Emilio Sampedro: "El capitalismo despiadado genera mayor desigualdad en la sociedad"

Sampedro sostiene que las cooperativas contribuyen a reconducir la economía a una situación más justa e igualitaria y participan los trabajadores

Emilio Sampedro, en la sede del diario, antes de  la entrevista.

Emilio Sampedro, en la sede del diario, antes de la entrevista. / Francisco Calabuig

José Luis Zaragozá

José Luis Zaragozá

¿Por qué aconsejaría a un joven que quiera poner en marcha un negocio que opte por un cooperativa en lugar de una sociedad anónima?

Para un proyecto de autoempleo la cooperativa es la fórmula ideal para una persona joven, mayor o de mediana edad por la forma de hacer empresa. Es un modo de hacer negocio de forma diferente. La responsabilidad y la solidaridad pesan mucho. Es uno de los principios del cooperativismo que surgió en España hace un siglo. La gente parece que está ahora descubriendo esos valores. Antes, la gente se acercaba a nosotros por necesidad y ahora por el ideario. Hemos visto que el capitalismo puro y duro no es lo único que existe para crear puestos de trabajo y riqueza. El capitalismo despiadado genera mayor desigualdad en la sociedad, situación que las cooperativas hemos sabido corregir. Por eso tratamos de reconducir la sociedad hacia una situación más justa e igualitaria.

El trato fiscal para las cooperativas es más ventajoso. Algunas solo pagan un 10% de Impuesto de Sociedades a cambio de destinar recursos al fondo cooperativo. ¿Es un trato de favor?

Las cooperativas tienen ventajas fiscales y reparten los beneficios en los propios trabajadores, que son socios del negocio. Ese método de reparto de dividendos respecto a las mercantiles nos diferencia. Me parece adecuado y es una discriminación positiva que debemos mantener. Por eso, cuando se cambien las leyes fiscales hay que mantener esa diferenciación con las cooperativas. El legislador pone tipos impositivos más bajos a las cooperativas por su peculiar forma de hacer economía, lo que permite distribuir los beneficios entre los socios y crear puestos de trabajo más estables y de calidad. Además de las reservas legales destinamos recursos al fondo formación y fomento del cooperativismo. La parte de impuestos que dejamos de pagar no es gratis. Sirve para consolidar las empresas.

En marzo de 2023, el ‘Govern del Botànic’ aprobó, con unanimidad de todos los partidos en Les Corts, la modificación de la Ley de Cooperativas de la Comunitat Valenciana. ¿Considera suficientes esos cambios para eliminar trabas, reducir costes o mejorar dicho tratamiento fiscal?

Queda camino por hacer porque la ley no lo arregla todo. En cualquier caso, esas modificaciones introducidas configuran un nuevo marco jurídico adaptado al actual contexto socioeconómico y alineado con las prioridades europeas. Además de introducir mejoras técnicas para cubrir lagunas, armonizar la norma con legislaciones aprobadas tras su entrada en vigor y proporcionar seguridad jurídica, esta reforma da visibilidad a formatos cooperativos emergentes e invita a desarrollar bajo esta fórmula iniciativas, entre otras, vinculadas a las viviendas colaborativas o las comunidades energéticas. Con todo, tenemos pendiente un reglamento nuevo para el registro de cooperativas, que es del año 1986. La sociedad ha cambiado. También la ley fiscal es de 1990 y hay que actualizar. La sociedad va mucho más rápido que la legislación.

¿Qué le pedirá al nuevo Consell del PP y Vox?

A todos los partidos políticos, antes de las elecciones municipales y autonómicas del 28-M, les enviamos un decálogo. Entre esas peticiones les decimos que queremos estar presentes en el diálogo social. Somos otros agentes sociales que hacemos las cosas de otra manera. Somos trabajadores y empresarios, las dos cosas a la vez. Aunque estamos en una treintena de organismos institucionales, como el CES aunque no en Labora, donde verdaderamente se decide, que es el diálogo social que tienen la patronal y los sindicatos, ahí no estamos. La negociación colectiva es un coto cerrado donde no nos dejan estar. Queremos colaborar en poder decidir el futuro de la economía de la Comunitat Valenciana. Tenemos mucho que aportar. Al nuevo Consell le pedimos que limite la burocracia para crear y registrar las cooperativas, que se reduzcan las trabas administrativas. Tenemos una desventaja con las sociedades limitadas porque tenemos más burocracia. Más agilidad en la tramitación de las ayudas o de acceder a fondos europeos. Ha salido un ‘Perte’ de la economía social y de los cuidados al que nos podemos acoger las cooperativas. Salió con una partida de 1.000 millones de euros para toda España. Sin embargo, ha tenido tantas trabas burocráticas y plazos absurdos que se ha ejecutado muy poco: solo 26 millones. Al final, solo las grandes empresas y multinacionales captan las mayoría de estos fondos de la UE.

La Comunitat Valenciana, junto con el País Vasco, es tierra de economía social. Con todo, este tejido empresarial, con la excepción de Consum, es de pymes o microempresas. ¿Por qué no hay más ‘Consums’?

Somos fiel reflejo de la economía real que está implantada en la Comunitat Valenciana, donde un 97% está conformado por pymes. No vamos a ser la excepción. Crear una gran empresa en España es muy complicado. Mondragón, del País Vasco, es una gran cooperativa industrial pero no tiene la variedad que tenemos en la Comunitat Valenciana: servicios, agrarias, finanzas, eléctricas, enseñanza, viviendas, transporte, consumo… Esa variedad no existe en otros territorios de España.

Emilio Sampedro

Emilio Sampedro / Francisco Calabuig

¿Qué sectores del ámbito cooperativo están creciendo más?

Los de servicios. También el de viviendas, a través de fórmulas colaborativas denominadas ‘cohousing’ y ‘coliving’, que son nuevas fórmulas de compartir viviendas. También las comunidades energéticas locales están tirando del carro en algunos municipios. Además, hay cooperativas polivalentes que están implantadas en diversos sectores.

¿Las energías renovables tiran del carro de la economía. ¿Qué pueden aportar las cooperativas a este negocio con tantas inversiones en España?

Siempre hemos surgido de la necesidad que tiene la población para poner en marcha un servicio, por ejemplo tener electricidad en condiciones más baratas y más sostenibles. Por eso, en el desarrollo de las renovables tenemos muchas iniciativas. Tenemos cooperativas que instalan placas solares y otras que generan esas comunidades energéticas locales. Ahí son punteras las de Catarroja o Crevillent. Las cooperativas energéticas tienen mucho futuro.

Las cooperativas agrícolas fueron creadas en el siglo XIX. ¿Tienen previsto alguna transformación en estos tiempos de gran concentración empresarial y de desembarco de los fondos de inversión, por ejemplo en el ámbito citrícola, para hacerlas más competitivas?

Las cooperativas agroalimentarias son muy competitivas. Hay algunas que se van integrando y logran sinergias. Entre las cinco grandes cooperativas grandes del sector está una valenciana: Anecoop. El 78% de la producción de las cooperativas agroalimentarias se exporta y son una gran base de vertebración del territorio.

Las cooperativas recogen la fruta y luego ya pagan al agricultor en función del precio de venta. ¿Así es fácil hacer negocios, no?

Cada vez hay más unión e integración de entidades. Cuanto más fuerte mayor capacidad de negociación con el sector de la distribución comercial. Parece que hay una ruptura entre el precio que se paga al agricultor y el precio que llega al mercado. Cuanto más grande y más mecanización, menores costes. Podremos intervenir más en los precios. Hay cooperativas agrarias pequeñas en un pueblo que gracias a sobrevivir, que vertebran y mantienen la vida en las poblaciones. En todos los municipios no puede haber una cooperativa agraria grandísima. Prestan servicios que no prestan otros agentes públicos o privados, como lo bancos, por ejemplo. Sin cooperativas muchos municipios perderían su población y quedarían deshabitados.

Cómo ven las cooperativas el sector de la vivienda. ¿Deberían tener una actitud más activa en un mercado de demanda creciente y gran especulación de precios?

Deberían tener más protagonismo porque son fórmulas que pueden ayudas a paliar el déficit de viviendas en un mercado tan especulativo. Los precios son desorbitados y el acceso a la vivienda es un problema muy grave para los jóvenes. El acceso al crédito está muy limitado. Las cooperativas de viviendas, cuando construyen, no tienen esos márgenes que tienen otras promotoras. Lo que le cuesta a la cooperativa es lo que le cueste a los socios. Hay gente que quiere una vivienda para envejecer colectivamente, por eso impulsamos el ya mencionado ‘cohousing’ o vivienda colaborativa. No quieren vivir en una residencia de ancianos, sino con sus amigos. En fin, es una solución para la tercera edad, aunque también para los más jóvenes. Por eso, es importante la colaboración público-privada para impulsar estas iniciativas. Ahí, las administraciones públicas pueden hacer mucho para facilitar la vivienda a jóvenes, mayores o colectivos personas con dificultades de integración social con esos fines.

¿Qué piensa de la semana laboral de cuatro días y de la reducción de jornada a 32 horas?

Son asuntos a experimentar. Hay cooperativas que se adaptan a esa propuesta. En las cooperativa tenemos claro que lo importante son las personas, no el capital. Por eso queremos maximizar el bienestar del socio, a través de la conciliación de la vida laboral y familiar. Si la jornada de cuatro días nos dice que ayuda a cumplir esos fines estoy seguro que las cooperativas seremos las primeras en apostar por la jornada de cuatro días.

¿Tienen las cooperativas una mejor reputación social que las mercantiles? ¿Por qué?

En la actualidad, sí. Hace años la gente tenía una concepción de las cooperativas un poco sesgada. Las veían como una cosa antigua y muy vinculada al mundo rural. Hemos demostrados que somos mucho más, sobre todo después de la crisis de 2008. Nos dimos cuenta que el capitalismo no valía para todo. Hay otras formas de hacer empresas. Buscamos el beneficio pero no a cualquier precio. En las mercantiles las personas se ponen al servicio del capital, en las cooperativas el capital se pone al servicio de las empresas.

¿Cómo ve del mundo de las ‘startups’?

Las empresas estrellas del mercado no son las ‘startups’, son más bien las empresas con valores, sostenibles y rentables. Y ahí siempre hemos estado las cooperativas. El negocio rápido, la cultura del pelotazo, no es el futuro. Tenemos muchas empresas innovadores y trabajando en el mundo de la innovación y las nuevas tecnologías. No nos interesa tanto el desarrollo rápido como la estabilidad.

En primera persona

Emilio Sampedro Baixauli es administrador de Sampedro & Torres, consultora de servicios empresariales. Preside des mayo de 2023 Concoval, una entidad que agrupa a algo más de 2.700 cooperativas que dan empleo directo a 60.000 personas y manejan un volumen de ventas cercano a los 8.900 millones de euros, lo que supone un 7,1 % del PIB autonómico. Consum es la firma más grande. También gobierna la Federación de Cooperativas de Trabajo Asociado (Fevecta) desde hace una década. Licenciado en Empresariales por la Universitat de València y titulado en Auditoría y Contabilidad por la de Alcalá, participa en el comité de Recursos Humanos de Caixa Popular y asesora en fomento del empleo al ayuntamiento de Quart de Poblet.

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