmobiliario. Con el anuncio de las negociaciones entre BBVA y Sabadell, son ya tres los grupos bancarios que pueden conformarse en el nuevo proceso, lo que dejaría a este subsector integrado por nueve entidades, si incluimos a Cajamar, la mayor rural de España y de cuyo grupo forman parte casi dos decenas de pequeñas cooperativas con sede en la Comunitat Valenciana. Si en el anterior proceso las rurales no fueron ajenas a la reconversión, en este parece que, al menos en el corto plazo, van a quedar al margen, según coinciden varios actores del sector consultados por este diario, que no descartan que se produzca algún movimiento puntual de rescate de alguna entidad que en los últimos tiempos ya ha sufrido problemas. Más a medio y largo plazo, hay diferencias de criterio, en función, como viene ya de lejos, de la cercanía o no al grupo Cajamar.

En la anterior crisis, el cooperativismo de crédito valenciano sufrió de lo lindo. Firmas de gran tamaño, como Ruralcaja, Cajacampo o Caja Castelló, fueron absorbidas por Cajamar, que también puso bajo sus alas a muchas otras de menor dimensión. Queda una decena que son independientes.En estos momentos, las diferentes fuentes consultadas aseguran que no se está produciendo ningún movimiento en el sector, principalmente porque la gran mayoría de las rurales valencianas «está bien». «Salvo que haya problemas, una entidad saneada no se fusiona a la fuerza», afirma uno de los directivos del sector consultados.

Queda por ver cómo evoluciona el sector bancario, donde las fusiones han vuelto por la necesidad de ganar eficiencia, hacer frente a la digitalización y luchar contra los efectos de la covid y el esperado aumento de la morosidad. Es una incógnita qué sucederá entonces con las rurales.

En el cooperativismo hay dos perspectivas. En Cajamar creen que la atomización actual no será viable a futuro y abogan por una concentración de todo el sector en un solo grupo que consolide, aunque cada entidad mantenga su independencia. Los demás -entre ellos grupo Caja Rural, Caja Laboral o Solventia-, se inclinan por mantener el status quo y apuntan que, en su caso, el futuro de la cooperativa con sede en Almería, la única bajo la supervisión del BCE, estaría con un banco.

La Vall San Isidro aún no ha cerrado su entrada en Solventia

Dos años después de que sus socios aprobaran la operación, la Caja Rural San Isidro de la Vall d’Uixó sigue sin estar integrada en el grupo Solventia, que capitanea Cajalmendralejo. El director general de la entidad castellonense, Arturo Jiménez, explicó a este diario que «se nos dieron dos años para cumplir una serie de ratios, como los recursos propios o la tasa de morosidad, que ya casi hemos alcanzado». Así las cosas, el 3 de diciembre se celebrará otra asamblea para aprobar otra vez la incorporación, que luego debe ser ratificada por Cajalmendralejo. La entidad castellonense cerró 2016 con 3,2 millones en pérdidas, que Jiménez atribuye a créditos dudosos en firmas de servicios auxiliaries de la construcción.

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