Un día. Solo un día queda. El tiempo se escurre y cada vez hay menos margen para la negociación. El Gobierno afronta la decisiva votación de la reforma laboral, la que para bien o para mal será uno de los hitos de la legislatura, sin tener los números cien por cien asegurados y con una escasísima holgura. La única vía que ya parece transitable es justo la que no quería Unidas Podemos, la de Ciudadanos y los pequeños partidos. Porque ERC y PNV continúan anclados en el no.

Las conversaciones se estirarán con ambos partidos hasta el último minuto, pero ya hasta los morados —y ahí está el giro clave— asumen que los republicanos, salvo (improbable) viraje, se mantendrán en el rechazo al real decreto ley. Es decir, ya asumen que la convalidación puede prosperar con la ayuda de los naranjas y sin los socios de investidura. Los socialistas comparten que es "muy difícil" atraer a la formación de Oriol Junqueras, pero continuarán intentándolo, y también con los nacionalistas vascos, para disponer de un mayor colchón. Porque el Ejecutivo se expone a una arriesgadísima jugada: a que el texto logre ser refrendado por el Congreso por un solo voto. O quizá tres, en el mejor de los escenarios. Una abstención in extremis de ERC o de PNV evitaría sustos, y eso es lo que quiere el Gobierno.

Yolanda Díaz mostró a las claras ese punto de inflexión al llegar en la tarde de este martes a la sesión de control en el Senado. La vicepresidenta necesitaba reconducir su relato después de que durante semanas incidiese en que la reforma había de salir con la mayoría de investidura, pese a que en el PSOE no desdeñaban el auxilio de Cs. Ella confirmó (y agradeció) los apoyos de Teruel Existe (un diputado), PRC (1), Coalición Canaria (1) y Nueva Canarias (1), que se sumaban a los ratificados por la mañana de Más País (2) y Compromís (1). Ignoró, eso sí, a los naranjas. Pero ya no puso el acento en los socios habituales: señaló que el Gobierno sigue "negociando con todas las formaciones políticas" y que "lo importante" es que la norma "salga adelante". Es decir, que sea aprobada, sin importar con quién. El decreto ley, dijo, es un "acuerdo de país" que "debería ser apoyado por toda la Cámara". Justo el argumento que ha venido utilizando el PSOE desde el principio.

"Los que voten no están diciendo sí al marco de relaciones laborales diseñado por el PP", sostiene la ministra de Trabajo, refiriéndose a ERC

Pero Díaz lanzó la carga de mayor profundidad cuando le preguntaron si había opciones con ERC o PNV: "Estamos negociando, pero soy muy clara. Tienen que explicar los que están en el no lo que va a pasar, si depende de ellos, con el mantenimiento de la reforma del PP", de 2012. La vicepresidenta quería situar a ERC ante el espejo: que sea ella quien diga "no a la ultraactividad de los convenios" o a los "incrementos salariales de los trabajadores frágiles", "por qué si votan no pueden provocar que el viernes se levanten los trabajadores con menos derechos que el día anterior”.

La ministra de Trabajo insistió en que la reforma está vigente desde el 31 de diciembre y que este miércoles se conocerán buenos datos de contratación indefinida. Y remachó: lo que está a debate es si el texto, que "lleva mejorando la vida de los trabajadores" desde hace un mes, "se mantiene o cae". "Los que voten no están diciendo sí al marco de relaciones laborales diseñado por el PP", rubricó.

"Cabreo" y "desconcierto"

En privado, el entorno directo de Díaz mostraba su enfado mayúsculo con ERC. Son conscientes de que la vicepresidenta, con tirón popular, compite con ellos por parte del electorado de izquierdas en Catalunya, y también que los republicanos buscan "debilitarla" haciendo ver que la reforma laboral, su proyecto estrella, sale adelante con los votos de Cs. "Tenemos más votos en la izquierda nosotros. Ellos votan con PP y Vox, y tendrán que explicarlo. Nosotros no vamos con Vox ni a la vuelta de la esquina", se dolían fuentes de primer nivel de los morados. Asimismo, recordaban que Díaz ha pactado normas con todos los grupos, también con Cs, y que no tiene "preferencias" para la convalidación del decreto: la prioridad es que sea refrendado, "y va a salir".

Los morados muestran su enorme cabreo con ERC, conscientes de que busca debilitar a Díaz, y remarcan que votará junto a PP y Vox

Desde el círculo de la vicepresidenta se palpaba ese "cabreo", pero también el "desconcierto". "No se entiende qué lógica han seguido. Ha sido un desastre de negociación. Que hubieran sido francos, como Bildu, que nos dijeron que no apoyarían y punto. Ellos nos han mareado. Pero nosotros estamos tranquilos", indicaban, subrayando que la estrategia ha estado "totalmente coordinada con el presidente". En efecto, Pedro Sánchez, antes de partir para Dubái, apuntó a los periodistas que la negociación seguiría abierta hasta el final, comandada por Díaz, el titular de la Presidencia, Félix Bolaños, y él mismo, informa EFE.

Ni Sánchez ni la ministra Isabel Rodríguez quisieron ser tan en público optimistas como el portavoz socialista en el Congreso, Héctor Gómez, quien había afirmado poco antes que se daban "las condiciones para aprobar el decreto" y sin cambios. Se aferraron a la prudencia, a la consabida frase de "trabajaremos hasta el final para conseguir el máximo de los apoyos", que dijo la portavoz del Gobierno. Los socialistas no dan "por perdida" a ERC, pero sí asumen que sigue muy rocosa.

El equipo de Sánchez ha intentado atraerla a la abstención lanzando ofertas en otras áreas, pero el partido de Junqueras "no amplía el foco", lamentan. Fuentes republicanas insistían este martes a El Periódico de Catalunya, diario del mismo grupo, Prensa Ibérica, que este periódico, en que no cabe hablar de otros asuntos fuera del decreto: "Si no se mueven, no nos movemos del no". Lo que quiere ERC es que el texto cambie, y a eso no está dispuesto el PSOE. "La patronal se nos caería", avisan. Precisamente el jefe de la CEOE, Antonio Garamendi, acompaña al presidente en el viaje a Emiratos.

ERC, por ahora, se niega de hablar de otros asuntos que salgan del decreto, que pretenden cambiar: "Si no se mueven, no nos movemos del no"

El margen de maniobra siempre fue nulo: la estrategia del bipartito, pues, se ha centrado en intentar persuadir (presionar) a los grupos de que tenían que facilitar la convalidación de una reforma acordada con sus protagonistas, los agentes sociales. Sin cambiar ni una sola coma. Por ejemplo, Trabajo cerró con Más País-Compromís una línea de colaboración sobre salud mental y precariedad y poner en marcha un plan de choque contra los abusos en la parcialidad del empleo, sobre todo en mujeres. O sea, no toca nada del texto sellado con patronal y sindicatos.

Margen de uno a tres votos

El diálogo continúa asimismo con el PNV, que pone por delante la prelación de los convenios autonómicos. Los socialistas apelan a su "responsabilidad", pero saben que las opciones son mínimas, porque "compite con Bildu y está presionado por ELA y LAB", sindicatos mayoritarios en Euskadi. La formación 'jeltzale', aseguraban desde el grupo en el Congreso, no ha variado su postura, pero ha sido tradicionalmente un partido más sensible a los ruegos del Ejecutivo en momentos difíciles. Sin embargo, el líder del PNV, Andoni Ortuzar, ratificó el lunes a las centrales vascas que no se moverá si no hay cesión en el único punto que reclaman. Bolaños se dejó ver este martes en el Congreso conversando con el portavoz peneuvista, Aitor Esteban.

Los socialistas no creen que el hecho de sacar el texto con Cs tenga coste para la mayoría de investidura, porque han buscado su respaldo hasta el final

Precisamente esa búsqueda hasta el último minuto de ERC y PNV tiene otra función: contribuir al relato, que se sepa (y se vea) que el Gobierno lo ha intentado sin desmayo con sus socios de investidura, y que han sido ellos quienes no han dado su brazo a torcer. Una ministra socialista, muy próxima a Sánchez, concluía que por eso no creen que el hecho de que la reforma salga con Cs tenga un coste, porque los aliados habituales "saben" que el Ejecutivo ha implorado su apoyo hasta el final. Lo mismo apuntó el propio presidente a la prensa antes de subirse al avión rumbo a Dubái. Sí creen en el PSOE que Díaz sale "trasquilada".

"Pensábamos que con ella sería más fácil que el texto saliera adelante, pero ha sido al contrario, porque ERC busca castigarla", aseguraba un miembro del Gabinete en el Senado. En el entorno de Díaz niegan que la vicepresidenta quede tocada, pues la reforma es un compromiso de todo el Gobierno, y la lupa se pondrá, a fin de cuentas, en el presidente. El sí de Cs, además, sirve al PSOE para presentarse como una alternativa centrada y capaz de tender puentes a izquierda y derecha cuando quedan diez días para las elecciones en Castilla y León.

El bipartito tiene 170 síes garantizados, y prevé sumar al bloque al PDECat (4) y a UPN (2), pero la mayoría es tan exigua que necesita "garantías"

Con los contactos de última hora, el Gobierno busca pues "una mayor holgura" en la votación del jueves. Ahora cuenta con 170 síes confirmados —PSOE (120), Unidas Podemos (34), Cs (9), Más País (2), Compromís (1), Teruel Existe (1), CC (1), NC (1) y PRC (1)— y da por hecho el respaldo del PDECat (4) y, al menos, la abstención de UPN (2), aunque ambas fuerzas decidirán su voto este miércoles. Enfrente, 173 probables noes: PP (88), Vox (52), Bildu (5), Junts (4), CUP (2), BNG (1) y Foro Asturias (1), más ERC (13), Bildu (5) y PNV (6), y probablemente un exdiputado de Cs que integra el Mixto, Pablo Cambronero, al que el Ejecutivo ha sondeado.

El PSOE, por tanto, quiere "garantías" de que la votación prospera sin sorpresas, porque no acaba de fiarse de CC o UPN, que "no suelen votar nunca con el Gobierno". Para ello necesita al menos la abstención de ERC o PNV. La persigue, pero está por ver que lo logre. El tiempo, ya lo decíamos, acaba.

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