Facsa aboga por un modelo eficiente, sostenible y que mire al futuro ante el actual desafío hídrico

La compañía propone crear un Fondo Nacional de Agua que facilite la inversión en infraestructuras e impulsar un Pacto Nacional del Agua para mejorar la gestión y asegurar el cumplimiento de la normativa europea

Facsa trabaja en el desarrollo de herramientas y vías que permitan superar los desafíos que plantea la gestión del agua.

Facsa trabaja en el desarrollo de herramientas y vías que permitan superar los desafíos que plantea la gestión del agua. / Facsa

El acceso al agua potable y al saneamiento son derechos humanos fundamentales, pero la disponibilidad de recursos hídricos es finita y depende de factores como el crecimiento poblacional, el crecimiento económico, el surgimiento de nuevos usos, y el efecto del cambio climático

En nuestro país, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha informado recientemente de que el conjunto de la España peninsular suma 15 meses en situación de sequía meteorológica duradera, que es cuando se acumulan menos lluvias de lo normal en tres años. Además, en el caso de la Comunitat Valenciana, la Agencia Española de Meteorología ha anunciado que no hay precedentes de un invierno tan cálido como el recién finalizado. Las temperaturas de diciembre, enero y febrero en territorio valenciano han sido 2,3 grados superiores a la media y además la estación ha sido muy seca, con un 71 % menos de lluvias que lo que sería lo normal en estas fechas. 

A nivel mundial, la FAO estima que, con las tendencias actuales, en 2050 el agua dulce sólo podrá satisfacer el 60% de las necesidades de la población, a no ser que se produzca un importante cambio de paradigma en su gestión y su uso.

La economía del agua

Facsa, consciente de esta situación, ha presentado recientemente un estudio junto a la consultora de asuntos públicos Red2Red que aboga por un cambio de paradigma donde la sostenibilidad y la preservación del recurso se configuren como aspectos prioritarios en la manera de utilizar los recursos hídricos, basado en la gestión de la demanda, la administración con criterios de economía del agua y la conservación y restauración de ecosistemas acuáticos. 

Se persigue además la mejora de la gobernanza, reduciendo la complejidad del modelo de gestión y armonizando las metodologías para la definición de tarifas. Se propone, asimismo, la creación de un Fondo Nacional de Agua que facilite la inversión en infraestructuras, y el impulso de un Pacto Nacional del Agua para que las instituciones trabajen conjuntamente para mejorar la gestión y asegurar el cumplimiento de la normativa europea. 

Otro aspecto a abordar es la actualización y modernización de infraestructuras hidráulicas, la falta de inversiones estructurales en las infraestructuras del agua es un grave obstáculo que impide abordar los desafíos medioambientales y económicos. Así como lo es la gestión de la demanda para impulsar la eficiencia en su uso y aliviar la presión sobre el recurso.

Por otro lado, es esencial incorporar los paradigmas de la economía circular a la gestión del agua, que reduce el consumo del recurso, minimiza el impacto ambiental y crea oportunidades económicas y de empleo, así como aumentar el uso de recursos no convencionales para satisfacer la creciente demanda de agua y mejorar la seguridad hídrica, al igual que promover las soluciones basadas en la naturaleza, que incluyen infraestructuras verdes y la naturalización de las existentes.

Este modelo, también recuerda que es vital la inversión en digitalización, investigación e innovación, base de todos los avances y mejoras en el sector, así como la colaboración público-privada para la mejora de los servicios y la reducción de los costes.

Y tan importante como lo anterior es la concienciación y sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de hacer un uso responsable del agua. Sin la colaboración ciudadana, el modelo no alcanzaría todo su potencial. 

En definitiva, Facsa aboga por herramientas y vías que nos permitan superar los desafíos que nos plantea la gestión de una demanda creciente y un suministro afectado por las nuevas condiciones climáticas. Estamos a tiempo de avanzar y de plantear un modelo que permita hablar de futuro, eficiente y sostenible, que permita al conjunto de la población ejercer su derecho a un suministro de agua adecuado en el medio y largo plazo. Para ello, lo primero que debemos asumir es que no tomar decisiones ahora no es una opción.