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El nuevo ADN citrícola contra la piratería

Proteger los «derechos de autor» en un sector como el citrícola, tan habituado a las copias ilegales y la piratería, es clave. En juego está el futuro de una producción que hoy se sitúa en 137 millones de toneladas (España es la sexta «fábrica» del mundo tras China, Brasil, India, Estados Unidos y México, aunque primer exportador mundial en fresco). Una industria que está cada vez repartida entre menos manos y con un horizonte a medio plazo que pasa por apostar por las variedades más rentables, las que reclama el mercado e incluso, en breve, a aquellas que demuestren una mejor adaptación al cambio climático o que sean más resistentes a posibles enfermedades vegetales.

Pero esas naranjas y mandarinas no las puede plantar y vender todo el mundo: están protegidas y deben pagarse royalties por ellas porque han sido fruto de años de investigación e inversiones cuantiosas. Ante ese panorama, grandes productores y comercios que aglutinan el 60% del volumen de ventas en cuanto a variedades protegidas en España se han puesto de acuerdo para lograr identificar sus nuevas naranjas y mandarinas a través de una base de datos de marcadores con la secuencia de ADN específica de la variedad a la que pertenecen.

Así quieren diferenciar sus cítricos y tener un arma para la protección de sus derechos con la que evitar prácticas fraudulentas: los que ilegalmente injertan, plantan y venden después los frutos de esas variedades sin permiso de su obtentor registrado (que es el equivalente en derecho vegetal a lo que sería explotar una patente).

Hasta hace poco, identificar un agrio requería de un análisis morfológico (forma de la hoja, porte árbol, forma fruto, maduración externa e interna?). Tal sistema dejaba un amplio margen discrecional a los peritos. Hoy e empieza hacer por marcadores moleculares, es decir, a través de los cambios específicos en la secuencia de ADN.

En este contexto, se acaba de poner en marcha un nuevo grupo operativo, que presenta unas posibilidades «insospechadas en el campo de la colaboración del sector con los equipos de investigación de cítricos», aseguran sus promotores. Los participantes son seis empresas privadas. Se trata de las corporaciones empresariales y cooperativas Anecoop, Vicente Giner, Cañamás Hermanos y Martinavarro (que da lugar a la mercantil GCM), Eurosemillas, Investigación Citrícola de Castellón, S.A (ICCSA, ligada a la Asociación Profesional de Exportadores de Frutos de la Provincia de Castellón, Asociex) y Genesis Innovation Group (perteneciente a AMC Grupo Alimentación), quienes han impulsado Gocitrus para así lograr obtener los citados marcadores moleculares para las naranjas y mandarinas que tales grupos explotan. También son miembros Biovegen y el centro de I+D Fundación Cajamar-Comunitat Valenciana.

Evitar la piratería

Hasta ahora, la lucha contra la piratería varietal se venía dando fundamentalmente en el campo y en los centros de manipulación mediante sistemas de etiquetado e identificación varietal de los lotes. Pero la genómica ha permitido alterar este panorama y complementar estos controles en origen con otros realizados en destino.

Es el caso de la mandarina tardía protegida de Eurosemillas, Tango (registrada en la UE como Tang Gold), que ya trabaja con entidades certificadoras que se encargan de tomar muestras del propio lineal de supermercados e hipermercados para comprobar su origen legal. Este material adquirido en el punto de venta por una empresa certificadora independiente se remite con protocolos que aseguran la cadena de custodia a un laboratorio acreditado que, tras extraer jugo del cítrico, comprueba en entre 24 y 48 horas si concurren las variaciones de ADN -el marcador molecular propio de Tango- que permiten distinguir esta variedad de cualquier otra.

Los orígenes del Gocitrus hay que buscarlos en un consorcio previo en el que también participaron casi todos sus miembros y que supuso una inversión global de casi cuatro millones de euros entre 2009 y 2013. En este proyecto fue figura clave el investigador Manuel Talón, director del centro de Genómica del IVIA. La tecnología consolidada posibilitará en el futuro identificar inequívocamente a otras tantas mandarinas o naranjas protegidas y de hecho, ya existen algunas más que también lo están comenzando a implementar en el mercado.Los marcadores moleculares son ampliamente utilizados en genética humana, animal y microbiana y en vegetales porque permiten evidenciar variaciones en la secuencia del ADN entre dos individuos, modifiquen éstas o no su fenotipo (su aspecto externo). Estos análisis en frutales ya han sido reconocidos en los tribunales.

Según Gonzaga Ruiz de Gauna, gerente de Biovegen, entidad público-privada que ya aglutina a casi noventa socios dedicada a promover el desarrollo tecnológico en la actividad agroalimentaria, «la citricultura española afronta retos que requieren la contribución del conocimiento de nuevas tecnologías como la genómica así como de una colaboración entre el sector privado y los organismos públicos de I + D».El dirigente de la entidad que es responsable de la coordinación y divulgación de Gocitrus sostiene que la generación de marcadores moleculares servirá de germen para crear una unidad técnica apoyada en la base de datos genómicos Citruseq, que ya está operativa. Por otro lado, la creación de una aplicación contribuirá en el futuro a la toma de decisiones al sector productor en la elección varietal.

Negocio de 7 millones de toneladas

Los promotores de esta herramienta tecnológica tienen razones para proteger un negocio que sitúa a España como sexto país productor de cítricos del mundo con 7,09 millones de toneladas y 295.331 hectáreas dedicadas a este cultivo y que es el primer exportador en fresco con 3,02 millones de toneladas.

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