Una economía más fuerte de lo previsto marca las elecciones

La Comunitat Valenciana llega a los comicios autonómicos en una situación de resiliencia tras la pandemia, la guerra en Ucrania y la inflación que ambos fenómenos han provocado

El centro de València el 20 de marzo de 2020, en el inicio del confinamiento por la covid. | FRANCISCO CALABUIG

El centro de València el 20 de marzo de 2020, en el inicio del confinamiento por la covid. | FRANCISCO CALABUIG / jordi cuenca. valència

Jordi Cuenca

Jordi Cuenca

La legislatura que ya agoniza ha estado marcada por dos hitos históricos: la pandemia del coronavirus y la guerra de Ucrania. Ambos fenómenos han provocado otro hecho desconocido en décadas: la elevada inflación. Se trata de un escenario de similar complejidad al que se enfrentaron los valencianos que fueron a votar el 22 de mayo de 2011. Parece que ha pasado un mundo, pero lo cierto es que en el transcurso de apenas una década la humanidad ha hecho frente a dos acontecimientos que le eran ajenos -más allá de los libros de historia- desde hacía un siglo. Aquellos comicios que ganó el PP de Francisco Camps con una holgada mayoría absoluta en medio de numerosos casos de corrupción llegaron cuando el país seguía boqueando tras la irrupción casi cuatro años antes de la Gran Recesión, el mayor cataclismo económico desde la Gran Depresión iniciada en 1929, una década más tarde de la mortífera gripe española que diezmó al mundo.

En aquel mes, acababa de nacer el movimiento 15-M, una respuesta desde la base social ante los destrozos que la crisis había provocado en el empleo, las empresas y la calidad de vida de los valencianos, que sería el germen de Podemos. La situación iría a peor con la crisis de la deuda, la reestructuración de la banca, el rescate de 2012 y los recortes a mansalva a que se vieron obligados los gobiernos central y autonómico para cuadrar las cuentas públicas y recuperar el crédito internacional.

El panorama que se otea ante el próximo 28 de mayo es incierto y contradictorio y la impresión es que la economía valenciana ha mostrado una gran resiliencia. No había cumplido un año en la Generalitat el segundo Botànic cuando llegó la crisis del coronavirus, una pandemia global que provocó muchas muertes, el confinamiento general de la población durante semanas y severas restricciones al comercio y el sector turístico. A pesar de las medidas europeas y españolas -Erte, créditos ICO, liquidez de los bancos centrales, moratorias en las deudas y prodigalidad financiera desde Bruselas-, la impresión en los primeros tiempos, luego no confirmada, era que la economía se enfrentaba a una hecatombe. No obstante, en el subsuelo de aquellos acontecimientos fue naciendo un demonio -la inflación- que expandiría toda su maldad a partir de febrero de 2022 tras la invasión rusa de Ucrania. El alza de los precios provocó la subida de los tipos de interés, con un severo impacto en aquellas personas hipotecadas con contratos a tipo variable, en especial los que los firmaron más recientemente. Durante meses se ha vaticinado la entrada en recesión de Occidente, pero, al menos de momento, tal eventualidad no se ha producido, aunque el crecimiento va a menos.

La realidad, en España y, por tanto, en la Comunitat Valenciana, es que la economía resiste, como ha quedado dicho. Es cierto que el incremento de los costes está impactando en las familias de forma negativa, que los ahorros merman, pero la imagen que han ofrecido las recientes Fallas y Semana Santa son las de un consumo desaforado y con unas perspectivas de entrada de divisas a través de los turistas extranjeros muy estimables.

Inflación

La inflación ha bajado al 3,3 % tras superar el año pasado los dos dígitos, aunque los precios de los alimentos siguen disparados por encima del 16 % de incremento. Asismimo, el fantasma de una crisis bancaria, espoleada por la quiebra del Silicon Valley Bank (SVB) y la inmediata absorción del Crédit Suisse, parece conjurada.

Aunque las medidas sustanciales para hacer frente a la pandemia y los efectos derivados de la misma y de la guerra en Ucrania han procedido del Gobierno central e instituciones internacionales como la Comisión Europea o el BCE, el Govern del Botànic no ha desentonado en líneas generales, como prueba la marcha de la economía. Bien es cierto que solo en el último minuto, como el Ejecutivo de Pedro Sánchez, ha puesto sobre la mesa el que tal vez sea uno de los mayores problemas que afrontan los jóvenes, aquellos mismos que salieron a las calles el 15-M: la vivienda. Será interesante comprobar cómo responde la sociedad valenciana en las urnas ante esta coyuntura. Visto el precedente de 2011, esperen cualquier cosa.

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