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OPINIÓN

Un modelo que tiene futuro

Un modelo que tiene futuro

Recientemente, tuve la oportunidad de participar en una entrevista telemática con un medio especializado del sector hortofrutícola. Algunas de las preguntas formuladas se centraron en la dicotomía entre el modelo de producción citrícola valenciano, caracterizado por el minifundio; y el modelo de producción andaluz, en el que las explotaciones son de mucha mayor dimensión. En cierta forma, se hablaba del modelo valenciano como algo caduco y del andaluz como una alternativa más rentable en la actualidad. Siendo conscientes de las limitaciones y problemas que plantea la estructura de la propiedad agraria en la Comunitat Valenciana, me apresuré en rebatir las afirmaciones implícitas, en tanto que el modelo de citricultura valenciano no es caduco ni es necesariamente falto de rentabilidad. Los problemas no son de los citricultores valencianos o andaluces, son de los citricultores en general, y reducir el debate a esa cuestión suponía una simplificación que no se corresponde con la realidad. En esa entrevista, quise hacer valer el concepto de ‘cooperativa-finca’. ¿A que me refiero con esto? A la capacidad de una cooperativa o de una organización de productores para concentrar la oferta, homogeneizar las pautas de cultivo en diferentes parcelas, coordinar los tratamientos, optimizar la producción, generar economías de escala que beneficien a los asociados… Las cooperativas son el antídoto a muchos de los problemas del campo valenciano, y a gran parte de los inconvenientes propios de nuestro modelo de agricultura. El modelo citrícola valenciano ha democratizado durante décadas el acceso a la tierra, garantizando calidad de vida a los agricultores y sus familias, y haciendo de nuestra citricultura un modelo protagonizado por agricultores, no por jornaleros. Hemos sido líderes en España, reconocidos en todo el mundo, y lo seguimos siendo. Pese a la pujanza de otros modelos, seguimos produciendo más del 50% de los cítricos nacionales. En la situación actual, nuestro modelo de producción necesita seguir evolucionando para garantizar que los nuevos agricultores puedan seguir viviendo del campo como lo hicieron en el pasado sus padres y abuelos. Para dar respuesta a sus problemas y necesidades, las cooperativas seguirán siendo un agente fundamental del campo valenciano, ofreciendo soluciones, resolviendo necesidades, ayudando a la vertebración del territorio y al desarrollo de nuestros pueblos y ciudades.

Un modelo que tiene futuro

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