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OPINIÓN

Las abejas son ganado

LAS ABEJAS SON GANADO

El debate entre apicultores y citricultores no es nuevo. Quienes hacen votos por una convivencia pacífica entre unos y otros hablan de una situación «única en el mundo» -la que obliga a distanciar las colmenas de las zonas citrícolas en época de floración-; de ejemplos armoniosos de complicidad entre agricultores y productores de miel –como el caso de California-; del papel polinizador clave de la abeja en favor del ecosistema… Lugares comunes, que, a fuerza de repetirlos, han calado. Son verdades a medias: en California es la agricultura dominante, la dedicada a los frutos secos (no la citrícola), la que busca a los apicultores porque necesita de su acción para mejorar la producción de sus almendros (y no es el caso de las clementinas, claro); tampoco son las abejas melíferas las que mayor papel tienen en la polinización de la flora, son las silvestres. Pero hay conflictos complejos que se pueden sintetizar en una realidad sin fisuras: las abejas que producen miel de azahar son ganado –así son descritas en términos veterinarios y jurídicos- que se alimentan en campos de terceros.

El enfrentamiento se resume en un concepto legal tan básico como el respeto a la propiedad. Los dueños de los campos tienen derecho a impedir que sobre ellos actúen intereses ajenos. Porque estos insectos no sólo generan unos beneficios –la propia miel- en los que el citricultor no participa, es que causan un perjuicio enorme a su cultivo. Las abejas trasladan el polen de flor en flor y la polinización cruzada propicia las semillas. Las mandarinas se devalúan porque su presencia genera un enorme rechazo en el consumidor.

Los apicultores dicen, al menos, una verdad. Es cierto que obligar a alejar las colmenas de las zonas citrícolas en época de floración es un hecho singular. Tenemos un estructura de la propiedad minifundista y nuestras exportaciones, con carácter estratégico, pivotan sobre el valor diferencial de las clementinas/mandarinas. Las «problemáticas» –se suele decir- mandarinas híbridas son las que nos permitieron prolongar la campaña de nuestro producto más distintivo. Se comenzaron a plantar en los 80 y 90 y hoy son las variedades de más alto valor comercial. Casi el 70% de la superficie citrícola dedicada a clementinas/mandarinas se encuentra en la Comunitat y desde aquí se comercializan una de cada tres clementinas/mandarinas exportadas en el mundo. La clave de su éxito es triple: son ‘easy peelers’ (fáciles de pelar), ‘sweet’ (dulces) y si son ‘seedless’ (sin semillas) es porque mantenemos el acuerdo contra la ‘pinyolà’. Que así siga.

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