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Puig teme una deslocalización del automóvil por la crisis del sector auxiliar

Pide a Moncloa evitar la «desintegración» de empresas proveedoras como Pilkington por las consecuencias que tendría en los fabricantes

Piquete a las puertas de la fábrica de Pilkington en Sagunt, ayer en el tercer día de huelga. | DANI TORTAJADA

Evitar que caiga la primera ficha para tratar de contener así un efecto dominó que será imposible de frenar si sucumbe esa pieza inicial. Ese es el objetivo del Consell ante la situación que vive el automóvil y sus proveedores, una industria tractora de la economía valenciana y que está acusando la que ya ha sido apodada como la «tormenta perfecta» del sector, al que se le ha juntado la pandemia con el delicado proceso de electrificación y la escasez mundial de semiconductores.

Los efectos se sienten desde hace tiempo en Ford Almussafes, que en enero fulminará el turno de noche y está exigiendo a la plantilla valenciana rebajas salariales, pero cada vez afecta más a empresas auxiliares de la multinacional como Pilkington, que ha anunciado 116 despidos y el cierre de la planta de laminado.

En ese contexto, el president Ximo Puig remitió el pasado 17 de noviembre una carta a la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, para pedir la colaboración de Moncloa ante los despidos planteados por el grupo japonés NSG, propietario de la fábrica radicada en Sagunt.

«Desmantelamiento inevitable»

El líder del Consell plantea en la misiva, a la que ha tenido acceso este diario, ese efecto dominó al que en su opinión se exponen España y la Comunitat Valenciana: el cierre de la línea de parabrisas «cuestionaría mucho» el futuro de Pilkington (algo de lo que vienen alertando los sindicatos), que de bajar la persiana adelgazaría al sector auxiliar. Y remata: «No nos podemos permitir una desintegración de la industria auxiliar del automóvil porque, además del perjuicio directo, llevará inevitablemente al desmantelamiento o deslocalización del sector automovilístico español».

En cuanto a la situación concreta de Pilkington, Puig mantiene que el cierre planteado «carece de cualquier justificación» ya que la carga de trabajo de la compañía está asegurada hasta 2024 «solo con los pedidos ya efectuados» y añade que la «mayoría» de estos son de clientes ubicados en España, por lo que «llevar la producción a otros países reducirá la eficiencia de todo el proceso», apunta.

Además, incide en el «esfuerzo sustancial» que han efectuado los trabajadores de la firma, que aceptaron «congelaciones salariales e incluso cedieron parte de su suelo» para que la empresa realizara inversiones que asegurarían su viabilidad. Por eso, sentencia que si, pese al compromiso adquirido por la dirección, ahora ejecutara esos despidos igualmente, estaría mandando «un mensaje muy negativo».

Con todo, el president se ofrece a buscar «todo el apoyo público posible» para la firma nipona, a la que sin embargo exige conocer sus planes de inversión. «Con esta información podríamos encontrar la manera de dar todo el apoyo público posible», pero «la respuesta de la dirección no ha estado en el ámbito de colaboración que esperábamos», lamenta el líder del Ejecutivo valenciano.

Puig se muestra confiado en que Maroto será «receptiva» y ofrecerá su «máxima colaboración» para «convencer a NSG de que reconsidere su decisión» y «crear una mesa de diálogo» con dirección, sindicatos y las administraciones implicadas.

Pilkington es la primera firma auxiliar del automóvil que anuncia cierres y despidos en la C. Valenciana, pero otras proveedoras de Ford como Plastic Omnium y Yangfen han planteado ya la necesidad de rebajas salariales.

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