Opinión

Compasión

Un mercado con verduras en una imagen de archivo

Un mercado con verduras en una imagen de archivo

Ricardo Bayo

Lejos del vaticinio que hizo el ministro Luis Planas no bajaron los precios de los alimentos, al contrario, subieron hasta el 16,6% y así lo recoge la última cifra que refleja que la inflación de los alimentos. Respecto a esto, y por si todavía alguien piensa que los agricultores nos estamos forrando, nada más lejos de la realidad. Por ejemplo, esta campaña de cítricos que está siendo «tranquila» en lo que respecta al precio, no es porque hayamos podido repercutir el aumento de nuestros costes de producción sino más bien es debido a una situación coyuntural del mercado relacionada con que no hay una cosecha elevada. Y es que en general al precio al que se pretende comprarles las naranjas a los agricultores no podemos trabajar, ya que es prácticamente el mismo al que vendía mi abuelo.

En este contexto de inflación de los productos alimentarios, esta semana pasada vimos declaraciones de un responsable de la gran distribución hablando de los buenos resultados económicos que ha obtenido y vanagloriándose de que ha «permitido» a sus proveedores subir precios para «rescatar el sistema» según sus propias palabras. Yo personalmente le agradezco su compasión, y le pediría que intercediera por los agricultores para que entre los compromisos sociales de las empresas de la gran distribución se incluyera el cumplimiento de la ley de cadena alimentaria, algo de lo que sin duda si podrían sacar pecho porque garantiza la justa retribución a todos los actores de la cadena comercial. Cómo se construyen los precios en este sector es un secreto a voces: de arriba hacia abajo, y es curioso como en este río, por hacer un símil, que es la cadena alimentaria unos hacen negocio en aguas tranquilas donde las relaciones comerciales están normalizadas y hay transparencia mientras que otros tenemos que hacerlo en los rápidos donde reina la opacidad, los abusos y las malas prácticas comerciales.

La agricultura es un sector estratégico para esta comunidad y cuando un agricultor abandona su explotación no solo pierde el agricultor, pierde la sociedad en su conjunto porque la agricultura no solo provee de alimentos a la población, también genera empleo, fija la población en el medio rural y gestiona el paisaje. Y por eso desde UPA seguimos pidiendo que se pongan en marcha urgentemente las herramientas que la ley de cadena alimentaria nos proporciona y que son necesarias para arrojar luz sobre este sector y no depender de la compasión de nadie.

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